Costa Rica, una nación pequeña donde prevalece el pensamiento sobre el cuidado del medio ambiente, la casi desmilitarización social y en general la paz, vuelve a las urnas este 3 de abril para decidir en balotaje quién será su próximo presidente: si José María Figueres, quien ya ocupó ese cargo, o el economista Rodrigo Chaves, los dos defensores de la política neoliberal.
Enfrentados por primera vez en febrero pasado a otros 23 aspirantes por la primera magistratura, ganaron Figueres, del Partido Liberación Nacional (PLN) y Chaves, del Progreso Social Democrático (PSD) —la gran sorpresa en la votación— pero no lograron alcanzar el 40 % de los votos para cantar victoria y se verán de nuevo las caras en balotaje.
Significativo en la primera vuelta fue cuando el 40,67 % de los posibles votantes ni se asomaron a las mesas electorales, evidencia del desgaste alcanzado por el sistema de partidos políticos con la más añeja democracia representativa de América Latina y el Caribe. Ese porcentaje equivale a casi 1,5 millón de personas y es el número más alto que se registra desde hace seis décadas en ese nivel comicial.
Nadie se asombrará entonces si también haya ahora un bajo nivel de participación. En esta oportunidad será declarado como nuevo jefe de gobierno quien obtenga la mayor cantidad de boletas favorables.
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Costa Rica, que se distinguió por su holgada economía resultante de un turismo internacional atraído por la riqueza de su flora y fauna, y su política pública de protección, deja ver ahora hendijas resultantes de problemas alentados por el modelo neoliberal predominante en las últimas décadas.
Reconocida por su estabilidad política y con amplios sectores sociales ubicados en la llamada clase media, se reconocen bolsones de pobreza acrecentados no solo por el impacto de la COVID-19 en su economía, aunque cuenta con un sólido sistema de salud y el gobierno tuvo una respuesta oportuna a la crisis resultante de la pandemia.
QUIÉNES SON LOS CANDIDATOS PRESIDENCIALES
Luego de unos comicios caracterizados por el alto número de candidatos y los resultados del abstencionismo, el considerado centro-izquierdista Figueres, quien ya ocupó la primera magistratura entre 1994 y 1998, y Chaves, un economista conservador, retornan al ruedo este domingo sin que en sus programas de campaña ofrezcan una alternativa real para la transformación social y económica de ese país situado en el istmo centroamericano.
El experimentado expresidente José M. Figueres y el economista de rango internacional Rodrigo Cháves se enfrentan el día 3 en balotaje por la primera magistratura costarricense (Tomada de lanaciondigital.com)
En lo que se considera un fracaso electoral, dada la baja asistencia popular, el exmandatario logró el 27,28 % de los sufragios, mientras Chaves cuenta con el 16,66 de los votos.
JOSÉ MARÍA FIGUERES
El exdignatario, de 67 años, afirmó luego de conocerse los resultados de la primera ronda que obtuvo la victoria “por un robusto margen” y agradeció a los costarricenses por el apoyo a su proyecto para “liderar el rescate y la transformación de nuestra Costa Rica”.
“Queremos que Costa Rica vuelva a ganar en inversión extranjera directa, un Gobierno que apoya a los empresarios, a las personas valientes que emprenden (…). Vamos a convertir a Costa Rica en líder en la transición energética mundial, un país conectado y bilingüe, que nos abra a las oportunidades y al mundo”, agregó.
Ingeniero, formado en la academia militar estadounidense de West Point, Estados Unidos, también tiene un máster en administración pública de la Universidad de Harvard. Sobre todo, lleva un nombre de prestigio en Costa Rica: el de su padre José Figueres Ferrer, también presidente y quien abolió el Ejército en 1948. Como él, es militante del PLN, la formación que más mandatarios entregó al país.
El postulado mejor posicionado para el balotaje también fue ministro de Comercio Exterior y luego de Agricultura y Ganadería durante la primera administración (1986-1990) del premio Nobel de la Paz, Óscar Arias. Tras la muerte de su progenitor, anunció su intención de llegar a la Presidencia y en 1994, a la edad de 39 años, se convirtió en el gobernante número 42 de Costa Rica y en el mandatario más joven del continente en ese momento.
Su mandato generó controversias luego de asumir varias reformas polémicas que fueron de la liberalización bancaria a la reducción del aparato estatal con el cierre de múltiples instituciones. Impulsó también la reforma a la Ley de Pensiones y la aplicación de nuevos planes de ajuste estructural, lo que llevó a que su popularidad mermara notablemente hacia el final de su gobierno.
En esta oportunidad, dada la situación nacional, prometió acabar con el desempleo (14,4 % en 2021) y la pobreza que afecta al 2 3% de los ticos, aunque sin dejar de apostar siempre, dijo, por la protección del medio ambiente, signo distintivo del país.
