El próximo día 30 el gobierno de Nicolás Maduro deja el futuro político de Venezuela a su pueblo, el que deberá pronunciarse en elecciones libres, directas y secretas sobre los 537 diputados que instalarán la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), un paso decisivo para lograr la normalización y la estabilidad del país, según esperan las autoridades.
En una recalcitrante postura que en los últimos tres meses dejó más de 90 muertos y unos 1 400 heridos, los partidos radicales de derecha aglutinados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) acordaron, en cambio, la convocatoria a una consulta popular el 16 de este mes sobre la ACN, de la que solo se conoce, hasta hoy, el anuncio del sabotaje a la propuesta oficialista.
Ahora, con la salida de la cárcel del dirigente ultraderechista Leopoldo López para cumplir el resto de su condena de casi 14 años en su hogar “por razones humanitarias por razones de salud”, analistas consideran que puede haber una radicalización de la derecha para, como declararon algunos de sus representantes, darle un empujón a Maduro para sacarlo de Miraflores.
Dirigentes conservadores declararon en las últimas horas que fueron las sangrientas protestas de calle que ejecutan desde hace tres meses las que determinaron la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de una “medida sustitutiva” para López, principal instigador de las acciones subversivas del 2014 que dejaron 43 muertos y centenares de heridos. La libertad de este individuo era exigida por gobiernos aliados de Estados Unidos y la media manipuladora, que lo convirtieron en un héroe de la contrarrevolución cuando en realidad es un individuo sin escrúpulos.
Las primeras imágenes del ex alcalde del municipio de Chacao transmitidas por Telesur lo muestran en óptima forma, saludando a sus seguidores desde el balcón de su residencia en Caracas. De cualquier manera habría que esperar por los próximos pasos del gobierno y también de la MUD, los cuales pueden ser decisivos para el futuro de la Revolución Bolivariana.
Sin dejarle oportunidades a un diálogo nacional ofrecido por Maduro, el llamado del Papa Francisco, instituciones como el CARICOM, y personalidades políticas, la derecha venezolana financiada por Estados Unidos –en un esquema muy parecido al del derrocamiento de Salvador Allende en Chile en 1973- los contrarrevolucionarios siguen una pauta cuya prioridad ahora es la creación de un ilegal poder paralelo y de enfrentamiento violento al chavismo.
Los planes están claros: si hay dos grupos políticos con poderes constituidos se declara la ingobernabilidad nacional que daría paso a una intervención extranjera para supuestamente restablecer el orden interno; y boicot de los comicios de fines de mes mediante la continuidad permanente de acciones vandálicas para intimidar a los electores e impedir la votación de los diputados a la ACN.
Para la psicóloga Maryclén Stelling, se consolida la cultura del miedo, el odio y la violencia como parte de la cotidianeidad venezolana, con un ingrediente “importado”, dijo, que son los paramilitares colombianos identificados en las acciones callejeras.
En opinión de Stelling, se trata de extranjeros vecinos que constituye una mano de obra sobrante “en un país, agregó, que habla de pacificarse”.
Mientras la derecha asume un rol denigrante, sin un proyecto político conocido salvo el de derrocar a la Revolución Bolivariana y aleja la posibilidad del diálogo, millones de venezolanos, en cambio, se preparan para celebrar los comicios de la ACN, considerada la carta principal y última que jugará Maduro para tratar de alcanzar la conciliación de las diferentes fuerzas políticas y encauzar el país a un desarrollo sostenible en la llamada etapa post-petrolera.
La ACN, siempre exigida por la oposición que ahora la rechaza, está pensada para poner fin al aumento de los conflictos generados por un plan internacional contra el chavismo y cuyo principal objetivo es apoderarse de las riquezas naturales del país y colocar en lugar de Maduro a un títere aliado a Estados Unidos, como fue siempre antes de la Revolución de Hugo Rafael Chávez.
El gobierno y el pueblo conocen que atraviesan un golpe de Estado orquestado en la Casa Blanca y apoyado a lo interno por una élite poco creativa y en lo internacional por la poderosa maquinaria oligárquica y mediática que rebasa las fronteras de América Latina.
Pero si fuerte es la derecha imperialista también lo es la resistencia del gobierno y el pueblo bolivariano que, aún con el dolor de la pérdida de Chávez, resiste las embestidas de los tres últimos meses, la supuesta última fase del plan imperialista que busca, de manera desesperada, la intervención militar foránea.
El Departamento de Estado del presidente Donald Trump ya debería estar consciente de que nunca logrará aplicar a Venezuela la llamada Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos (OEA), a pesar de que el Secretario Rex Tillerson aseguró que el tema se terminaba en la última Asamblea General de esa organización el pasado mes.
Al menos así se lo comunicaron a Tillerson, para conocimiento de Trump, el fracasado Secretario General de la OEA, Luis Almagro, y el anfitrión de la reunión celebrada en Cancún, el canciller mexicano Luis Videgaray. El Comando Sur, merodeando en aguas del Caribe, debió enfilar por el momento sus cañones hacia otra parte.
