La humillación a que es hoy sometido por fuerzas de derecha el expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva rebasa los límites morales y constitucionales, pues la operación montada en su contra está basada en mentiras que intentan apartarlo de una nueva candidatura al Palacio de Planalto en 2018 y un eventual triunfo en las urnas.
El pasado sábado, el exmandatario y líder fundador del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) se vio envuelto en un espectáculo mediático dirigido a desprestigiarlo ante la opinión pública brasileña e internacional, cuando su hogar fue allanado por la Policía Federal, y detenido e interrogado por tres horas por el caso de corrupción en la petrolera estatal PETROBRAS.
La Fiscalía de Sao Paulo que dirige el proceso, ya que Lula reside en ese Estado, carece de pruebas contundentes en su contra, puesto que el caso de PETROBRAS, según las investigaciones, es anterior a sus dos mandatos (2003-2010).
El fundador del PT, de 70 años, quien recibe desde que se conoció el hecho la solidaridad del pueblo brasileño volcado a las calles y de personalidades y movimientos sociales de distintas partes del planeta, niega cualquier cargo en su contra, que según el Poder Judicial, se remiten a presunta ocultación de patrimonio, lavado de dinero y falsificación de documentos.
Este miércoles, el expresidente se presentó ante la Justicia y rechazó la acusación fiscal y la calificó como parte de un plan mediático en su contra y en contra del PT, indicó en un comunicado el Instituto Lula, una fundación dedicada al estudio del pensamiento latinoamericano.
“No hay ninguna novedad en la denuncia del Ministerio Público de Sao Paulo, que ya había sido anticipada a la revista Veja (Vea) el pasado 22 de enero por el fiscal Cassio Conserino”, precisó la fuente.
Cuatro periodistas y un editor de Veja, fueron demandados por Lula en agosto del pasado año por la publicación de un especial de primera página que lo vinculaba a la corrupción de PETROBRAS con falsas argumentaciones.
El derechista y poderoso grupo mediático Globo —al que pertenece ese semanario— encabeza los ataques contra el PT y sus principales dirigentes. Globo apoya a través de sus medios (radio, televisión y prensa escrita, con varias revistas y periódicos) a la oposición conservadora y la partidocracia. Mientras destaca la presencia mediática de la oposición, ataca a los dirigentes petistas. Incluso, el director del diario O Globo, Erick Bretas, en febrero pasado exigió en Facebook la destitución o impugnación de la mandataria.
EL PLAN MAYOR
La descarga judicial es parte de un plan mayor —que incluye a la presidenta Dilma Rousseff— pero que ataca a Lula para evitar su repostulación al Palacio de Planalto, que con seguridad ganará, pues nadie —aunque Dilma continuó sus planes y agregó otros— ha hecho en ocho años lo que él para elevar la calidad de vida de la población más pobre y el consiguiente odio de la oligarquía.
La oposición conservadora no cesa en sus planes contra los dos dirigentes petistas. Sin embargo, la eventual participación de ambos en el caso de PETROBRAS quedó sin lugar luego de que la Comisión Parlamentaria encargada de la investigación de delitos en la petrolera estatal eximiera a ambos líderes de toda responsabilidad, por falta de pruebas incriminatorias.
Las voces de la derecha obvian que Rousseff fue la que estimuló el proceso de indagación de algunos directores del pasado y otros actuales que resultaron capturados cuando cometían actos ilegales, ahora bajo investigación o ya juzgados y condenados.
Estos continuos movimientos para supuestamente aclarar la corrupción en PETROBRAS —que existió muchos años antes del petismo— forma parte de los mecanismos del gran capital para privatizar la gigantesca empresa, ya que, opinan grupos derechistas, si ese ente tuviera propietarios ese tipo de cosas no pasarían, cuando en realidad la solución pasa por mayores controles y exigencias del Estado.
Los acontecimientos también se han precipitado debido a la fuerza cobrada por los planes imperialistas de Estados Unidos de impedir nuevos gobiernos progresistas en la zona. Mientras atiza su estrategia de derrocar los existentes, entre ellos el de Rousseff, a quien pretenden hasta ahora sin resultados derrotar mediante un golpe de estado parlamentario y exigir su inmediata sustitución.
Brasil, como es conocido, siempre ha estado en la mira de los intereses de expansión imperialista. Durante el gobierno de Fernando Enrique Cardoso (1995-2003) muchas de esas ambiciones fueron satisfechas cuando implantó a alta velocidad el sistema neoliberal en el gigantesco país de ocho millones de kilómetros cuadrados, más de 200 millones de habitantes y la mayor economía de América Latina, miembro del grupo de los BRICS.
