La belleza se realza con el buen vestir

Estamos en ambiente navideño o, al menos, gran parte del mundo lo está. Así que no quiero abordar el tema de la semana sin antes felicitar a cada amigo y amiga de Parada con Estilo que cada semana nos regalan la alegría de visitar y comentar nuestro blog. A cada uno de ustedes les deseo una ¡feliz Navidad!

La Navidad es un tiempo especial, donde la atmósfera de nacer y renacer envuelve los corazones. A mis amigos y amigas les digo que ¡siempre es Navidad! y que, por tanto, a cada momento tenemos la maravillosa oportunidad de renacer o nacer en algún aspecto de nuestra vida porque, a fin de cuentas, la vida se trata de un cambio indetenible. El potencial de trasformar siempre está presente, solo nos resta elegir el sentido y la dirección de ese cambio.

En Parada con Estilo apostamos por cambiar siempre en dirección a una belleza saludable que nos reporte bienestar, un bienestar real y no ilusorio. Una complacencia que atraviese cada dimensión de nuestro ser y nos haga irradiar belleza natural, donde la alegría, la armonía, el amor y el buen conocimiento siempre estén presentes.

Una deuda tengo con las mujeres de este blog y con toda aquella que quiera sentirse parte de nuestra familia. Antes quiero agradecerles por no enfadarse conmigo al dedicar el primer artículo sobre el buen vestir al sexo masculino, gracias.

Anda por nuestras calles una frase popular que dice: “la moda a quien le acomoda”. Amiga de Parada con Estilo, para nada pretendo cuestionar, criticar ni cambiar el gusto de ninguna de ustedes pues, a fin de cuentas, cada persona ha de gozar la libertad de escoger, incluyendo la manera de vestir.

Lo que pretendo es reflexionar sobre algunos detalles que a lo largo del devenir social e histórico se han ido constituyendo pequeñas señales que orientan la manera de vestir agradable y de buen gusto. Recuerda siempre que son simples propuestas. Al final eres tú, mi bella amiga, quien decide qué hacer.

Claro que el vestuario se diseñó para el cuerpo, se hace lógico, entonces, que primero conozcas bien cada detalle de tu figura corporal para decidir entonces qué deseas realzar y qué disimular. Cuando esto esté bien claro ya estás lista para elegir el vestuario que más te ayuda en dicho sentido. Puede tener un closet lleno de ropa cara, sin embargo, puede también que escojas la que más te atrae y no la que más te favorece. Piensa en eso.

De otro lado tenemos los estampados. Sin dudas el estampado tiene su encanto, sobre todo cuando se combina, es decir, una pieza o detalle con estampado con otra pieza de color entero aporta y realza más que cuando el estampado lo cubre todo. Recuerde que la belleza se alimenta mucho en el contraste.

Y ya que hablo de contraste quiero comentar sobre algo que observo con frecuencia en nuestras lindas calles y que hace, incluso, que el sexo masculino se quede hipnotizado pero no aporta para nada a la imagen de la mujer. Cuando la ropa interior se marca con claridad o cuando, literalmente, se ve a través de un vestuario transparente. Estoy claro que en ocasiones es con toda intención, pero esos casos prefiero dejarlos fuera.

Hay un encanto mágico en la mujer cuidadosa y reservada, aquella a quien se le ve andar dejando a su paso el deseo de adivinar qué figura se esconde detrás de una vestimenta que insinúa algunas formas a la vez que muestra poco. Amiga, te invito a que sientas respeto hacia ti misma y deja tus secretos más hermosos, no para la multitud, sino para aquella persona que decidas los merece.

Por otra parte tenemos el encanto de las texturas. Hay tejidos y hasta tendencias donde la imagen deseada exige el aparente descuido y se luce, como diría mi tía, medio arrugada o medio machacada. A pesar de ello es importante aprender a reconocer cuándo un tejido es perfecto para esa tendencia y cuándo no, porque muchas son las prendas de vestir que, sea por el tejido o la ocasión, necesitan y exigen del buen arte de planchar, y si usted no soporta hacerlo entonces, nada, encargue a alguien que lo haga por usted.

El calzado, mi amiga, es fundamental, a tal punto que mal llevado podría tirar por el suelo todo el esfuerzo y dedicación que colocaste en la ropa. No hablo de tener incontables pares de calzado, me refiero a bien emplear lo que tengamos, sobre todo, a llevar un calzado cómodo y, muy importante, limpio y presentable, pues ser humilde no significa ser poco limpio y descuidado.

Los accesorios complementan el vestuario y dan un toque a nuestra imagen, siempre y cuando sean elegidos con inteligencia y buen gusto. Recuerda siempre que los extremos nunca son buenos. Te propongo seas moderada en el uso de accesorios y bisutería o corres el riesgo de convertirte en una persona invisible, pues la gente solo verán en la calle o el trabajo a un montón de prendas caminando. ¡Vaya!, de solo imaginarme esa imagen me resulta gracioso.

Entonces, si te dedicas a conocer tu cuerpo, reconocer lo que mejor le va, cuidar de algunos detalles como el calzado y los accesorios, sin duda, tienes gran parte de la batalla del buen vestir ganada. Te va quedando entonces lo fundamental: que tu comportamiento, tus hábitos, valores y sentimientos realcen con verdadera belleza la imagen creada con la vestimenta.

Se que tendrás una maravillosa Navidad y estarás radiante y linda sin perder la magia de la simpleza y la sencillez. Es un placer sentir que estoy poniendo mi granito de arena para que tu vida se siga adornando con verdadera belleza y bienestar.

Recuerda que cada semana tenemos una fiesta grande. Una fiesta donde nos encontramos todas y todos inundados del hermoso deseo de compartir sobre modos de llevar nuestra belleza sin sacrificar nuestro bienestar. Las amo y los amo de todo corazón y estoy feliz de que forman parte de mi vida. ¡Feliz Navidad!