Cubana en lo más profundo de su ser, era alegre, conversadora, buena amiga y mejor persona. Tan sencilla que casi le molestaban elogios merecidos, nunca escatimaba esfuerzos porque adoraba su profesión, cantar era para ella más que una satisfacción un placer compartido en escena con los músicos y con el público.
Cuando estrenaba un tema, su gran preocupación era la reacción del público y si su interpretación era la que esperaba el autor, porque su profesionalidad no admitía complacencias a medias. Ella era la voz más alta de la canción. Ella era y sigue siendo Elena Burke, la Señora Sentimiento.
Nacida el 28 de febrero de 1928. Desde muy joven debutó en la radio, formó parte del cuarteto de Orlando de la Rosa y, al poco tiempo, se incorporó a las D´Aida, junto a Omara Portuondo, Moraima Secada y Leonora Rego.
DEL CUARTETO A LA GRAN FIGURA DEL BOLERO Y LA CANCIÓN
Poco a poco este conjunto fue desintegrándose, sus integrantes devinieron solistas y Elena comenzó a brillar en las noches habaneras. Al triunfo de la Revolución, fue seleccionada como la figura central de un centro nocturno de grandes perspectivas el club Scherezada, acompañada a la guitarra por Froilán Amézaga, aunque en ocasiones también actuaba con el compositor y pianista Frank Domínguez en un dúo de voces y piano en que cada uno cantaba un tema diferente con frases cruzadas, empastadas en arreglos cuya armonía permitía a ambos realizar un juego tímbrico inolvidable.
Cuando salía a escena, en Cuba, en México, en Colombia, los aplausos no le permitían iniciar su actuación de inmediato, porque era tantos los deseos del público de demostrarle su admiración que la mantenían varios minutos en espera de la entrada de la orquesta o del instrumentista acompañante.
LA VOS MÁS ALTA DEL FEELING
Aquella mujer de facultades excepcionales, dueña de un caudal de voz impresionante, de un registro tan amplio que en los graves se inscribía en la tesitura de una contralto, aunque su cuerda principal era de mezzo y en los agudos llegaba a notas de soprano. Convertía en creaciones los temas que interpretaba y con el tiempo fue, además de cancionera e intérprete magistral del movimiento del feeling, una sonera con unas cadencias y un sentido del ritmo que sorprendía con sus incursiones en este género que también hizo suyo.
Era una consentida de autores de la talla de José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Isolina Carrillo y Alberto Vera, porque ella introducía una gran emotividad a su cantar, sin que ello influyera en las excelencias de su proyección vocal que no necesitaba del micrófono, pues en muchas ocasiones se deshacía de él como de algo molesto y lo era en realidad.
El cuarteto Las D´Aida fue memorable en su vida y de ahí que le gustara tanto cantar junto a sus hermanas, Amigas, aquel tema de Alberto Vera, en que cada una evocaba sus tiempos de juventud.
Y su carrera no fue nunca un obstáculo para que desempeñara con todo amor sus deberes como madre y abuela. Pero, además, siempre estuvo pendiente de otros miembros de su familia que tenían en ella un apoyo irrestricto en cualquier sentido.
Elena no solo fue una enamorada de la música cubana, sino también una revolucionaaria de cuerpo entero y, desde el triunfo participaba en todas las tareas que le encomendaban como federada, cederista y como miliciana, pues muchas veces salía de una guardia y se incorporaba a una grabación o a un ensayo con el entusiasmo que la caracterizaba y esa sonrisa amplia, signo de su alegría contagiosa.
ELENA, SIEMPRE DE PIE
A diez años de su desaparición física, que ocurrió el 9 de junio de 2002, Elena mantiene su presencia en la radio y la televisión cubanas, en grabaciones y videos que pueden considerarse como patrimonio musical cubano. A las puertas del 24 Festival Internacional del Bolero, su figura será recordada en homenajes a su memoria en el coloquio y en la programación de los teatros Mella y América.
Siempre que se escuchen temas como Canta lo sentimental, Estoy aquí de pie, Veinte años, Dos gardenias y Tú mi delirio, quienes la conocimos recordaremos su modo tan personal de expresar ese fárrago de emociones que implicaban, con esa fuerza del sentimiento que le nacía del corazón a nuestra Elena, la Burke, como le decían con mucho cariño quienes la admiraban y la querían, porque mientras alentaba vida en su cuerpo, cantó para Cuba con pasión.
Horten
8/6/12 15:11
Es cierto que ella siempre estará en el recuerdo de todos los cubanos que la admiramos. Yo fui y seré una gran admiradora suya y creo no equivocarme al decir que todo su repertorio me encantó por esa manera muy propia que tenía ella para interpretar las canciones.
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