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miércoles, 6 de noviembre de 2024

El coronavirus SARS-CoV2 debe ser neoliberal

El coronavirus SARS-CoV2 debe ser neoliberal porque se comporta exactamente igual a esa manifestación del capitalismo salvaje como la bautizó el papa Juan Pablo II en su época de efervescencia...

en Prensa Latina 03/01/2022
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SARS-CoV-2 - microoscopio
Este virus tiene también su dosis fascista, discriminadora y maltusiana.

No se trata de buscar símiles entre ambos porque en sus esencias son copias al carbón de una misma cosa. El neoliberalismo, por ejemplo, es la expresión más brutal y descomunal de la concentración de capitales.

En la corta historia del capitalismo -un recién nacido ante la longevidad del esclavismo y el feudalismo- ese sistema socioeconómico pudo mutar con relativa frecuencia hasta llegar al imperialismo de un solo filo.

Y a partir de este, crear variantes fatales para el ser humano como un shurik (estrellas filosas de ninjas) para dañar mortalmente por todos lados: económico, cultural o ideológico.

Se convirtió en una pandemia del saqueo, y a partir de allí no ha dejado de mutar para arrebatar por la fuerza lo que no le pertenece, expandirse a todos los continentes y mares, provocar guerras, crear tempestades donde antes el cielo era azul.

Mantener casi de forma permanente en el filo del abismo a la paz, y crear la más aborrecible, inhumana y peligrosa desigualdad social de la época moderna.

A todas esas malas cosas para la humanidad, ha contribuido de forma muy lamentable la aparición en escena del SARS-CoV2, ese super nonavirus casi invisible pero más voraz que un león hambriento en un campo de gacelas.

Por su malignidad y maldad con la que actúa a veces nos parece que no es producto de la naturaleza, sino un ser inteligente creado por una mente desquiciada.

Neoliberalismo y SARS-Cov2, como mínimo, son aliados. En sus dos años de vida conocida -porque la ciencia nunca se refirió a ella como sí hizo con otros como la influenza y las antiguas pestes- el super nonavirus impulsó a las nubes, como una poderosa nave cósmica, el valor bursátil de las seis gigantes farmacéuticas.

Ellas solas sacaron de la circulación planetaria más de 350 mil millones de dólares por una miserable extra ganancia en la venta de vacunas.

Ese dinero ha dejado de beneficiar a cientos de millones de personas, y se atesora en manos de pocos, y no cumple su función de reproducción ampliada de bienes y servicios, vasos sanguíneos del capitalismo para mantener activo su sistema cardiovascular que es el financiero.

Adicionalmente, la inflación global que ha brotado como un hongo maligno en la economía mundial, incrementa la masa de pobres, afecta las cadenas de producción, dispara el desempleo y caotiza la migración a niveles bíblicos.

Si las guerras imperialistas desde las de mayor envergadura como la primera y segunda mundiales, o las mal llamadas de baja intensidad, han matado con bombas y metrallas a millones en particular en Vietnam, Siria, Irak, Líbano, Yugoslavia y otros escenarios, la Covid-19 ya va por cinco millones y amenaza con seguir aumentando.

Este virus tiene también su dosis fascista, discriminadora y maltusiana, mata a los más pobres a quienes se les dificulta vacunarse, que quedan expuestos a sus múltiples ataques porque tienen que arriesgarse en las calles a todas horas y todos los días para no morir de hambre, y carecen de la protección que les sobra a los ricos.

Los millonarios, y no solamente los farmacéuticos o dueños de laboratorios, lo convirtieron en un negocio más lucrativo que los viajes turísticos al espacio.

La agonía y el sufrimiento ni siquiera los han conmovido por tanta muerte y desolación, y siguen sosteniendo una distribución egoísta de los biológicos que, por muchos argumentos que se ofrezcan, siembra dudas ante largas ausencias de avales de los medicamentos que les puedan hacer competencia.

Si las muertes ocasionadas por la pandemia duelen, mortifican, hieren la sensibilidad y ocasionan un dolor tan profundo por la soledad en la que los enfermos dejan de vivir, más rabia da pensar cómo los usureros del SARS-Cov2 han contribuido a crear más pobres en el planeta en dos años que en dos décadas. Es inaceptable.

No es posible que en un mundo de hambre y miseria, de gente muriendo en todas partes incluso por enfermedades curables y no solamente por la Covid-19, haya que pasar por el escarnio de leer cintillos que destacan las brutales ganancias de un puñado de empresas.

Según datos bursátiles, al inicio de 2020, es decir, antes de la llegada de la pandemia, Johnson & Johnson, Pfizer, AstraZeneca, Moderna, BioNTech y Novavax, tenían un valor de mercado de unos 697 mil 292 millones de dólares; al cierre de 2021 valen un billón 50 mil millones de dólares, es decir, un alza de 50 por ciento.


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