Lo peor que está sucediendo a los líderes europeos del oeste es haberse “acostumbrado” al mito de que la región no puede existir sin la tutela de los Estados Unidos.
Vale recordar que es un cuento afianzado, sin dudas, en duras experiencias.
La Europa de los añejos imperios fue también la de las eternas querellas, y si en la Edad Media o los tiempos modernos el asunto se zanjaba en espacios más o menos constreñidos, la Primera y la Segunda Guerras Mundiales significaron para la zona pérdidas decisivas en la “alcurnia global”.
Los Estados Unidos consagraron entonces, sobre las cenizas de la última conflagración, su control absoluto del occidente europeo… y no está dispuesto a dejarlo de la mano fácilmente.
Y es que no puede haber competidores a sus pretendidos poderes planetarios absolutos, y en ese sentido una UE sensata, fuerte e independiente resulta tan indeseable para Washington como lo son hoy Rusia y China, o lo será cuanta nación o conglomerado internacional puedan crearle barreras a sus apetencias, no importa su filiación política.
Sobre el particular, analistas como Boaventura de Sousa Santos, por ejemplo, explican que en términos de la doctrina de los poderes hegemonistas norteamericanos “el principio con respecto a los europeos es consolidar la condición de socios menores que no se atrevan a perturbar la política en las zonas de influencia Made in USA”.
Europa Occidental, prosigue el estudioso, “debe ser un socio fiable para Washington, pero no puede esperar reciprocidad. Por eso la UE, ante la ignorante sorpresa de sus líderes, fue excluida del AUKUS, el recién instituido tratado de seguridad para la región del Índico y el Pacífico entre EE.UU., Australia e Inglaterra. La estrategia del socio menor requiere que se profundice la dependencia europea, no sólo en el ámbito militar (ya garantizado por la OTAN) sino también en el económico, es decir, en términos energéticos”.
En consecuencia, los europeos del oeste deben no chistar y ser capaces de enfrentar todos los riegos y penurias, hasta el ser barridos del mapa, para que del otro lado del Atlántico el socio irascible y absolutista conserve la posibilidad de “rezar” por los santos difuntos mientras hurga entre sus cenizas.
De ahí que exista mucha gente que no puede menos que alebrestarse con aquellos responsables políticos regionales que no ven, no quieren ver, o ven y callan cuanto de humillante y riesgoso deben soportar sus conciudadanos por cuenta del acato oficial a lo que dictan otros.
Lamentablemente, no falta razón a quienes por estos días han llegado a tildar de “piltrafa de USA” a una Unión Europea que acaba de reunirse con urgencia en Versalles, y no es capaz de trazar una línea particular sobre una crisis que le llevaron a su propia casa los mismos intereses foráneos que ni la estiman ni la respetan.
- Consulte además: Rusia-Ucrania: un conflicto histórico (+Línea de Tiempo)
Si Europa Occidental constituyera lo que la verdadera comunidad mundial requiere, y fuese capaz de actuar a partir de sus propias urgencias y razonamientos, seguramente no se hubiese prestado dócilmente al avance militar trasgresor de la OTAN hacia el Este —incluida la extrema provocación a través de Ucrania— contra la seguridad e integridad del coloso bicontinental ruso, una potencia que hizo todo lo diplomáticamente posible por evitar la guerra y advirtió más de una vez sobre lo que podría sobrevenir.
Y si ciertamente velara por los intereses de su gente, tampoco pusiera en juego su economía y el complejo energético de sus Estados miembros desestimando, bajo el argumento de “sanciones necesarias”, el esencial abasto ruso de gas y petróleo para ponerlo finalmente en la cesta de los grandes monopolios norteamericanos, que para nada van a considerar sus “servicios a la causa democrática” a la hora de cobrar sus abultadas facturas.
Por demás, Versalles terminó con la misma repetitiva anuencia eurooccidental a la estrategia geopolítica de los Estados Unidos: desde insistir en demonizar y enjaular a Rusia y empantanarla militarmente en Ucrania, hasta asegurarle sin rubor alguno a Kiev, una vez iniciado el incendio, que olvide las promesas de su incorporación inmediata a la UE y el involucramiento directo de la OTAN en su presunta defensa.
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