De nuevo en agosto el movimiento juvenil chileno —personalizado en millares de estudiantes de distintos niveles de enseñanza y la derecha representada por el presidente Sebastián Piñera —miden de nuevo fuerzas en las calles de distintas ciudades de la nación, una situación que se mantiene desde hace más de un año ante la negativa oficial de una reestructuración del modelo educativo, que debe ser gratuito para todos y con alta calidad.
La estrategia de Piñera y su Ejecutivo al parecer es desgastar a las fuerzas juveniles que no abandonan las vías acompañados de diversos sectores sociales, el profesorado, los sindicatos, y los padres de quienes exigen que la esfera educacional salga de los parámetros neoliberales que rigen en esa nación, los centros de enseñanzas sean gratuitos, y el magisterio ofrezca una enseñanza acorde con las necesidades sociales.
Este mes, al peor estilo de los años de la dictadura de Augusto Pinochet, el triste célebre Cuerpo de Carabineros, -que no ha dudado un instante en arremeter de manera continua contra los desarmados manifestantes, - detuvo la víspera al menos a 200 personas, sin escamotear golpes, carros lanza agua, y otros métodos ya conocidos en Chile durante el régimen militar.
Más de 150 mil personas —dijeron líderes estudiantiles-se personaron en la marcha en Santiago, la capital, el epicentro de las protestas (aunque la movilización de este martes comprendió más de seis capitales) volvieron a las avenidas para protestar por los altos costos de las carreras universitarias y las escuelas de nivel medio, debido a los préstamos bancarios que deben solicitar para sufragar los estudios, con el posterior endeudamiento de la familia durante años, una vez concluidos los cursos.
Noticias no confirmadas oficialmente indican que un joven fue empujado por un carabinero desde una pasarela, sufriendo la fractura de ambas extremidades, lo cual podría ser un ejemplo más de la brutalidad de las órdenes que recibe este Cuerpo para enfrentar las protestas pacíficas.
Respecto a las movilizaciones de este martes, el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), Gabriel Boric, afirmó que se dio una gran expresión de unidad al mundo.
“Frente a los intentos de desprestigio del Gobierno, a los permanentes ataques que han sufrido los distintos dirigentes, queremos decir — señaló- que los estudiantes, los profesores y los trabajadores estamos unidos por una misma causa: Recuperar la educación pública para Chile, lo que implica fortalecerla y desmunicipalizar nuestros liceos para evitar que se continúe reproduciendo la enorme des igualdad que existe en el país”.
Una graves situación rodea, asimismo, la actitud de los Carabineros, cuya función debía ser la protección de los manifestantes, que poseen permiso de las Alcaldías para tomar las calles- pero que sirviendo a los intereses gubernamentales, tratan de aplastar con la violencia y el terror los derechos civiles a una educación gratuita.
En ese sentido, un grupo de diputados de la oposición refirió su preocupación por las denuncias de abuso sexual y apremios ilegítimos realizados por los uniformados contra alumnas secundarias y universitarias.
Reunidos con el general director de carabineros, Gustavo González, la parlamentaria Cristina Giraldi exigió una investigación al respecto, al igual que el uso de porras, carros lanza agua, obscenidades gritadas a las muchachas, y otras groseras formas con las que intentan tomar el control.
Giraldi argumentó que “la manifestación es un derecho y frente a este derecho no puede haber represión y castigo como si fuera un delito, como está ocurriendo hoy, pero también sabemos que esta tarea de resolver el problema está en la política. El Gobierno no está resolviendo la crisis en la educación y finalmente Carabineros está en el frente de batalla sin que sean ellos los que estén llamados a solucionar el problema. Ellos sí tienen que fiscalizar respecto de sus procedimientos”.
UN MODELO EDUCACIONAL OBSOLETO
En Chile funciona un modelo obsoleto en el sector educacional. Mientras que en un alto número de naciones de América Latina donde rigen gobiernos progresistas o de izquierdas la educación se ha convertido en prioridad número uno para lograr ciudadanos con pensamiento propio y mejor instrucción y nivel cultural, en Chile la educación es regida por un modelo impuesto en 1981, considerado obsoleto en medios afines.
Lo que exige el movimiento estudiantil, respaldado por el Colegio de Profesores, y entidades como la Central Unitaria de Trabajadores, es que el Ejecutivo presente un programa viable que termine con el lucro en el sector, ya que la mayoría de las Universidades y colegios secundaristas son particulares. No obstante, el sistema de pago de matrículas, adquisición de libros y materiales y otros elementos imprescindible para el estudio también debe ser costeado de manera personal en los centros de enseñanza pública.
Para los líderes estudiantiles, una de las soluciones del gobierno podría ser una reforma tributaria que cobre gravámenes más altos a los poseedores de mayores riquezas, con lo cual se costearía la educación, lo cual ahora está en debate en el Congreso Nacional —ya el Senado la rechazó- pero que no contempla los cambios estructurales en el sistema.
En los diálogos sostenidos hasta ahora por las partes, el derechista Ejecutivo de Piñera ha ofrecido créditos bancarios más baratos, un número superior de becas y los cambios en los tributos, sin ir más allá y por tanto sin concordar con las peticiones de la juventud.
La prensa —en manos del oficialismo- se hizo eco hoy de las declaraciones del vocero gubernamental Andrés Chadwick, quien —con sorna- manifestó su cansancio (en este caso el del Ejecutivo) de las marchas, tomas de colegios y cacerolazos estudiantiles, sin que dijera una sola palabra de cómo podrían quedar suspendidas tales manifestaciones. ¿Hasta cuándo? preguntó Chadwik en los medios de comunicación privados, adoptando la posición de la supuesta voz de la población chilena.
La pasada semana, grupos estudiantiles tomaron la Casa Central de la Universidad de Chile y la sede de la Agencia de la ONU para la Educación y la Cultura (UNESCO), a fin de que esta última mediara con el gobierno para encontrar una solución al conflicto.
La más joven generación chilena que no conoció la dictadura y por tanto carece de los temores lógicos de su antecesora, está dispuesta —según sus líderes- a llevar el tema de la educación hasta sus últimas consecuencias, en tanto advirtieron que aunque el gobierno parezca restarle importancia a sus demandas, más temprano que tarde tendrá que ceder o seguirá su declive en la popularidad nacional, y por ende se le hará cada vez más lejana una eventual continuidad a la derecha en el Palacio de la Moneda.
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