Mientras se siguen identificando casos en todo el hemisferio norte, la investigación sobre el origen de este misterioso bote de hepatitis infantil sigue en marcha. En las últimas horas, a medida que confirmábamos que aproximadamente la mitad de los pacientes daban positivo en adenovirus, la hipótesis del adenovirus 41 ha ganado fuerza. No obstante, las piezas siguen sin encajar. ¿Por qué sospechamos de él? ¿Por qué parece que hay algo que se nos escapa?
¿Qué son los adenovirus humanos? Los adenovirus son uno de los patógenos más comunes en humanos y solemos encontrarlos en enfermedades respiratorias, oculares, gastrointestinales, urinarias y un largo etcétera. Para que nos hagamos una idea, en la actualidad, hemos identificado 103 subtipos de adenovirus humanos. Eso hace que haya una enorme diversidad de enfermedades y síntomas vinculados a los adenovirus y que las vías potenciales de infección sean muy variadas (trasmisión aérea, por contacto o, incluso, por el agua).
Sin embargo, es un sospechoso extraño. Cuando hablamos de los adenovirus no hablamos de virus raros que aparezcan de la nada. Al contrario, se trata de una familia de patógenos estudiada hasta la saciedad y, por eso, aunque hay algunos indicios para pensar en ellos, los expertos muestran su sorpresa e insisten en la necesidad de ser prudentes.
¿Por qué sospechamos del adenovirus 41? Según explican las autoridades sanitarias, 74 (de los 169) pacientes estudiados hasta el momento dieron positivo en distintos adenovirus y 18 de ellos en el adenovirus 41, en concreto. Es poco concluyente y no encaja muy bien, pero es una hipótesis plausible.
El serotipo 41 de la especie F del adenovirus está detrás de entre un 1,2 y un 15% de las gastroenteritis pediátricas. Es decir, crea un cuadro de fiebre, vómitos y diarrea. Un cuadro que puede ser grave y requerir hospitalización, pero más bien asociado a diarreas fuertes (y no problemas hepáticos). No obstante, sí están documentados algunos casos de hepatitis en niños inmunodeprimidos, pero nada parecido a lo que hemos visto.
Por ello, según explicaba este mismo lunes, Meera Chand, directora de infecciones emergentes de la Agencia de Seguridad Sanitaria de Reino Unido (UKHSA), se está trabajando en la hipótesis de que exista un "cofactor" que provoque que "las infecciones normales por adenovirus sean más graves o que desencadenen una inmunopatología" más grave en niños pequeños.
¿Un cofactor? Sí, la idea principal de trabajo hoy por hoy es que, si se trata del adenovirus 41, debe de haber algo más, un cofactor que potencie sus efectos. Ese cofactor puede ser casi cualquier cosa: desde un aumento de la susceptibilidad inmunológica tras la pandemia a una coinfección (19 casos han dado positivos en adenovirus y SRAS-CoV-2) o un efecto cruzado con alguna sustancia ambiental, fármaco o tóxico.
Se sigue trabajando. Estamos en una fase muy inicial de la investigación y, salvo cosas muy evidentes como que la inmensa mayoría de los niños no ha sido vacunado contra el covid-19, es difícil encontrar elementos comunes claros. Así, al margen del adenovirus, no se descarta que estemos ante un nuevo subtipo no identificado de adenovirus, los efectos de una nueva variante de coronavirus o, incluso, otro virus que aún no hemos sido capaces de identificar aún.
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