Las elecciones generales en Nicaragua tendrán lugar el próximo día 7 en un tenso contexto político en el que las fuerzas reaccionarias derrotadas durante el golpe de Estado de 2018 intentarán derrotar al actual binomio presidencial, Daniel Ortega y Rosario Murillo. Se espera que, una vez más, el pueblo nica vote con conciencia y repita las consecutivas victorias del izquierdista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
El gobierno del comandante Ortega, como otros de la región latinoamericana donde impera el humanismo y la justicia social, es blanco del ataque continuo de los conservadores, entre ellos la Iglesia Católica, aliada a los grupos más retrógrados de la nación centroamericana.
Por primera vez retorna a las urnas esta nación centroamericana -salvo las de la Costa Atlántica- de poco más de 6 000 000 millones de habitantes tras el golpismo de hace tres años cuando la reacción actuó con una violencia desmedida, que mantuvo a los nicas sumidos en el terror por tres meses.
Resultó una conjura de la empresa privada y la jerarquía eclesiástica, indican observadores políticos, haciendo de segundona de los criminales, guiándolos, protegiéndolos y ayudándolos mientras fingía mediar en el conflicto.
El balance del complot contra el pueblo y gobierno nicaragüense comandado por Ortega resultó trágico: hubo 1800 millones de dólares de daños a la economía, más de 70 fallecidos entre las filas del FSLN, asesinados en emboscadas o sacados por la fuerza de sus hogares; más de 20 policías muertos, torturas y violencia sexual.
En aquellos trágicos días, las fuerzas derechistas coordinaron y ejecutaron asaltos a las casas donde vivían los sandinistas; y realizaron un plan destructivo contra centros de salud y sedes institucionales, en una explosión de lo que algunos analistas catalogaron de “ludismo drogado”.
Solo la inteligencia, el valor y la denuncia de Ortega sobre el desmedido odio marcado por intentos de diálogos fracasados, usando al país como rehén, detuvo la criminalidad de los opositores. Las órdenes del Comandante Ortega fueron restablecer el orden en las calles.
La contrarrevolución una vez más fue aplastada por el poder popular que incluso organizó brigadas en defensa de la Revolución Sandinista en las comunidades.
En la actualidad discurre en Nicaragua un ataque mediático de grandes proporciones, en especial falsas noticias que seguramente se redoblarán en las dos próximas semanas, creando una realidad alternativa con lo que realmente ocurre en las tierras del general Augusto César Sandino.
Mientras la campaña se agudiza en el exterior, con un marcado interés político para desacreditar los comicios y, a posteriori desconocerlos –método empleado en Bolivia en 2019- en la nación centroamericana hay un ambiente de normalidad y convivencia ante la celebración del inminente proceso electoral.
Aunque el domingo 7 se enfrentarán seis binomios electorales y decenas de aspirantes a otros cargos en un amplio abanico de las oposiciones, las campañas contra el proceso electoral insisten todavía en que fueron sacados de la contienda las agrupaciones y candidatos que en su momento fueron detenidos y juzgados por participar en el delictivo proceso de 2018.
Las formaciones en contienda para ocupar la presidencia y su vice, además de los legisladores nacionales y del Parlamento Centroamericano son el Partido Liberal Constitucionalista, principal de la oposición, de donde han procedido dos presidentes de la historia reciente del país (Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños); el Frente Sandinista de Liberación Nacional, actualmente en el gobierno; el Camino Cristiano Nicaragüense; la Alianza Liberal Nicaragüense, principal partido opositor al FSLN tras las elecciones de 2006; la Alianza por la República y el Partido Liberal Independiente.
De acuerdo con la lista de aspirantes, en la que aparecen nombres conocidos de los comicios anteriores de 2011 o 2016, en esta ocasión solo falta, de entre los grandes, el Partido Conservador de Nicaragua, fundado por el marido de Violeta Barrios de Chamorro.
Barrios, quien gobernó el país desde 1990 hasta 1997, y mantiene una actitud hostil hacia las autoridades de Managua, solo obtuvo en lides previas el 2% de los votos y un solo escaño en el parlamento.
