“Educar para el siglo XXI; Construir sistemas educativos resilientes para aumentar el acceso a un aprendizaje inclusivo, de calidad y pertinente en África” fue el concepto reafirmado en la reciente XXXVII cumbre de la Unión Africana (UA).
En el encuentro al máximo nivel los 55 países de la UA acordaron en Addis Abeba, Etiopía, dedicar el 2024 a la educación, un tema que preparará condiciones para el salto cualitativo regional hacia un destino con mayores beneficios en todos los ámbitos.
Hay dos derechos básicos interrelacionados para promover este año: “el derecho a la educación y el derecho al desarrollo” destacó el comisionado de Asuntos Políticos, Paz y Seguridad de la UA, Bankole Adeoye.
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En víspera del quinto lustro del siglo XXI- en África unos 60 millones de niños no acuden a la escuela primaria y en la región subsahariana persisten los más bajos niveles de escolarización y donde solo dos de cada tres educandos acceden a la instrucción.
Un informe de la Unesco plantea que uno de cada cinco niños en edad de cursar la educación primaria y más de la mitad de los adolescentes en edad de cursar la educación secundaria superior no asisten a la escuela. En cerca de la mitad de los países africanos, las tasas de niños en edad de primaria sin escolarizar son inferiores al 10%, mientras que estas tasas superan el 50% en el caso de la educación secundaria superior. Estas tasas están aumentando en varios países.
La preocupación es lograr una educación mejor, integral, capaz de proveer a la población del continente de los útiles del conocimiento requeridos para enfrentar nuevos desafíos en el ámbito cada vez más complejo de la globalización.
Ese es un objetivo respaldado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y el cual envía una señal para motivar que se invierta en la tarea de instruir para promover el desarrollo sostenible del continente.
Es propósito hacer del africano el hombre apto culturalmente que requiere sobrepasar el estancamiento a fin de aspirar a ambiciosas metas, en general es estar en condiciones de aportar intelectos con valor añadido, para obtener futuras ganancias.
Pero para lograr esa formación anhelada la región necesita personal calificado, un objetivo que precisa no menos de 16 millones de docentes adicionales, es decir una gran tropa de profesionales que la compartan.
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Ese cuerpo pedagógico ayudaría a concretar las metas de la Agenda 2030, que propone garantizar una educación inclusiva, equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje para todos por siempre.
Con la formación “en cascada” de trabajadores acreditados se podría impartir docencia a grupos de profesionales que luego la reproducirían en mayor escala con lo que eslabonarían un sistema permanente de preparación de cuadros.
Tal extensión –con la distribución adecuada- permitiría una inclusión positiva en las masas estudiantiles que por diversos motivos quedaron en la periferia en la relación maestro-alumno.
Subsisten amplias zonas desprovistas de una formación cultural adecuada que les ata a prejuicios y menosprecio, en su lugar es posible colocar la creatividad consciente: ante eso la propuesta de la UA es laborar a fondo para reducir el marasmo de la ignorancia.
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