Nicolás Guillen, nacido el 10 de Julio de 1902, recordaba siempre y celebraba cuando le era posible, como cualquier mortal, sus cumpleaños. Muchas veces los celebramos juntos. Otras, él, en su natal y siempre amado Camagüey, o en cualquier otro lugar del mundo donde le encontrara la fecha. Hubo, sin embargo, un cumpleaños que no celebró ni compartió con nadie, el que le encontró en Valencia, España, en 1937.
Fue aquel un año intenso en la Guerra Civil española. El año de la destrucción de Guernica por las bombas fascistas y otras barbaries.
En el verano, del propio 1937, Nicolás asistía junto a Juan Marinello al Congreso de Escritores de México y a la fundación de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, también en aquel país, donde ambos fueron invitados por Pablo Neruda al Congreso de Escritores en defensa de la Cultura, que apoyaría a la República Española.
Guillén, Alejo Carpentier, Félix Pita Rodríguez y Leonardo Fernández Sánchez, activo revolucionario compañero de Julio Antonio Mella, formaron la delegación cubana que presidió Marinello.
Las sesiones del Congreso se celebraron en Barcelona, Valencia y París. Marinello presidió la de Valencia, el 10 de julio, y Nicolás habló en las de Barcelona y París. Cumplía treinta y cinco años en tierra española, donde lo fundamental entonces era el deber, la lucha contra el fascismo.
A alguien pudo parecerle paradójico que un descendiente de negros, es decir de esclavos, se batiera en defensa de España, pero no había diferencias entre el cubano, negro o blanco, y el español republicano.
“El negro cubano —dijo el 6 de julio ante el Congreso— es también español porque junto con los signos infamantes el siervo, recibió y asimiló los elementos de esa cultura, mucho más parcos, desde luego, que los azotes del amo, pero que han ido acaudalándose cada vez que la más pequeña mejoría en sus tristes condiciones de vida lo ha permitido, hasta culminar a veces en tipos de recia y poderosa formación. Es con alma de pueblo y con alma de español que el negro de Cuba está junto al pueblo de España”.
De España, cuyas trincheras visitó, nos trajo un libro de crónicas y reportajes escrito en colaboración con Marinello y los hermosos poemas de España, cuatro angustias y una esperanza, en los que rinde homenaje a Federico García Lorca, el poeta asesinado por los fascistas, y señala:
Yo, hijo de América.
Hijo de ti y de África.
Esclavo ayer de mayorales blancos
(…)
...yo os grito con voz de hombre libre que os acompañaré, camaradas.
Nicolás guardó siempre en su corazón y practicó en la Revolución Cubana, junto a Fidel, la solidaridad que le inspiró España, sobre todo la España de aquel día de su cumpleaños que no celebró.
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