Ahora, cuando Ortega y Murillo pudieran repetir la victoria y ser reelectos, la contrarrevolución tanto interna como regional, insisten en que se ha impedido participar a la mayoría de los opositores con capacidad para destruir por vía pacífica la Revolución Sandinista. Nada más lejos de la realidad, como puede comprobarse de manera responsable.
Esos movimientos injerencistas y neocoloniales forman parte de las fechorías detrás de las cuales se encuentra de la Organización de Estados Americanos (OEA) y su desprestigiado secretario general, Luis Almagro, cuyas mentiras propiciaron el golpe de estado al reelecto presidente boliviano Evo Morales en octubre de 2019.
La OEA, que este año no estará como observadora en Nicaragua por decisión de su gobierno, promovió una resolución a petición de Estados Unidos (EE.UU.), en la que exige la liberación de los opositores detenidos y dio su veredicto sobre los resultados comiciales.
El bloque regional anticipó que los comicios “no van a ser ni libres ni justos”, sin mencionar que los políticos retenidos actuaron contra la legislación vigente en Nicaragua.
Esos individuos, que buscaban crear el caos interno, violaron, en especial la “Ley de Agentes Extranjeros” y la “Ley de Defensa de los Derechos del Pueblo a la Independencia, la Soberanía y Autodeterminación para la Paz”, que criminalizan a quienes trabajan en coordinación con enemigos externos para provocar sanciones económicas desvirtuando sus legítimas instituciones.
UN PAÍS EN PAZ
Las encuestas suelen ser engañosas en ocasiones, una táctica nada despreciable para algunos grupos políticos y sus prácticas mentirosas.
El pronóstico para el día 7 vaticina una nueva victoria del sandinismo, que, en la práctica, logró avances impensables en educación, vivienda, energía, vías de comunicación, y otros renglones fundamentales para la sociedad.
Nicaragua, por ejemplo, es uno de los pocos países en el mundo que guarda absoluto respeto a la igualdad de género, lo que se expresa en el reflejo paritario en las candidaturas. La Constitución Política de 2014, impulsada por el FSLN, instituye por ley que el 50% de las mujeres e igual número de hombres ocupen los cargos institucionales más relevantes.
Esta práctica se cumple también –según el Índice Global de la Brecha de Genero de 2020 – en las distintas áreas de la vida económica y social de la nación. De ahí que, según investigaciones demoscópicos, se proyecta que alrededor de ¾ partes de la población tiene intención de votar para defender sus conquistas, lo que supone un porcentaje muy elevado de aprobación, en principio, al sistema electoral.
A pesar del bombardeo mediático y de la intervención desmedida de figuras como el escritor peruano Mario Vargas Llosa, radicado en España, y notorio defensor de las causas imperiales, los nicaragüenses festejarán la democracia alcanzada bajo las banderas sandinistas.
La transparencia y fiabilidad de estos comicios están garantizadas, y no por la OEA ni otros bloques desestabilizadores, como la Unión Europea.
A propuesta de los partidos políticos participantes, más de 80 000 personas integrarán las 13.459 mesas electorales, conocidas como Juntas Receptoras de Votos, distribuidas en los más de 3000 Centros de Votación en funciones.
Además, las agrupaciones en pugna nombraron directamente a un conjunto de fiscales que estarán presentes en todas las fases del conteo, tanto en las Juntas Receptoras de Votos, como en los Consejos Electorales Municipales, departamentales y regionales, en los Centros de Cómputo y en el Consejo Supremo Electoral.
También estarán presentes 30 000 voluntarios que prestarán sus servicios como policías electorales en los Centros de Votación para garantizar el pleno derecho al voto en libertad.
Al decir de expertos, es prácticamente imposible que el resultado de estos sufragios generales no se atenga estrictamente a lo expresado libremente por la voluntad popular.
Lo más importante: ese día el pueblo nicaragüense velará, como nunca, por la paz en las urnas y en la heroica nación, sin permitirle paso a las sucias maniobras de la potencia norteña y sus aliados.
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