Arte y consagración en Igor Youskevitch

Considerado uno de los bailarines más relevantes del siglo XX, Igor Youskevitch brindó un aporte muy valioso con la proyección de su ejecución depurada al Ballet Alicia Alonso, génesis del Ballet Nacional de Cuba, que dirige la prima ballerina assoluta de quien él fuera partenaire durante diez años.

Tal fue la impronta que dejó en aquella compañía iniciática, que en la función inaugural Igor interpretó el rol titular de La siesta de un fauno, de Vaslav Nijinski y el príncipe Siegfried en el segundo acto de El Lago de los cisnes, en el cual Alicia encarnaba Odette, el cisne blanco.

PARADIGMA DE GENERACIONES

Acerca de la influencia de Igor Youskevitch como ejemplo para la formación de jóvenes talentos en el Ballet Nacional de Cuba, el doctor Pedro Simón, director del Museo Nacional de la Danza y de la revista Cuba en el Ballet, señala: “al igual que Alicia fue el pilar de la danza femenina en la compañía, Igor lo fue en la masculina, porque Alicia trabajó mucho en este sentido, para que no existieran desbalances en las parejas, por esto la formación de los bailarines era también uno de los propósitos de la naciente compañía”.

La dedicación de Youskevitch al desarrollo de la escuela cubana de ballet fue decisiva en nuestra historia por la versatilidad, elegancia y su dominio escénico. El tributo a la función inaugural del Ballet Alicia Alonso quedará inscrito en la gala dedicada al bailarín ruso, el en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana, el día 6 a las 8:30 p.m, con La siesta de un fauno y Tema y variaciones, de George Balanchine, que Alicia protagonizó junto a él, Tembién podrán ser vistos El espectro de la rosa y el estreno del pas de deux, de Kurk Paterson, dedicado a él.

ALICIA EVOCA A YOUSKEVITCH

-¿Cómo conoció a Igor Youskevitch?

En el American Ballet Theatre, cuando ambos éramos primeros bailarines. Como teníamos afinidad formamos pareja durante diez años y ambos protagonizamos El lago de los cisnes, Giselle. Las sílfides, Las bodas de Aurora, Apolo, El espectro de la rosa, Romeo y Julieta, Don Quijote y Cascanueces.

-¿Las cualidades que más le impresionaron de Igor?

Su consagración a la danza. Nunca estaba contento por una actuación. Y si era muy exigente para la técnica, la interpretación significaba mucho para él, pero sobre todo su apego al estilo era admirable. Este conjunto de virtudes y su línea lo consagraron como un danseur noble excepcional”.

-¿Recuerda alguna anécdota que refleje la entrega de Youskevitch a su carrera?

En una ocasión, cuando estábamos ensayando Tema y variaciones, con George Balanchine, este maestro de la coreografía incorporaba diariamente nuevos elementos a la coreografía que yo debía ejecutar y fue eliminando pasos a la de Igor, hasta que él se disgustó y me comentó que no iba a tener lucimiento en esta obra, porque debo confesar que establecíamos una competencia sana cuando bailábamos, siempre en excelente armonía. Al pare-cer, Balanchine escuchó lo que había dicho y le dijo que deseaba hablar con él al día siguiente.

“Ese día le dio a conocer su nueva versión para el bailarín en esta obra, La cual era tan compleja que me parecía imposible que él pudiera bailarlo. Pudo lograrlo con mucho es-fuerzo, pero lo hizo… ¡y muy bien!”.

-¿Qué significa para usted Igor Youskevitch?

Le tengo en gran estima, siento por él un gran respeto y admiración como bailarín, como memoria viva y como ser humano. Pienso que es un ejemplo fabuloso a repetir. Te puedo decir que cuando fue a la Unión Soviética y bailó con nosotros, muchos se quedaron asombrados, porque ellos habían perdido el estilo noble, clásico, puro del bailarín. Para mí fue una ayuda, pues éramos una pareja que mantuvo el diálogo artístico durante los diez años que fue mi partenaire. Igor fue para mí una antorcha incendiada de música que brillaba en la escena.