Daneris es un villaclareño que luchó en Angola. La mayor de sus hijas aún vive en su provincia natal, pero la más pequeña vive con él aquí, en Matanzas, la Atenas de Cuba. En este hombre se combinan dos grandes intereses: apasionado historiador y narrador incansable.
“A los 17 años me fui para Angola. Soy de esa generación a la que le tocaron ensayos como por ejemplo, las pruebas de ingreso al pre. No cogí carrera, me fui directo al servicio militar. Estudié Historia en Villa Clara.”
Daneris y yo coincidimos de casualidad en la casa de la Uneac, en Matanzas, por la Jornada del Premio de la Crítica Orlando García Lorenzo donde hicieron además un homenaje al Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Por esas extrañas cosas del azar, recién hablábamos en el panel de temas tratados en nuestra literatura como Playa Girón, período especial, balseros, y ahora este hombre me dice: Angola.
“Estuve en Angola 18 meses, a mí me tocó la guerra de rebote. Mis vivencias de la guerra son otras. Mis situaciones más peligrosas fueron bajo el llamado fuego amigo; los disparos los hacían mis compañeros borrachos; recuerdo ver a los hombres bailando los domingos por la tarde; ver películas de 16 milímetros, rusas, sobre la guerra, eso, cuando había corriente; que la gente me contara la vida, en las guardias.”
“Yo creo que aproveché todo eso, porque yo ante todo soy un oidor, un escuchador. La gente me dice, ¿por qué no lo escribes? Pero yo no lo siento como una deuda. Muchos escriben de los que vinieron, del trauma y demás. En realidad los amigos míos que vinieron están por todas partes y han muerto de muerte natural, aquí. Otros se han ido, como tanta gente.”
“Angola es un tema complejo, pero me sirvió. Allí también había una biblioteca, chiquitica. Ahí yo leí a Cortázar y muchísimos autores que no conocía. Y mira, hoy he publicado libros de narrativa y de historia.”
Es claro que en ti conviven ambas, la Historia y la literatura, ¿acaso se mezclan? “Me gusta mucho la Historia, la investigación, puedo pasar horas en un archivo, eso va con el carácter, hay gente para todo. Sí, como bien dice Eduardo Heras, los periodistas deben conocer de Técnicas Narrativas, pues yo digo que los historiadores también.”
¿Por qué Matanzas? “Cuando yo me gradué tenía claro que no quería dar clases, y en Villa Clara me hubiera tocado una escuela secundaria o algo así y pensé, ¿cuál es la manera más fácil de escapar? Por eso me vine a Varadero. Trabajé como custodio, entre otras tantas cosas. Viví en casa de unos parientes. Viví albergado. Viví alquilado. Siempre con la mochila a cuestas. Vivo en Matanzas desde el 97.”
Has devuelto a la vida la memoria histórica del Teatro Sauto, si tuvieras que dedicarle una palabra a ese teatro, ¿qué palabra sería? “Entrañable. Creo que esa sería la palabra”. ¿Has caminado por sobre todos los puentes de Matanzas? “Creo que me falta uno, muy antiguo, que es el puente Buey Vaca. Es un puente del siglo XIX.”
“Matanzas tiene esa conjunción que no se da en otras ciudades, es una ciudad que te da ríos, mar, montañas, valles. En ninguna otra ciudad de Cuba puedes caminar una cuadra y entrar a una cueva. Algo que te queda impreso en la retina es que pasas con mucha rapidez de un espacio de luz a un espacio de sombra.”
¿Ves a tus hijas creciendo aquí, haciendo sus vidas aquí? “Bueno, la mayor vive en Villa Clara y cuando voy a visitarla regreso muy triste, allí las carencias son muchas. La más pequeña vive aquí conmigo y me parece que sí, la veo haciendo su vida aquí, solo que con las posibilidades que no tenemos hoy de poder comparar con otras ciudades, para luego poder elegir.”
Si algún día ya no vivieras más aquí, ¿qué extrañarías? “El teatro Sauto, fue al primer teatro al que entré en mi vida, con nueve años. Fueron mis padres quienes me trajeron y entonces conocí los lugares más emblemáticos, las Cuevas de Bellamar, la aldea Taína, el valle de Yumurí. Hoy me doy cuenta de que fue un viaje para abrirme los ojos.”
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