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miércoles, 6 de noviembre de 2024

Crisis permanente en Haití

El gobierno de República Dominicana dijo que construirá un muro fronterizo para evitar la emigración haitiana...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 06/04/2021
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Muro fronterizo-Haiti-Rep Dominicana
Valla provisional que prohíbe el paso de los haitianos que huyen del hambre y la violencia en su país.

Haití, una pequeña nación caribeña, también la más pobre de la América sureña, vive una crisis política permanente resultante de una historia singular en la que siempre recibió la peor parte de distintas colonias y, ahora, de su vecina República Dominicana, con la que comparte la ínsula La Española.

Dos hechos sobresalen en los últimos meses en torno a ese país violado por la injerencia extranjera y las invasiones de Estados Unidos, que secuestró en 2004 a su presidente legítimo Jean-Bertrand Aristide, a quien sacaron por la fuerza y trasladaron a otro país.

Su pueblo, además de las vejaciones de los soldados norteamericanos, sufrió también violaciones a los derechos humanos de los militares de la ONU que viajaron allí, según la organización mundial, para colaborar en la recuperación nacional luego del terremoto de 2010, que dejó más de 10 000 fallecidos y destruida la pésima estructura habitacional de los haitianos.

Esos soldados, acusados de abusar sexualmente de niñas y mujeres, también introdujeron el virus del ébola, que diezmó a la pobre población de la porción oeste de La Española.

Haití, que sufrió la dictadura de la millonaria familia de Francois Duvalier por más de tres décadas, retornó a la llamada democracia representativa, sin que hasta ahora, con la excepción de Aristide, contara con un mandatario que pusiera las condiciones del pueblo por encima de los intereses de la pequeña, pero fuerte oligarquía local.

Desde hace varios meses, el pueblo valiente de Haití lucha en las calles para exigir la renuncia del presidente Jovenel Moïse, un terrateniente que es considerado un dictador por su pueblo, al implantar medidas neoliberales aún más crueles de las ya conocidas, y una represión sin precedentes.

Hasta ahora, y aunque las movilizaciones populares no cesan, el mandatario, cuyo mandato debió terminar en febrero pasado, según la Constitución Nacional, se niega a entregar el cargo y propuso elecciones antes de que concluya este año.

Para analistas, Estados Unidos solo espera el momento más propicio para volver a intervenir militarmente en Haití, ya que el gobierno y la oposición, y sin unidad en esta última, no quiere mediadores para llegar a un proceso de paz aunque sea relativo.

La organización ecuménica Religiones por la Paz expresó su deseo de interceder en el conflicto. En ese sentido, la Dirección Política de la Oposición Democrática (DPOD), que reúne a varios partidos moderados y radicales, reiteró que no tiene “intención de traicionar las demandas de la población ni de dedicarse a la repetición de discusiones estériles”.

La DPOD, líder de las recientes protestas contra el gobierno y las denuncias a la reforma constitucional, dijo que Moïse piensa aprovecharlas a su favor para alargar su mandato, “las negociaciones solo están destinadas a debilitar la movilización y conceder indulto a quien ocupa ilegalmente el Palacio Nacional”.

Gremios de abogados, agrupaciones sociales y sindicales consideran que la solución del diferendo pasa por la renuncia del presidente y la instauración de un gobierno transitorio hasta que se convoque a presidenciales, pero Moïse negó repetidamente que no entregará el poder a una administración provisional.

El ministro delegado para Asuntos Electorales convocó a la oposición a elegir un líder, e ir a las elecciones

“No iremos a ninguna parte sin un diálogo, sin un consenso”, dijo a una radio local el expresidente de la Asamblea Nacional Simon Dieuseul Desras.

El exparlamentario confirmó sus dudas sobre la capacidad de la oposición de estabilizar a la empobrecida nación en 2022, y criticó su presunta falta de liderazgo.

No tienen, precisó, un proyecto común, lo que, según su criterio, demuestra falta de voluntad política, y quedó demostrado, dijo, cuando designaron a un presidente provisional que recibió críticas de sus propias filas y del oficialismo.

Los diversos sectores de la oposición en Haití rechazaron sostener un diálogo con el régimen de Moïse, al que consideran ilegitimo por continuar en el Palacio Presidencial cuando ya concluyó su mandato.

Partidos como Fanmi Lavalas, Pitit Dessalines, Fusión de Partidos Socialdemócratas u Organización del Pueblo en Lucha, a los que se suma la plataforma Sector Democrático y Popular, reiteraron que el país no tiene condiciones para un proceso electoral libre, justo y transparente, en medio de la creciente inseguridad y la multiplicación de las bandas armadas.

