En efecto, y es que por lo que se refleja desde hace semanas en la prensa internacional, parecería que el Brexit británico ha abierto un capítulo muy controvertido para la propia integración territorial del país.
A todas luces, el anuncio formal de Londres de desgajarse de la Unión Europea, y lo que ello puede conllevar para las diferentes regiones hasta ahora sumadas a lo que resta del otrora imperio, parece haber reavidado la idea de que ciertos intereses locales no tienen razones muy válidas por las cuales embarcarse en la aventura puesta en marcha por el gobierno de la primera ministra Teresa May.
Así, y coincidente con la reciente votación parlamentaria ligada a la materialización del retiro británico de la UE, la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, anunció la intención de retomar el peliagudo asunto de la independencia de esa región con respecto a Londres, y propuso organizar una nueva consulta sobre el particular toda vez que los escoceses permanecen inclinados a no abandonar sus espacios en la comunidad europea.
La dirigente explicó que en referendo podría tener lugar a fines del 2018 o inicios del 2019 dado el nuevo escenario que supone la aplicación del Brexit.
“En agosto de 2014 –recuerdan textualmente medios de prensa- se realizó en Escocia un ejercicio similar en el que triunfó la opción del No, por lo que el territorio continuó siendo parte de Reino Unido.”
Sin embargo, y aún cuando hace apenas unas semanas la opción de no separarse de Londres resultaba todavía minoritaria entre los escoceses, las más renovadas encuestas ya aseguran que con la apertura de este mes de mayo la tendencia ha cambiado rádicalmente.
Así, la consultora Panelbase, pertinaz seguidora del pulso en Escocia, precisó hace apenas horas que 51 por ciento de los pobladores de esa región ahora aplauden una separación con respecto a Gran Bretaña, y de ellos 41 por ciento desearían mantener la permanencia en la comunidad europea, contra diez por ciento que aspira a dejar atrás esos lazos regionales. El estudio refiere que el apoyo a la unidad con Londres es hoy de 48 por ciento.
Escocia, recuerdan los expertos, abarca treinta y dos por ciento del territorio británico, aporta siete coma siete por ciento del monto de la economía nacional, y el valor de sus exportaciones suma el ocho por ciento de las del actual país.
Pero si el caso escocés ya levanta ronchas en Gran Bretaña, el tema de la aplicación del Brexit sigue sumando pareceres separatistas.
Se trata de que Irlanda del Norte está viendo rebrotar su deseo de integrarse definitivamente a la República de Irlanda y conformar un solo Estado.
De hecho, el pasado 29 de abril, durante la cumbre extraordinaria de la UE sobre el Brexit, “el primer ministro irlandés, Enda Kenny, presentó una declaración con el objetivo de preparar el terreno para que, en caso de reunificación de Irlanda, se produzca una fácil adhesión de la hoy parte Norte de la Isla a los Veintisiete, una petición a la que dieron luz verde sus socios europeos.”
Políticos norteños, por su parte, afirmaron que “que la combinación del Brexit, la perspectiva de una Escocia independiente, y la incertidumbre constitucional en Irlanda del Norte, hacen cada vez más atractiva la perspectiva de una reunificación irlandesa.”
En ese sentido, analistas precisaron que en el referendum que decidó la separación británica de la Unión Europea, realizado el 23 de junio de 2016, los irlandeses del Norte votaron en un 56 por ciento por la permanencia en la entidad regional, y 44 por ciento por abandonarla.
En consecuencia, los casos de Escocia e Irlanda del Norte clasifican como sucesos de gran alcance que se han sumado casi de improviso a los otros muchos dilemas surgidos al calor del interés oficial de Londres de salirse de los mecanismos regionales europeos y que, por cierto, no son acontecimientos nada festivos…
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