A solo horas de la celebración de las elecciones legislativas en Argentina, el gobierno de Alberto Fernández hace sus mayores esfuerzos para al menos equilibrar los votos perdidos ante la derecha ganadora, de manera sorpresiva, en las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de septiembre último.
El oficialismo no imaginó que el opositor Juntos por el Cambio (JtC), que dejó al país en la ruina económica, débil y endeudado, podría obtener una sonada victoria en las PASO, mucho más cuando la coyuntura nacional estuvo permeada por la pandemia de la COVID-19, aun presente, la que paralizó las fuentes más importantes de empleo, con el consiguiente aumento de la pobreza y las quejas de una población que dejó constancia, con su voto, de la decepción dejada —para ellos— por la Casa Rosada.
Este domingo, 34,3 millones de ciudadanos deberán acudir a los centros electorales, pues la presencia no es opcional. Aun así hubo un alto índice de abstención en las PASO, quizás causada por la presencia del coronavirus, o del desencanto social, según se presume, con el gobierno de Alberto y Cristina Fernández de Kirchner.
Lo que está en juego en los comicios legislativos es el actual predominio del oficialismo en el Parlamento, que, de perderlo, puede convertir los dos años finales de la administración de los Fernández en un infierno. También que si hay resultados negativos de nuevo, la posibilidad de la reelección en el 2024 se torna más lejana.
Luego de la autocrítica presidencial, de la alerta en voz alta de la vicemandataria, en desacuerdo con ciertas líneas oficiales, y la búsqueda de la unidad entre los distintos sectores peronistas integrantes del Frente de Todos (FdT) estas últimas semanas, tanto oficialistas como opositores cogieron las calles y visitaron los barrios para tratar de conseguir más votos.
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El FdT, la esperanza de la población argentina para cambiar el sistema dejado por el neoliberal Mauricio Macri —ahora envuelto en varias acusaciones por presuntos delitos— precisa ganar esta difícil prueba comicial.
Sin embargo, cuando se analizan los resultados de septiembre, y a pesar de la batalla librada por el oficialismo después casa por casa, votante por votante, el FdT podría perder nuevamente.
En los comicios del próximo domingo se renovarán 127 de los 257 escaños de la Cámara de Diputados y 24 de las 72 bancas del Senado.
En todas las provincias habrá elecciones para la cámara de Diputados. El detalle de bancas que se renovarán según el distrito es el siguiente: Buenos Aires: 35, Ciudad de Buenos Aires: 13, Córdoba: 9, Santa Fe: 9, Mendoza: 5, Entre Ríos: 5, Tucumán: 4, Chaco: 4, Catamarca: 3, Corrientes: 3, Jujuy: 3, La Pampa: 3, Misiones: 3, Neuquén: 3, Salta: 3, San Juan: 3, San Luis: 3, Santa Cruz: 3, Santiago del Estero: 3, Formosa. La Rioja, Río Negro, Chubut y Tierra del Fuego: dos en cada una.
Son ocho las provincias en las que se renovarán senadores: Córdoba, Corrientes, Tucumán, Chubut, Santa Fe, Catamarca, Mendoza y La Pampa (cada una renovará tres bancas).
Algunos analistas indican que la población esperaba mucho más del FdT luego del desastre dejado por Macri. Empero, muchos no consideraron las adversas condiciones de más de un año en que la administración se volcó, en especial, a la contención de la pandemia de la COVID-19, en medio de la recesión económica y más de 45 000 millones de dólares de deuda contraída por el anterior régimen derechista con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Por entrevistas realizadas a votantes, hubo críticas a las actitudes personales de algunos dirigentes —inclusive Fernández, que permitió una fiesta en su hogar en medio de una cuarentena— la carencia de un subsidio económico a los desfavorecidos, el intento de pago al FMI en medio de la crisis, la falta de contacto con el pueblo y sus perentorias necesidades.
Por eso el presidente hizo un mea culpa público, congeló los precios de 1200 productos esenciales ante el crecimiento de la inflación, cambió su gabinete en esos momentos por figuras que acompañaron a Cristina Fernández en su mandato, y trató de tender nuevos puentes con la ciudadanía.
