Signado como el más mortífero tiroteo de la historia moderna en los Estados Unidos, el trágico episodio de este inicio de octubre en Las Vegas suma cinco decenas de muertos, al menos 200 heridos, en tanto, más de 400 personas presentes en el fatídico escenario debieron acudir a los servicios hospitalarios por diferentes causas.
Durante un cuarto de hora, un hombre de 64 años de edad, identificado como Stephen Paddock, abrió fuego desde el piso 32 del hotel Mandalay Bay Casino contra una multitud que acudía al cercano festival de música country Route 91 Harvest.
Según las últimas versiones policiales, el tirador se suicidó luego de los hechos, y en la habitación se encontraron al menos diez armas de fuego.
Paddock ha sido descrito como un ciudadano sin antecedentes penales, residente en el poblado de Mesquite, en el Estado de Nevada, donde suelen asentarse numerosos jubilados. Se le definió como una persona amable y dado a exaltar sus dotes de apostador. La propia familia del matador declaró no concebir lo que estaba sucediendo, y no aportó dato alguno que indicase que el asesino padeciera de trastornos mentales o tuviera motivo alguno para cometer semejante ataque.
Sin embargo, poco después de lo acontecido, un presunto comunicado del grupo terrorista Estado Islámico, EI, dijo que la acción fue realizada por uno de sus “soldados” como “venganza por los ataques de la coalición internacional” que, liderada por los Estados Unidos, actúa militarmente en el conflicto en Siria bajo el pretexto de luchar contra los yihadistas, aun cuando muchas fuentes aseguran que a lo que en realidad se dedica es a dar protección a los extremistas y destruir cuanta infraestructura siria le resulte posible, incluidos mortíferos bombardeos contra la población civil.
En ese sentido, oficiales del Buró Federal de Investigaciones, FBI, desestimaron esa pretendida relación, pero no pudieron aportar hasta el momento conclusiones sobre los reales móviles del ataque.
De todas formas, diversas fuentes han colocado de nuevo en el tapete el escabroso asunto de la facilidad con la que los ciudadanos norteamericanos acceden a todo tipo de pertrechos bélicos, en un entorno legal débil en cuanto a restricciones y limitantes.
Según datos de entidades locales especializadas, desde 2012 al menos han ocurrido 150 tiroteos en escuelas de los Estados Unidos, mientras en espacios libres se contabilizaron 133 de ellos, solo entre 2009 y 2015.
Todo un “historial” que sería digno de tomar en cuenta, en especial por los sectores ultraconservadores que insisten en que poseer un arma es un trascendente “derecho ciudadano” de orden inviolable, amén de las jugosas ganancias que representa el mercado de artilugios de muerte.
Por otro lado, la pronta reacción del Estado Islámico al arrogarse la autoría de la masacre de Las Vegas, si realmente procede de ese grupo, puede atribuirse al oportunista propósito de brindar una imagen de poderío hecha trizas en los campos de batalla de Siria e Iraq o, valga la disquisición, al interés de sectores hegemonistas de proyectar “un 11 de septiembre en escala reducida”, de manera de volver a sumar apoyo emocional al manifiesto deseo de mantener su injerencia bélica en Asia Central y Oriente Medio bajo el pretexto de “descabezar el terrorismo”.
José
3/10/17 14:15
Ahí está una respuesta en proporción a las muertes que Estados Unidos lleva a cabo en contra de países del tercer mundo.
Juan Carlos
4/10/17 8:37
Esas personas son inocentes de las barbaries que comete el gobierno americano en nombre de acabar con el terrorismo, quizas hasta niños inocentes.
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