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viernes, 15 de noviembre de 2024

Donald Trump: palabras y dudas

Donald Trump proyectó ante el Congreso su visión de gobierno, solo que persisten los cuestionamientos y las reservas...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 03/03/2017
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Donald Trump
Donald Trump durante su discurso al Congreso.

Dicen algunos que la primera comparecencia de Donald Trump ante el legislativo norteamericano, asesores mediante, mostró a una figura menos ríspida, más conciladora y más cercana a la imagen de un presidente tradicional.

Y quienes hayan seguido las imágenes de este encuentro pudieron, en efecto, ver a un mandatario de maneras más controladas, clamando por la unidad nacional y el cese de enfrentamientos políticos, y  apelando a la idea de lograr juntos un Estados Unidos más potente “en su liderazgo”.

Desde luego, en términos prístinos, nada tiene de sospechoso o criticable que un jefe de Estado abogue, al menos en sus discursos, por la fortaleza de su país, el desarrollo de la economía, una sociedad más segura, y mayores oportunidades para sus compatriotas.

Sin embargo, lo cierto es que desde hace mucho tiempo, y sobre todo en ciertos casos históricos, no vale solo la retórica cargada de bellas promesas y metas altisonantes sin que se exponga claramente como y a que costos serán logradas semejantes metas.

Porque, por ejemplo, si es plausible intentar que el país originario avance, mucho más trascendental es a estas alturas determinar si lo hará mediante buenas maneras, o pisoteando al resto de las naciones y pueblos a cuenta del beneficio propio.

Y es que cuando se habla de liderazgo y a la vez se multiplican los gastos militares a cifras récords, se exalta la prosperidad propia mientras se estimula el cierre de fronteras comerciales y territoriales, o se arremete –en un neto país de inmigrantes- contra otros inmigrantes por su credo o procedencia, ciertamente las cosas no resultan tan brillantes y diáfanas como se les intenta proyectar.

Es entonces cuando despiertan grandes dudas las referencias de Trump a “negociar y no confrontar” o los vaievenes que alaban hoy para demonizar mañana.

Eso, junto al hecho de que la unidad sólida y real no puede ser convocada ni forjada si no implica racionalidad, consulta, intercambio y consenso, porque reclamarla únicamente para que la gente se trague mansamente lo dispuesto por una de las partes, no es más que pura demagogia, puro cuento, y neto apego a la forma y no al contenido.

Y de alguna manera, al menos en los primeros instantes luego de su comparecencia, parecería que buena parte de los planes y conceptos expuestos por el nuevo presidente no encontraron mayor eco entre la minoría demócrata del legislativo y entre aquellos repúblicanos que le consideran aún una figura dañina a la marcha y el futuro del país.

La situación amerita entonces no apresurarse en juicios conclusivos. Así, para muchos analistas, el episodio en el Congreso, si bien mostró ligeros retoques formales, no implicó cambios fundamentales en las líneas que Trump pretende hacer centro de su ejercicio ejecutivo.

En consecuencia, a la hora de acercarse a sus promesas y proyectos habrá que seguir ejerciendo la cautela y esperar que depara el curso de los días y de los acontecimientos. Sobre todo, si la Casa Blanca consolida finalmente o no una trayectoria consecuente (por mala que sea), y ajna por tanto a los repetidos e insospechados giros y bandazos de los últimos tiempos.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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