REMONTADA DIFICIL, NO IMPOSIBLE
El FdT ha hecho un esfuerzo enorme para convertir el duro revés de hace dos meses en victoria. En las PASO obtuvo un tercio de los votos totales, un escenario muy adverso si se compara con los resultados de los comicios generales de 2019 cuando Fernández ganó la Casa Rosada.
Como contrapartida, JpC, el principal frente opositor, logró algo más del 40 % de los votos, mejorando su desempeño electoral.
Si en el peor de los escenarios se repite el resultado de las primarias, el oficialismo perdería el quórum propio en el Senado y reduciría su bancada en Diputados hasta casi quedar en igualdad numérica, o por debajo, de la alianza derechista que consiguió el triunfo en los mayores distritos electorales del país: las provincias de Buenos Aires, Córdova, Santa Fe y Mendoza, y la ciudad de Buenos Aires, la capital de la nación suramericana.
Los más optimistas consideran que, aunque haya otro descalabro el domingo, ello no significaría necesariamente que el FdT no pueda recobrarse de los presuntos errores cometidos en sus primeros dos años de gobierno y los votantes no vuelvan a brindarle su confianza en las generales.
Para alcanzar tan alta meta, el gobierno peronista tendrá que trabajar muy duro para recobrar el terreno económico, que ya muestra leves signos de recuperación luego de la caída del 2018 y la pandemia que hundió la actividad en un 9,9 % en 2020.
El pesado escenario deja secuelas muy evidentes, entre ellas el índice de pobreza que alcanza al 40,6 % de la población, y los graves problemas del empleo.
Tampoco da tregua a la alianza gobernante la alta inflación de 52,5 % interanual en septiembre, que engulle los ingresos y desalienta la inversión en un país sin acceso a financiación externa, restricciones cambiarias, alto déficit fiscal y la enorme deuda con el FMI que Argentina todavía no logra refinanciar.
En estos dos meses, el Ejecutivo inyectó dinero en los bolsillos de la población mediante ayuda y estímulos estatales a diversos sectores financiados.
La aceleración de los precios se detuvo hace pocos días cuando el gobierno decidió congelarlos durante tres meses para dar un respiro a la población.
En los últimos días, el presidente Fernández se reunió con representantes de sindicatos de la Confederación General del Trabajo (CGT) y movimientos sociales, quienes ratificaron su respaldo en el camino emprendido para sacar adelante al país.
De acuerdo con una nota de la Casa Rosada, Fernández destacó el proceso de unidad de la CGT, una de las mayores centrales obreras del país, y les manifestó su apoyo a sus líderes para avanzar en ese sentido. Asimismo, los líderes sindicales y movimientos sociales apostaron por trabajar en conjunto con la Confederación.
En esa cita también los colectivos sociales indicaron su deseo de efectuar una manifestación pública el próximo miércoles para festejar el Día de la Militancia y colaborar con el FdT en la segunda etapa gubernamental en aras de avanzar más rápidamente en la recuperación económica.
Este domingo todo puede cambiar. Luego de la bofetada dada al gobierno, la sorpresa quizás la den los que en septiembre no votaron, a pesar de la obligatoriedad, los que lo hicieron para darle un castigo que consideraron merecido y, sobre todo, los que en estos dos últimos meses reconsideraron su postura y pensaron mejor qué pasaría en Argentina si retornan las huestes derechistas.
Ante la inmediatez de las legislativas, la tensión se hace notable en Argentina. El 2021 ha sido un año muy duro para ese país y el resto de América Latina y El Caribe. Gracias a la solidaridad internacional y las medidas sanitarias, el país comienza a dejar atrás la cima de la pandemia, que dejó hasta ahora más de 116 000 fallecidos y cinco millones.
Pero si este período que culmina el próximo 31 de diciembre ha sido duro, mucho tendrá que esforzarse el FdT en los meses siguientes, que también se vislumbran confusos.
Ante todo, hay que conocer los resultados del domingo y las medidas que adoptarán los Fernández para enderezar los recovecos económicos, que no son su responsabilidad sino de aquellos que —por uno u otra razón del soberano— volvieron por sus fueros.
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