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martes, 5 de noviembre de 2024

Apple, Google y la hegemonía cromática (+Video)

Todo se resume en una guerra de monopolios y lo interesante es ver cómo se utilizan sutilezas de las percepciones sensoriales y fenómenos de la sicología social para una guerra eminentemente económica...

Kenneth Fowler Berenguer en Exclusivo 10/03/2022
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Alegoría a mensajes verdes y azules
Apple utiliza todas las sutilezas posibles para reafirmar a sus usuarios que es preferible mantenerse en su ecosistema y no coquetear con Android (Imagen tomada de www.shellypalmer.com)

A lo largo de la historia de la telefonía celular han existido varios estándares de funcionamiento en lo que a mensajería instantánea se refiere. Hay, por ejemplo, el servicio de SMS (Short Messaging Service), que permite cierto número de caracteres solo en texto, o el MMS (Multimedia Messaging Service), que añade unas mínimas capacidades multimedia. La combinación SMS+MMS está incluida por defecto en todos los celulares que existen en la actualidad, y todos los celulares tienen preinstalada una aplicación de mensajería que funciona con esta combinación.

En 2011, Apple lanzó su aplicación iMessage, que funciona a través de internet, con un estándar propietario de la compañía y que es muy superior en prestaciones al SMS+MMS. Es algo así como poder usar todas las posibilidades de personalización, tráfico multimedia y encriptación que ofrecen aplicaciones de mensajería por internet como Telegram y Whatsapp, pero integradas a la aplicación por defecto de mensajería que viene con tu teléfono. El asunto aquí es que, debido a los estándares, solo puede accederse a estas bondades si tienes un iPhone.

Cuando un usuario de iPhone se comunica con uno de Android, la información que originalmente se genera en iMessage se convierte SMS+MMS, con la consecuente pérdida de prestaciones multimedia y seguridad y el cambio de color de la burbuja del mensaje: azul para iOS, verde para Android. Y aunque parece loco, el color de la burbuja tiene implicaciones muy serias que van más allá de lo estético y pueden llevar a comportamientos sectarios y hasta violentos de usuarios de Apple para con los que usan Android.  

En primer lugar, para comprender esta “guerra de colores” es necesario entender que la mayoría de las personas usan de forma primordial las aplicaciones preinstaladas en sus teléfonos. Esto ha sido mostrado por varios estudios, como uno de Comscore que fuera publicado el pasado año por The Verge. El estudio estuvo comisionado por Meta (entonces Facebook), que tiene una clara inclinación a perjudicar tanto a Apple como a Google (para quien quiera saber qué cosa es “conflicto de intereses”, es esto). Además, se ha dicho que su metodología no es la más exacta y que contradice otro reporte anterior del propio Comscore. No obstante, los resultados de este estudio apuntan a otro de los mecanismos de los grandes monopolios tecnológicos como Apple y Google para incrementar sus ganancias. Dominan las pasarelas de compra-venta de aplicaciones y también las que vienen preinstaladas en los teléfonos.

De todas formas, iMessage no está ni siquiera cerca de ser la aplicación de mensajería más popular del mundo, para nada, esa sería Whatsapp. El sistema operativo de Apple tampoco es hegemónico en todo el mundo. La página Finances Online, usando la información disponible hasta enero del año pasado, concluyó que a nivel global solo el 27,51 % de los más de 5,22 billones de dueños de celulares usaban iOS, ante un aplastante 72,05 % de quienes usaban el sistema operativo Android. Hay países como Bolivia donde Android domina el mercado con un impresionante 95 %, no más impresionante que el 96 % de Argelia y Polonia, el 97 % de Siria o el 98 % en Bangladesh.

Hay otros como Japón, donde el 70 % de los usuarios lo hacen con uno de los teléfonos de Apple, o la zona de Norteamérica, donde este valor se acerca al 60 % combinado entre Canadá y EE. UU. No obstante, incluso en este último país, iMessage tampoco es la App de mensajería más popular, puesto que se lleva Messenger de Meta. ¿Cuál sería el asunto entonces?

DE CITAS, BULLYING Y OTROS DEMONIOS

Para dilucidar realmente el problema habría que disgregar estos datos por grupos de edades. Esto lo permite un estudio de Consumer Intelligence Research Partners, citado por The Wall Street Journal (TWSJ), que muestra que, en el año 2021, el 74 % de los usuarios de telefonía celular de 18 a 24 años en el país norteamericano usaban un iPhone. Aquí se pone complicada la cuestión, ya que en estos grupos etarios comienzan a entrar en juego conductas propias de la socialización entre juventudes, como el bullying y los procesos de exclusión grupal y la depresión.

