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jueves, 31 de octubre de 2024

Dividir es imponer

USA estimula la carta del secesionismo como instrumento de su geopolítica dominadora...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 01/12/2021
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Estados Unidos y Siria
Siria e Irak, dos estados claves en las viejas apetencias hegemonistas de controlar Oriente Medio y Asia Central

Rabiosamente celosa con su cuestionable “integridad territorial” hasta llegar a una guerra civil de proporciones extremas en el siglo XIX, la claque imperial-hegemonista que controla el poder en los Estados Unidos no ha tenido ni tiene límites en agitar las pretendidas “autonomías” internas para soliviantar a otros.

La historia es pródiga en las prácticas oficiales estadounidenses para dividir la sociedad en “naciones incómodas” a partir de enfrentar a sus ciudadanos aprovechando diferencias políticas, de credo, raciales y otros intereses sectoriales, o sembrando a los propios gringos en otros patios hasta convertirlos en una activa quinta columna capaz de desmembrar países ajenos (caso Texas con relación a México, o Hawái, en medio del Océano Pacífico).

Y por estos días de geopolítica exacerbada, Siria e Iraq, como dos Estados claves en las viejas apetencias hegemonistas de controlar Oriente Medio y Asia Central, enfrentan los no menos añejos diseños de “recomposición” forzada de sus respectivas geografías y demografías para satisfacer los planes de la primera potencia capitalista y sus anuentes aliados y cómplices.

En el caso sirio, se ha recurrido a la presencia ilegal de tropas norteamericanas en ese país para no solo dedicarse a la protección y estructuración de contingentes terroristas y el descarado robo de petróleo y otros insumos locales, sino también para promover pretendidos grupos secesionistas asidos a la multiplicidad tribal, religiosa y étnica de la población.

Washington, incluso, no ha dudado en poner en entredicho sus particulares relaciones bilaterales con Turquía al brindar apoyo militar a segmentos kurdos radicados históricamente en Siria, a los que pretende utilizar para desgajar espacios bajo la jurisdicción histórica de Damasco, o engatusa a reducidos asentamientos humanos y hasta familias para que tomen las armas contra el gobierno central a cambio de dádivas monetarias o promesas de futuras prebendas individuales.

Una política que también promueve en el fronterizo Iraq, según denuncia de los líderes de la resistencia popular en esa nación todavía ocupada por tropas estadounidenses.

Nótese que en ambos casos es precisamente la injerencia militar de los Estados Unidos la promotora de las pretendidas “ansias de autodeterminación” de los grupos soliviantados para ejecutar los tajos planificados por el Departamento de Estado, el Pentágono, y la recua de organismos de subversión y espionaje del pretendido “líder de Occidente”.

De hecho, es útil recordar que también en ese intenso programa desestabilizador han desempeñado y desempeñan un papel relevante las alianzas y compromisos oficiales norteamericanos con ramas extremistas islámicas, desde la Al Qaeda de Osama Bin Laden, hasta el  rabioso Estado Islámico, que justo en sus días de esplendor llegó a ocupar amplias extensiones de Iraq y Siria para fundar un acariciado califato terrorista.

Proyectos todos que, al decir de Qais al-Jazali, uno de los jefes de la las Unidades de Movilización Popular de Iraq, conforman la pretensión de desmembrar a las naciones de Asia Central y Oriente Medio para facilitar su dominio externo y brindar al Israel sionista todas las posibilidades de actuar con manos libres en sus espacios colindantes.

Por su parte Damasco, a través de su cancillería, manifestó que el impulso norteamericano a pretendidas “autonomías” en Siria y otras naciones vecinas persigue el propósito de debilitar a los pueblos árabes, poner obstáculos a una posible unidad de propósitos, y lograr establecer un férreo dominio hegemonista en una zona geográfica vital.

Como para preguntarle a la Casa Blanca si se las tomaría en serio o no si un día, no ya los indígenas masacrados y echados de sus tierras originarias o los mexicanos que despertaron anexados por la fuerza a los Estados Unidos, sino los supremacistas que, entre otros “actos patrióticos”, atacaron el Capitolio, proclamaran una república independiente dentro de USA porque no congenian con el gobernante de turno en la Oficina Oval.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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