EL MURO DE LA DISCORDIA

En medio de esta compleja situación interna, República Dominicana anunció su intención de construir un muro o doble verja perimetral de 190 km de extensión a un costo de 100 millones de dólares para frenar lo que el gobierno de esa porción de La Española calificó de “graves problema de inmigración ilegal”.

Similar al proyecto sin éxito del expresidente de Estados Unidos Donald Trump con su vecino México, la decisión genera criticas entre los dominicanos por el gasto millonario de esta obra de gran magnitud, en una parte de los 370 km que comparten los dos países, uno paupérrimo y el otro con notable crecimiento económico anual, aun en las actuales condiciones mundiales.

El mandatario dominicano, Luis Abinader, hizo el anuncio en su mensaje anual ante la Asamblea Nacional, el pasado 27 de febrero, pero a principios de enero había comunicado su proyecto durante una reunión bilateral con su par haitiano, en la que hubo énfasis en el tema limítrofe.

Autoridades dominicanas estiman que en su parte de la isla hay medio millón de haitianos de manera irregular, según la Encuesta Nacional de Inmigrantes, quienes salen huyendo del hambre, la violencia, la represión policial y la falta de oportunidades.

Hasta ahora se levantaron 23 km del primer muro latinoamericano y caribeño, en tanto, es posible que a finales de este año sean 30.

Medios oficiales dijeron que están en negociaciones con varias compañías israelíes y españolas entre las que decidirán la que hará efectivo el proyecto.

Esta valla estará dotada de equipos de alta tecnología. Además habrá gran presencia de agentes fronterizos en la zona.

Para el periodista dominicano Germán Marte, de El Día, hay en su país, que vive de la industria turística, una minoría ultraconservadora “muy mediática y ruidosa”, la que considera a los haitianos, negros y pobres, “un grave peligro”.

Al considerar la situación de la población urbana, “cuando la desesperación se apodera de un pobre hambriento no hay muro que lo detenga”, escribió en su artículo y expresó que “en lugar de muros que dividan es preferible construir puentes de entendimiento, de solidaridad y cooperación entre los dos pueblos”.

También la analista Sandra Cohen recordó en su blog, publicado en Globo, que “la relación entre ambos países nunca ha sido fácil” y que en los últimos años es marcada por la migración haitiana y por la xenofobia del lado dominicano.

Para algunos politólogos la actitud presidencial es sorprendente, pues en su cita con Moïse le prometió un programa de ayuda en la construcción de hospitales y escuelas.

Sin embargo, en otra intervención afirmó que pondrá fin “en un plazo de dos años a los graves problemas de inmigración ilegal, narcotráfico y tránsito de vehículos robados que padecemos desde hace largo tiempo”.

Para el profesor Juan Miguel Pérez, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, puede esperarse un cambio en la política nacional con el presidente Abinader, por lo que esperamos, dijo, una variación de la política tradicional y hacerla más amistosa hacia los inmigrantes haitianos, con la ayuda prometida a Moïse. Es probable, aseguró, que el anuncio del muro sea un seguro con el cual garantiza la tranquilidad de los sectores más conservadores.

Los grupos más adinerados de República Dominicana ven en Haití la antípoda de su país. El gobernante de facto dominicano Rafael Trujillo (1930-1961) refirió que Haití “era un atraso” y trabajó para “blanquear” la sociedad de su país matando en especial a revolucionarios negros y mulatos.

Los historiadores estiman que entre 9 000 y 20 000 haitianos resultaron asesinados en la llamada Masacre del Perejil por órdenes de Trujillo. Los cadáveres fueron arrojados en el río Masacre de República Dominicana, y desde entonces las relaciones cambiaron totalmente entre las dos naciones.

A pesar de la reticencia hacia los negros haitianos, en la población dominicana hay un alto número de descendientes de africanos y es también emisor de emigrantes. Sin embargo, una buena parte de sus ciudadanos además del componente racial de la discriminación, odian a los haitianos por su alto nivel de pobreza y de tener historias diferentes respecto al coloniaje.

Durante generaciones, los migrantes haitianos trabajan en las plantaciones de azúcar de la parte este de la isla. Con la gran depresión de 1929 comenzó el exterminio masivo de los trabajadores haitianos, culpados de ocupar puestos de trabajo para los nacionales.

Pobre Haití. Siempre envuelta en burbujas de mentiras y atropellos. Un pedacito de Saint-Domingue vendida por Francia a España. La parte con menos recursos naturales y más de medio millón de negros esclavos. La de tierra reseca y peores playas. Pero sigue ahí, guapeando en El Caribe, siempre con la esperanza de que un día haya un cambio estructural en esas tierras que fueron las primeras en el mundo en independizarse de sus colonizadores franceses y españoles.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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