Trump, ante el nuevo fracaso y a pesar de la articulación del jefe del Comando Sur, Kurt Witt, con la oposición venezolana –según declaró en abril pasado- pidió “ayuda” a la Unión Europea para derrocar a Maduro, un presidente legítimo electo en las urnas, cuyo delito es la práctica de una ideología y unos principios opuestos a los del imperialismo norteamericano y sus lacayos.
Para algunos expertos, Washington maneja la hipótesis de buscar un sustituto –militar o empresarial- para sacar del juego a la dirección de la MUD que en 18 años no logró derrocar al gobierno, carece de líderes nacionales, gasta el dinero de sus contribuyentes y es incapaz de entregarle el petróleo nacional.
Aunque pocos dudan de que en su pataleo los extremistas conservadores sigan su pauta amplificada por la oligarquía mediática internacional que distorsiona los hechos y cataloga de dictadura un gobierno legítimo que marca elecciones libres y pone los muertos en las confrontaciones, el Presidente Maduro y la alta dirección de las Fuerzas Armadas Bolivarianas siguen blindados en la unión cívica-militar.
El Ministro de Defensa, Vladimir Padrino, hizo un llamado al diálogo y a un acuerdo nacional mediante la ACN, al cese de la violencia y a la paz, pocos días después de la sustracción de un helicóptero de la base de La Carlota, cerca de Caracas, que ametralló y lanzó granadas contra dos instituciones estatales, sin causar mayores daños materiales, pero sí buen trigo a la media privada que habló de deserciones y traiciones en los mandos militares intermedios.
En su intento por aislar y crear falsas expectativas sobre la situación en Venezuela, los grandes medios de comunicación tergiversan la realidad del país bolivariano, y siguen una ruta trazada – tal como hicieron en el Chile de Allende- sobre, por ejemplo, la supuesta violación de los derechos humanos, la ingobernabilidad del país, y la necesidad de la intervención extranjera.
Reconocido por su prestigio como gobernante, el presidente Maduro afirmó este jueves que “La constituyente del 2017 tiene tres objetivos. El primero, lograr la paz y la justicia, transformando el estado y cambiando todo lo que haya que cambiar. Lo segundo, establecer la seguridad jurídica y social para el pueblo y el tercero perfeccionar y ampliar la Constitución pionera de 1999".
En una transmisión radio-televisiva desde el Complejo Francisco de Miranda, en el estado Bolívar, gobernado por el derechista Henrique Capriles, explicó que la Carta Magna de 1999 en su artículo 347 establece el actual proceso constituyente, por lo cual su activación es absolutamente legal.
"Esta Constituyente que vamos a elegir el 30 de julio, afirmó, tiene varias misiones que cumplir. La primera de todas es la paz, lograr la paz a través del diálogo, del entendimiento nacional. Nacional de verdad, no con la élite política de la MUD. Con ellos hay que hablar, pero hay que hablar con el vecino del barrio, de la comunidad, un gran diálogo constituyente".
En su discurso destacó que “la ANC es el único camino que nos queda para lograr la paz y la estabilidad de Venezuela, que se ve vulnerada por sectores extremistas de la oposición” y reiteró que el día 30 se estará eligiendo entre la paz y la guerra, entre la independencia o la intervención gringa, entre la tolerancia y la inclusión versus odio, persecución y la intolerancia. La paz tiene un sólo nombre: Asamblea Nacional Constituyente".
En las elecciones se elegirán a 537 diputados que integrarán la ACN: 173 miembros sectoriales —entre trabajadores, estudiantes, comunas, campesinos y pescadores, pensionados, personas con discapacidad y empresarios— y 364 territoriales, a razón de uno por municipio, dos por capitales de estado y siete por Distrito Capital.
El Presidente aseguró que tiene varias propuestas para la eventual nueva ACN, entre ellas un proyecto de ley constitucional para la regularización de precios que combatan la especulación fomentada por la guerra económica impuesta por la oligarquía empresarial en sus planes de golpe de Estado.
También sugerirá un proyecto de ley que brinde poderes plenipotenciarios a la Comisión por la Verdad, Justicia y Paz, para que enjuicie y establezca la verdad de los crímenes cometidos en las acciones violentas ocurridas este año.
Estas propuestas – argumentó- formarán parte de los instrumentos legales que se elevarán a la ANC, la cual será instalada, de acuerdo con el gobierno, en el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo en un lapso de 72 horas tras la proclamación de los integrantes.
La ACN, explican distintos dirigentes del gobierno y de las agrupaciones políticas oficialistas, entre ellos el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el mayor del país, es la solución para los problemas internos, ya que, aseguran, tendrá el poder originario y plenipotenciario de toda la República.
Esta organización es, estiman esos sectores, la única opción democrática y libre para la Venezuela actual.
La Constitución Nacional emanada de la ACN, según planes oficiales, adaptará a los nuevos tiempos la de 1999, y luego será sometida a referendo para que sea aprobada para el pueblo. “Que decida el pueblo”, remarca en sus intervenciones el presidente Maduro.
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