Otro estudio patrocinado por Meta, ahora para entender la popularidad que iMessage en estos sectores juveniles concluyó que “genera diversión a través de la interacción digital sin la presión de encontrar temas específicos de conversación pues permite a los adolescentes enviar juegos (…) y usar actividades compartidas como manera de conectar entre ellos, aun cuando sienten que no hay nada sobre lo cual hablar”. O sea, que iMessage se ha convertido en una herramienta de socialización muy efectiva.

Pero hay una suerte de violencia que viene acompañada con esto de las interacciones sociales que se promueven a través de la App. Por ejemplo, un estudio publicado por el portal Compare My Mobile, y que se realizó con una muestra de 50 000 interacciones en Tinder —aplicación de citas online— encontró que aquellos usuarios que mostraban que usaban un iPhone en su información pública recibían un swipe —interacción positiva— con 76 % más de probabilidades.

“Si la burbuja no es azul ni siquiera me voy a molestar en seguir coquetendo (…) Realmente me apaga cuando no tienen [un iPhone] (…) En Tinder intercambias mensajes [dentro de la app] por un rato y luego intercambias los números telefónicos. Esperas que la burbuja sea azul, y es un gran alivio cuando así es”.

Así comentó una joven de 23 años al periódico The New York Post, en publicación de 2019. Esto puede parecer muy loco, pero en realidad está anidado en todo el simbolismo que Apple se ha encargado de construir alrededor de sus productos por años…, y en algunas cuestiones muy reales también que —como no podía ser de otra manera en la sociedad capitalista de consumo— tienen que ver con el dinero y los privilegios de clase.

Un estudio del Buró Nacional de Investigaciones Económicas de los EE. UU. concluyó que saber que una persona usa un iPhone permite predecir que se encuentra en el 25 % más rico de la población, casi 7 de cada 10 veces. No obstante, aquí hay que notar que la muestra se limitó a 6394 personas y que, como se explica en el mismo texto, la metodología de predicción se vio afectada por falta de algunos datos.

Otra búsqueda, que se realizó usando los datos que una compañía toma de nuestras búsquedas en internet —sí, leíste bien— mostró resultados similares al artículo antes mencionado. En este caso se compararon características demográficas de los usuarios de iPhone o Android, cruzadas con respuestas a diversas encuestas, y comparadas con las mismas características demográficas del total de la población estadounidense. De este modo, si existe alguna diferencia significativa entre los porcentajes en alguna categoría con respecto al total de la población indica una tendencia de interés.

Los resultados de esta indagación son muy reveladores: por ejemplo, los dueños de iPhones tienen estudios de posgrado 27 % más probablemente que la población general, mientras que los usuarios de Android solo un 8 % más. Dentro del grupo de los usuarios de iPhone es 48 % más probable que ganes más de 125 000 USD al año que la misma probabilidad que tienes comparado con el total de la población de Estados Unidos, y 38 % más probable que seas profesional o que trabajes en el mundo de la administración. En conclusión, tener un iPhone se percibe como un símbolo de cierto estatus social, una marca de clase en la sociedad de la meritocracia.

DEL CINISMO Y EL CONTRASTE   

“He visto personas que tienen Android disculparse por no tener iMessage (…). No sé si es propaganda de Apple o realmente hay una cuestión de comportamiento sectario, pero al parecer a las personas no les gusta eso de las burbujas verdes en los mensajes y muestran reacciones viscerales en rechazo a ellas”.

Este comentario pertenece a una estudiante universitaria de 20 años en el artículo de TWSJ anteriormente citado. A ella pudiéramos responder que sí, realmente Apple sí ha tenido que ver en esta animadversión. De hecho, se beneficia de ella y la ha exacerbado —entre otras cosas— con algo tan sutil como el contraste.

Desde iOS 5, primera iteración del sistema operativo en que funcionó iMessage, han existido diferencias entre los contrastes del texto y las burbujas, tanto verdes como azules. Al inicio estas diferencias no eran significativas, pero con iOS 7, el color del texto cambió de negro a blanco. Esto, unido a un tratamiento diferencial del color de las burbujas causó que el contraste de las azules fuera 52 % mayor que el de las verdes. iOS 14 trajo más cambios y ahora la diferencia de contrastes llegó a ser de 76 %, favoreciendo las burbujas azules sobre las verdes.

Claro está, que si la experiencia de lectura es peor para las burbujas verdes (SMS+MMS) en comparación con las azules vas a “odiar” tener que conversar con alguien que tenga Android. También se han levantado sospechas sobre el porqué los videos enviados por MMS desde un iPhone tienen menor calidad que la que el MMS ofrece regularmente. Un usuario en Reddit realizó pruebas al respecto y su conjetura es que esta es otra forma de sutilmente asociar la mala experiencia de usuario al hecho de comunicarse con un teléfono Android.