Luego de la coercitiva detención, Lula da Silva presentó este lunes por escrito su defensa ante la Fiscalía paulista, en respuesta a lo que expertos consideran falsas acusaciones que responden a los espectáculos que acostumbra la oligarquía. En ningún momento Lula se ha negado a prestar declaración ante el juzgado.
Para analistas, la derecha brasileña —representada en la alianza gubernamental por el Partido Movimiento Democrático Brasileño—, enemigo declarado de la presidenta que se vio obligada a pactar para ganar los comicios— se apoya en esta repudiada situación en el Poder Judicial, lo que evidencia la discordia existente con el Legislativo.
La situación creada en torno a Lula da Silva es continuidad de los ataques contra la actual mandataria, una exguerrillera presa y torturada durante la dictadura militar (1964-1985), a quien quieren envolver sin éxito en supuestos delitos de corrupción, por lo que se considera que las actitudes conservadoras contra los dos petistas es un montaje para eliminar al PT del panorama político.
Detrás de este aparataje, al que todavía le faltan lascas por explotar, se encuentra el también derechista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), cuyo candidato Áecio Neves, apoyado por otros grupos políticos, fue derrotado por Rousseff, quien logró su segundo mandato con el 51,64 % de los votos en una segunda vuelta de elecciones generales.
META FINAL: RESTAURAR EL NEOLIBERALISMO
Entre las dos organizaciones políticas hay un antagonismo de clase, pues el PSDB tiene como programa la restauración del neoliberalismo que vendió algunas de las más importantes empresas nacionales, como la minera Vale do Río Doce, durante el mandato de Fernando Henrique Cardoso.
En opinión del analista Beto Almeida, uno de los más prestigiosos periodistas del gigante suramericano, tras la detención de Lula está el interés de diversos sectores del país y del mundo de apoderarse de las riquezas naturales de la nación, poseedora de millonarias reservas petroleras, de gas, minería, grandes reservorios de agua, entre otros recursos.
La Policía Federal —aseguró sin mencionar fuentes— tiene entrenamiento de la Oficina Federal de Investigación estadounidense (FBI, por su siglas en inglés) y el poder judicial actuó en conexión con los procuradores judiciales de Estados Unidos. Por tanto, dijo, existe la posibilidad de que se esté montando un falso positivo en términos jurídicos.
Para Almeida, el ataque contra Lula rebasa las fronteras brasileñas, pues también se intenta quebrantar a otros líderes progresistas —léase los mandatarios Nicolás Maduro, Evo Morales, Rafael Correa, y en su momento a Cristina Fernández—; quienes mantienen sus políticas a pesar de los continuos ataques opositores.
Para la derecha es fundamental eliminar a Brasil del tablado de naciones progresistas, pues lo que ocurra allí define en buena medida lo que sobreviene al resto de Suramérica, dada su dimensión económica, precisó el conocido analista.
Otros expertos señalan que en un año de comicios municipales para elegir alcaldes, los conservadores apuntan al PT, considerada la agrupación más atacada en la última década por los medios de comunicación masiva que responden al gran capital.
Estas fuentes consideran que si Lula se presenta en el 2018 caerá sobre él una andanada de mentiras para tratar de confundir a la población y que la derecha llegue a las elecciones en mejores términos que en la actualidad, luego de que recibiera un fuerte aliento cuando sus representantes ganaron la presidencia en Argentina y la Asamblea Nacional en Venezuela.
Incluso, hay previsiones de que si Lula se presenta y gana, el camino queda expedito también para el posible retorno de Cristina Fernández en Argentina, ya que el candidato de su partido Frente para la Victoria solo perdió por tres puntos porcentuales frente al derechista Mauricio Macri, quien en tres meses ha dictado 29 decretos que ponen al país contra la pared en términos económicos.
Durante los 12 años consecutivos de gobiernos petistas, y a pesar de la crisis económica mundial a la cual Brasil no escapa y a los ataques internos, se observa un mejoramiento en la calidad de vida de la población más vulnerable. Son 28 millones los brasileños que dejaron atrás la pobreza, subió el poder adquisitivo, se redujo el desempleo, se entregaron viviendas con el plan “Mi casa bonita”, mantienen el proyecto bolsa-familia (entrega mensual de dinero para que los niños no trabajen y asistan a la escuela), el programa “Más médicos”, que atiende de manera gratuita a los de menos poder adquisitivo, entre otros proyectos socioeconómicos alcanzados, gracias a una mayor redistribución de la renta petrolera, con PETROBRAS como palanca de desarrollo social.
Rafael jusan
17/3/16 5:59
Brasil precisa mudar. O texto acima não relata a verdade que aqui está a ocorrer.
eduardo dominguez
16/3/16 14:11
El fascismo vuelve a atacar a América mueran los neoliberales gatos de EUA. y los monopolios internacionales.
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