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sábado, 16 de noviembre de 2024

China: referente obligado

El gigante asiático pagó un sensible precio, pero nos abrió las esperanzas...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 02/04/2020
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Xi Jinping-China-Ciudad Wuhan
Xi Jinping visita la ciudad Wuhan en medio de su recuperación. (Tomada de elpaís.com).

Desde luego que no podían faltar los detractores y oportunistas. Desde un presidente hegemonista que aún gusta hablar del “coronavirus chino” en medio del total caos sanitario vigente en su país, hasta los que le siguieron la rima en el permanente empeño por desprestigiar a uno de los más colosales rivales de la raída preponderancia universal gringa.

Sembrar la desconfianza, encentrar a un “culpable”, y pintar de “siniestros y burdos manipuladores” a los “enemigos asentados en Beijing”, ha sido la ingente tarea del emporio mediático de Occidente y de varios de sus responsables políticos, que llegaron incluso a calificar de “abuso y represión antihumana” el confinamiento absoluto decretado en la ciudad de Wuhan, el primer epicentro de la nueva pandemia.

No obstante, el tiempo va demostrando de qué parte estaba la razón. Los que se cebaban en las elevadas cifras iniciales de contagios y decesos ocurridos en aquella región central de China, ahora son apabullados por su propia irresponsabilidad, falta de previsión, percepción distorsionada, eufemismo y carencia de real atención a la salvaguarda de sus conciudadanos.

Y luego de sus críticas, condenas y demonización del enfrentamiento chino a la COVID-19, y lamentablemente de forma muy tardía, han debido aplicar las mismas recetas de aquellos que hicieron blanco de sus vejaciones, o lo peor, siguen acudiendo a la reiterada demagogia como pretendido “remedio santo”.

Lo cierto es que a pesar de ser la primera víctima de una pandemia cuyos verdaderos orígenes y propagación están aún por determinarse, las autoridades chinas lograron frenar, en medio de las tensiones y el duro aprendizaje, a un enemigo desconocido que se sigue cebando en el resto de la población del planeta.

Ese logro encomiable y admirable, que en unos tres meses, y a pesar de sensible bajas, ya ha devuelto gran parte de la vida normal a Wuhan, obedeció a una táctica lógica: cercar el virus en su perímetro de brote; aislar en sus hogares a los ciudadanos dentro del cerco para cortar la cadena de contagio; eliminar y conjurar los factores que suponen la necesidad de movimientos y trasportación; estudiar y desentrañar a fondo el fenómeno; entrenar y proteger al máximo al personal médico; lograr dispositivos de detección efectivos; y poner a prueba todos los medios de curación posibles, incluida la milenaria medicina tradicional china.

En consecuencia, y mientras no se cuente con fármacos y métodos más específicos, las enseñanzas y el ejemplo chinos evidencian un aporte clave del gigante asiático al enfrentamiento a un enemigo silencioso y artero.

Pero más allá, y con el espíritu humanista que caracteriza a una medicina por el hombre y para el hombre, China divulgó de inmediato al mundo la cadena de ADN del virus una vez que fue detectada por sus especialistas, con vistas a impulsar con mayor eficacia la búsqueda por la colectividad científica global de un posible remedio a la pandemia. A ello suman el libre intercambio de sus experiencias en la recuperación de los enfermos, y la remisión a otras naciones de especialistas, médicos y ayuda técnica en el sabio entendido de que en esta batalla todos debemos vencer juntos, porque en verdad no hay oportunidades para el egoísta que pretenda sobrevivir por sí mismo.

Y si algo positivo hoy podemos dilucidar dentro de tanta agonía, desolación y angustias incentivadas por la pandemia, es que hay ordenamientos socioeconómicos incapaces, a pesar de sus muchos neones, de brindar una real y tangible garantía de protección y sobrevivencia a la humanidad, empezando por sus propias poblaciones.

Si el capitalismo ya estaba en crisis, el paletazo de la COVID-19 acciona como un inesperado y recio pie sobre ese gaznate que lo devora todo a su paso sin el menor miramiento, mientras clama por más odio, exclusión y cerril apego a la violencia y la imposición a toda costa y a todo costo, aun cuando bajo su propio fuero la gente se vea obligada a seguir enfrentándose inerme al contagio y la muerte.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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