Alonso Guillén era un dreamer. Llegó a Estados Unidos siendo niño, y aplicó a DACA, siglas en inglés de la orden ejecutiva del presidente Barack Obama que significa Acción Diferida para los llegados en la Infancia. Sus padres lo llevaron a ese país siendo muy pequeño, y cuando en 2012 se estableció DACA, pidió protección para evitar ser deportado. Alonso fue encontrado muerto después de ofrecerse como voluntario para ayudar a afectados tras el huracán Harvey: murió ahogado.
Los beneficiados por DACA suman 800 000. El plan de Obama para ellos, una salida de emergencia ante el estancamiento del Congreso, ofrece un permiso de trabajo o estudio, así como la posibilidad de tener una licencia de conducción. Llegaron a ese país por decisión de sus padres, muchos no hablan español, y se sienten estadounidenses. Obama decidió protegerlos, no por sensibilidad a la desventaja del inmigrante, sino porque estudian, son parte de la fuerza laboral, muchos altamente calificados, trabajadores, inteligentes, que contribuyen decisivamente a la economía de ese país.
Los primeros en protestar son los latinos, que ven regresar el miedo de ser deportados. Pero, quizás los segundos son los que se benefician del trabajo de los jóvenes latinos.
Timothy D. Cook, el director general de Apple, probablemente la industria tecnológica más poderosa de Silicon Valley, sin quitarle lugar a Google y Facebook, dijo en Twitter que “los Dreamers contribuyen a nuestras compañías y comunidades tanto como tú y como yo”. Esta solidaridad pública se debe a que cientos de empleados de Apple están cubiertos por DACA.
Brad Smith, el presidente de Microsoft también mostró preocupación: “Si el Congreso no actúa, nuestra compañía protegerá a nuestros empleados. Si el gobierno busca deportar a alguno de ellos, nosotros pagaremos asesoría legal”.
“Este es un día triste para nuestro país”, dijo el inventor y principal dueño de Facebook. “Siempre hemos sido una nación de inmigrantes, y los inmigrantes siempre han hecho nuestra nación más fuerte”.
Deportar a los llamados jóvenes latinos es restar lo que valen, y gastar en las muchas fuerzas de seguridad de inmigración que tendrían que perseguirlos por todo el país.
Con esta decisión, Trump lanzó la pelota al equipo contrario. El DACA protege por dos años prorrogables, elimina ahora la renovación, y no acepta más aplicaciones. Y fue duro, le dijo al Congreso algo que quizás muchos estadounidenses quisieran gritar frente al Capitolio: hagan su trabajo. Lo dice porque DACA es una decisión presidencial, y falta la ley que reforme el sistema migratorio, que en ese país tiene nada menos que 11 millones de indocumentados. Trump fue claro: resuélvanlo ustedes, hagan ley el DACA o lo contrario. A veces para que las cosas se resuelvan tienen que ponerse muy malas.
Se escuchan críticas desde todos lados, lógicamente desde la comunidad latina, y lo interesante es que también vienen del Congreso, de demócratas y republicanos, hasta del conservador y camaleónico Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes. Es decir, el mismo Congreso que no es capaz de ponerse de acuerdo para aprobar una reforma migratoria critica a Trump por eliminar el DACA, una solución emergente a las profundas diferencias del legislativo.
De hecho, el magnate inmobiliario devenido presidente ha sido coherente, lo dijo desde el principio: eliminaremos el DACA, afirmó frente a una horda de seguidores, con su tradicional desdén por casi todos los seres humanos que no se parezcan a él.
El presidente Obama, que ha intentado mantenerse al margen de las controvertidas decisiones de su sucesor, pero esta vez no ha podido guardar la forma, le respondió en Facebook: La decisión está equivocada, es autodestructiva y cruel. “Seamos claro, la acción tomada no es necesaria desde el punto de vista legal, es una decisión política, y una cuestión moral”. Y explica algo que es sabido, Trump justifica su decisión con que lo más importante son los estadounidenses. Un arma de doble filo, porque implica una definición muy estrecha de lo que es estadounidense, o un joven llegado con un año de edad a Estados Unidos, que no habla español, estudió, hizo amigos allí, ¿no es estadounidense?
Agrega: lo esencial son los trabajos de los estadounidenses. Pero expulsarlos no disminuirá el desempleo de los estadounidenses, o aliviará los impuestos, o incrementará los salarios de nadie. Un dreamer, o beneficiado por el DACA, es cualquiera, es el programador de Facebook, o el agente policial que murió salvando a afectados de Harvey en Texas. Pero Trump no ve rostros, no ve seres humanos, ve etnias, color de la piel, y origen. Segregar, expulsar al distinto, ya ha pasado antes en la historia con un triste resultado.
Joe
7/9/17 15:26
Este señor Trump mientras más cosas hace más me hace pensar que está fueera de sí. Si se fueran todos los emigrantes que han llegado a EE.UU yo vería lo que iba a hacer. Ufffff, ¿y uno se pregunta todavía cómo salió presidente?
Jose
7/9/17 12:44
Cristina Escobar!!!! qué bueno saber que está por esta revista a la que soy asiduo. Y me encanta ella como comentarista, este es un artículo superbueno. Felicidades a Cubahora. Ojalá pudiera ponerse video en los trabajo de ella.
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