La batalla legal que recientemente involucró al gigante tecnológico norteamericano y la firma Epic Games arrojó más datos a esta mezcla. En dicho proceso se revelaron e-mails que evidenciaban que la idea de hacer de iMessage una aplicación multiplataforma, algo totalmente viable desde el punto de vista tecnológico, se manejó tan temprano como en el año 2013. Pero tenemos que tener claro que, si bien la aplicación es gratis —luego no reporta ninguna ganancia económica de manera directa— la ganancia está en que funciona como una de las paredes invisibles que no te dejan salir del ecosistema de Apple.

En uno de los correos develados, el supervisor de Servicios de Apple comentaba que, ante los rumores de que Google compraría Whatsapp en 2014, su equipo había desarrollado investigaciones sobre la posibilidad de hacer de iMessage una aplicación multiplataforma, y recomendaba priorizar el proyecto. No obstante, otra misiva, enviada por Craig Federighi, vicepresidente primero del Departamento de Ingeniería de Software de la compañía, mencionaba que tener “iMessage en Android simplemente serviría al propósito de eliminar un obstáculo para que las familias de Apple le den teléfonos Android a sus hijos”.

¿GOOGLE AL RESCATE?   

En la otra esquina está Google y su pretendida solución dorada a este conflicto: el estándar Rich Communication System (RCS). La cosa aquí es que, como se había mencionado, los estándares anteriores SMS+MMS no ofrecen encriptación de extremo a extremo. RCS, desarrollado por el Global System for Mobile Communications (GSMA), implementa esta y otras características que acercan la experiencia de mensajería a aquella que ofrece iMessage. La petición de Google es que Apple abandone sus prácticas monopólicas y encuentre una manera de conectar sus teléfonos con este estándar, incluso si es como opción secundaria en iMessage, algo que podría hacer con una simple actualización de software.

Esto podría mejorar significativamente la experiencia de usuario cuando se realizan comunicaciones interplataformas, y efectivamente aumentaría la seguridad pues, con SMS+MMS siendo la opción secundaria para la mensajería entre iOS y Android en la actualidad, los chats se encuentran expuestos. Hasta ahora Apple se ha negado, y esto no es solo una decisión obstinada y malvada, Google tiene parte de culpa en ello.

El asunto es que RCS no es un estándar en sí mismo, depende de la implementación que se haga de él. Desde su surgimiento, distintos distribuidores de servicio intentaron, y fallaron en el intento de crear un perfil universal aceptado de RCS, hasta que llegó Google. Google ha desarrollado Google Chat, su propia implementación del RCS y hoy por hoy, cuando se habla de RCS, se habla realmente del RCS de Google y no otro.

¿Por qué esto es un problema? Que Google sea el dueño de Android; que el RCS no esté integrado a nivel de sistema operativo, sino que venga aparejado a la aplicación propietaria Google Messages; que sea prácticamente imprescindible conectarse a los servidores de Google para acceder a la característica; y que competir desde cero en este campo se convierta en una tarea titánica para terceros; no sé a ustedes, pero todo esto a mí me huele también a monopolio.

Al final, Google no es tan bueno ni tan altruista ni está tan preocupado por la ciberseguridad del cliente. Más bien lo que quiere es universalizar su versión de RCS y coger “su parte del pastel” en esto de las aplicaciones de mensajería. Todo se resume en una guerra de monopolios y lo interesante es ver cómo se utilizan las sutilezas de las percepciones sensoriales y fenómenos de la sicología social y de las identidades de las adolescencias y juventudes para una guerra eminentemente económica. Guerra que se libra también por la hegemonía cultural que viene aparejada con la Cuarta Revolución Industrial y el desarrollo de las TIC.

Como siempre, el foco de discusión no debe estar en un vago discurso en pro de la “libre competencia” ni en acusar singularmente a Apple o a Google por ser monopolios. Las tecnologías tienen ideología, pues fueron concebidas y funcionan en el entramado de relaciones sociales que fundan y perpetúan el capitalismo. Allí deben ir nuestras críticas, por cambiar ese modelo y fundar una ciencia y una tecnología otras, que sean las de la liberación.

Y como me estás leyendo en un aparato electrónico, posiblemente conectado a internet, me permito recordar que las escaramuzas aquí expuestas son las que realmente se hacen en oficinas de California. Los teléfonos, los tablets y las computadoras las hacen los obreros en otros países. Así que sígueme leyendo y si quieres comenta, desde Android o iOS, el que prefieras.


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Kenneth Fowler Berenguer

Químico de formación y apasionado de la divulgación científica, el deporte y el cine. Hacer ciencia, pero también contarla, debatirla y pensarla.

Se han publicado 1 comentarios


Carmen Berenguer
 10/3/22 18:47

Información novedosa y actual que ilustra aspectos que la mayoría de las veces, pasan desapercibidos . Tecnología, ciencia y sociedad en comunión y dinámicas de la vida contemporánea

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