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lunes, 18 de noviembre de 2024

¿Cambio de época?

Robert Mugabe deja el gobierno de Zimbabue...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 23/11/2017
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Robert Mugabe deja el gobierno de Zimbabue
Festejos del pueblos por la salida del presidente Muga-be, de 93 años de edad.

Los recientes sucesos en Zimbabue, la república de mayoría negra creada luego del final del gobierno racista en la antigua Rhodesia, no parecen obedecer por ahora a contradicciones entre las fuerzas involucradas con respecto al derrotero iniciado por el país luego de su independencia en 1980.

Territorio explotado desde siempre por buscadores de oro y traficantes de esclavos, preferentemente europeos, el entonces Gran Zimbabue enfrentó la colonización británica a partir del siglo diecinueve, liderada por otro expoliador de las riquezas minerales y la población locales, Cecil Rhodes, de cuyo apellido derivó el nombre de Rhodesia impuesto al país  por la corona en “honor a su fundador” foráneo.

Desde entonces, el devenir de ese espacio geográfico no tuvo grandes diferencias con relación a Sudáfrica, otro engendro discriminador por excelencia. La segregación fue tan brutal como en el vecino más austral, y los represores blancos manipularon la política, la economía y la sociedad a su libre albedrío en detrimento de las mayorías negras.

Luego de una enconada lucha que se prolongó por una década, de 1969 a 1979, se estableció una tregua interna y se abrió la posibilidad del ejercicio del voto negro, que llevó al gobierno al obispo metodista de tendencia conservadora Abel Muzorewa.

Tras un breve período de transición, se organizaron nuevas elecciones generales, y esta vez el partido Unión Nacional Africana de Zimbabue, el ZANU, liderado por Robert Mugabe, y fuerza medular en el enfrentamiento armado a la minoría racista, se hizo del control de la autoridad y proclamó en 1980 la independencia nacional y el surgimiento de la República de Zimbabue.

Desde entonces Mugabe se convirtió en una de las figuras regionales más trascendentes en la lucha contra el colonialismo, y  mantuvo su liderazgo interno como jefe de Estado hasta los acontecimientos de este noviembre.

Según algunos analistas, la crisis política de estos días tiene su origen en la destitución por Mugabe de su vicepresidente y compañero de armas Emerson Mnangagwa, de manera de facilitar el ascenso a la presidencia del país de la primera dama Grace Mugabe, a quien medios militares y políticos locales señalan como parte de una conspiración para hacerse del poder.

Justo alegando poner fin a las maniobras de ese grupo encabezado por Grace Mugabe, este noviembre efectivos del ejército tomaron las calles y numerosas instalaciones públicas, reclamando la destitución del mandatario y el control del país por los ex combatientes anticolonialistas que comenzaron a ser marginados por la casa de gobierno.

Mugabe, de 93 años de edad, fue confinado a su residencia y se le solicitó su dimisión debido a su “manifiesta falta de capacidad” para discernir sobre la política interna, y “favorecer las ambiciones de su esposa y de quienes la rodean”.

Finalmente, y no sin resistencia, el veterano mandatario cedió a la demanda, luego que el Comité Central del partido Unión Nacional Africana de Zimbabue- Frente Patriótico, ZANU-PF, desestimara su continuidad como primer secretario de esa agrupación política en correspondencia con “recomendaciones de sus bases en ocho de las diez provincias del país”, según dijeron fuentes de la organización.

Durante la reunión extraordinaria, el Comité Central del ZANU-PF aprobó nombrar como su nuevo primer secretario al ex vicepresidente Emerson Mnangagwa, destituido por Mugabe -como ya dijimos- y que cuenta con el aval de la Asociación de  veteranos anticolonialistas encabezada por Chris Mutsavangwa.

En consecuencia, de no producirse otros giros inesperados, todo indica que la salida de Mugabe ha sido la respuesta de una parte importante de la dirección del país ante prácticas políticas incorrectas que se atribuyen a la pérdida de lucidez del ex presidente a partir de su avanzada edad, y la negativa influencia de su esposa y un grupo reducido de seguidores decididos a “heredar” el poder.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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