Sus críticos le señalan por el asesoramiento brindado al grupo francés Alcatel en 2004, por una remuneración de 900 000 dólares, antes de que ganara un contrato en Costa Rica. Convocado para dar explicaciones, permaneció en Suiza, donde trabajó para el Foro Económico Mundial de Davos, al que renunció luego de ser indicado como participante en un escándalo de corrupción conocido como caso ICE-Alcatel entre los años 2000 y 2003. No regresó a Costa Rica hasta 2011. Sin embargo, no fue procesado.
RODRIGO CHAVES
Chaves, el otro contrincante, desconocido en la política, dio una sorpresa al obtener un número de votos impensables poco antes de la primera ronda. Las encuestas le adjudicaban solo un 5 % de sufragios.
El postulado por el PPS es conocido como exministro de Hacienda del gobierno saliente. El PPS es un partido relativamente nuevo (creado en 2018) y su progreso en la preferencia popular se dio, plantean las encuestas, en días.
Crítico del saliente presidente Carlos Alvarado, el segundo colocado criticó duramente su gestión y renunció al cargo 184 días después de su designación.
Destacado como un economista de rango internacional al que muchos tildan de muy serio, centró su campaña en la política económica.
“Tengo la observación, la experiencia y el coraje”, precisó en varias intervenciones de campaña. Este postulado trabajó para el Banco Mundial (BM) durante casi 30 años y realizó investigaciones para esa entidad en América Latina y el Caribe, Europa del Este y Asia. Fue nombrado director del BM en su oficina en Indonesia. En sus intervenciones recuerda como constante que proviene de una “familia muy modesta”.
A quienes no comparten sus opiniones sobre los cambios precisos para paliar la deuda acumulada por el país del 70 % del Producto Interno Bruto (PIB), la cuarta tasa más alta de América Latina, Chaves responde: “El que tenga miedo de quemarse, que se vaya de la cocina”, mientras algunos medios de prensa recuerdan su doctorado en economía en Harvard y la Universidad de Ohio, y, reflexionan: “Él sabe lo que está hablando”.
En su discurso de agradecimiento a quienes le brindaron la confianza, el economista precisó: “Vamos a una segunda ronda, sí, el partido nuevo, el más joven de esta campaña, pero vamos a dejar atrás los refuegos, el conflicto, la confrontación estéril, y les ruego que nos aboquemos juntos a crear los consensos para reorientar el rumbo del país y relanzar la prosperidad, para dar mejores condiciones de vida a la juventud, con una promesa de un futuro mejor. A eso, precisó, los invito”.
SIN CAMBIOS RADICALES
Sea quien sea el ganador del próximo día 3 deberá enfrentar circunstancias poco favorables resultantes de la desigualdad social en uno de los países centroamericanos considerados más estables en el área política.
Informes del BM afirman que la brecha entre los ricos y las clases medias y bajas se profundizaron en la última década y hoy Costa Rica es la 19 economía más desigual del mundo.
El índice de Gini —que mide la diferencia de ingresos— refiere que en ese país es de 48,2 puntos, el quinto más alto de América Latina tras Brasil, Colombia, Panamá y Guatemala.
Para Laura Blanco, profesora de la Escuela de Economía de la Universidad de Costa Rica (UCR): “La mayoría de la población no tiene competencias ni nivel educativo para acceso a nuevos trabajos. Mientras, alrededor de un 15 % posee una buena preparación universitaria y accede a funciones de muy alta productividad y elevados salarios”.
Antes de la aparición de la COVID-19 en 2020 este país istmeño era muy desigual, aunque la pandemia agudizó la situación. El Informe del Estado de la Nación de 2021 corrobora que la COVID-19 no golpeó por igual a todos: en 2020 y el primer semestre de 2021 hubo notables retrocesos en equidad social.
En plena pandemia, el desempleo alcanzaba a un 24 % de la población económicamente activa, pero a finales del pasado año bajó hasta el 14,4 %, una, no obstante, de las más altas de Latinoamérica.
Existe en esa nación una elevada informalidad en el mercado laboral: cuatro de cada diez personas laboran fuera del sistema, lo que supone, según economistas, un lastre, pues son empleos precarios que no cotizan y no contribuyen a los sistemas de pensiones y salud, por lo que también se observa un debilitamiento en esas instituciones.
La Encuesta Nacional de Hogares 2021 (Enaho) afirmó que ese año más de dos de cada diez hogares están por debajo de la línea de pobreza, una constante en las dos últimas décadas, agravada durante la pandemia.
Nadie imagine que habrá algún cambio radial en la política tica. Al menos el economista Mariano Rojas considera que “ninguno de los aspirantes prometió medidas extremas, como revocar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y, en su lugar, plantearon propuestas específicas sobre la gestión del préstamo. Las posiciones de los dos aspirantes es no pensar como estadistas, con una visión de largo plazo y proponiendo un proyecto país”.
A los problemas económicos estructurales, como a otros, deberá enfrentarse el nuevo presidente. Sea electo un experimentado político o un iniciado en las lides gubernamentales.
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