Amiga y amigo, el mes de mayo en su bondad ha decidido retirarse para ceder el paso a un junio que recién comienza y quién sabe las sorpresas que nos trae. De cualquier manera, no está en nuestras manos determinar cuáles serán dichas sorpresas, pero sí está en nuestras manos el elegir cómo vamos a reaccionar frente a ellas.
¿Estás estresada?, es una pregunta que nos suelen hacer cuando tenemos mala cara, mal genio, prisa o cualquier otro indicador de que algo no anda bien. Si en ese instante echamos un rápido vistazo a nuestro reflejo en el espejo descubriremos que, en verdad, nuestro rostro confirmará el hecho: estamos estresados.
El estrés de nivel patológico es uno de los trastornos más comunes en el mundo de hoy y al parecer la tendencia es estar cada vez más presente en la vida de la mayoría de las personas. Pero así como un lago revuelto y turbulento es poco bello, de igual manera, el estrés patológico mantenido en nuestras vidas va opacando nuestra belleza natural.
Las consecuencias de dicho estado se hacen presentes en nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro medio social. Por ejemplo, la piel y la mente están en estrecha relación, por eso muchos padecimientos de la piel son de naturaleza subjetiva o psicológica.
Algunos padecimientos asociados a la piel como el acné, la rosácea, la dermatitis seborreica, la psoriasis, las uñas quebradizas o la sudoración excesiva pueden empeorar e incluso aparecer en periodos de estrés mantenido. Aunque dicho fenómeno puede presentarse una vez superada la situación estresante.
Las consecuencias del estrés sobre la piel, sin duda, la afectan notablemente y tienden a afectar la autoestima dado su efecto estético. Pero, además, esas lesiones cutáneas son en sí mismas una fuente de estrés. Por ejemplo, el vitíligo o una alopecia pueden disminuir la calidad de vida de una persona y hacer que se estrese aún más.
Cuando nos quedamos atrapados en el círculo vicioso del estrés, quien lo padece, pierde la motivación (o carece de tiempo) para desarrollar las rutinas necesarias para solucionar sus problemas cutáneos. Incluso, en algunos casos, los empeoran. Así es el caso, por ejemplo, de quien padeciendo acné se manipula en su ansiedad las lesiones causando daños añadidos que suelen dejar marcas permanentes.
Una piel estresada también implica que se ha desordenado su manto natural protector. De ahí que sea común que el cutis se vuelva frágil, sufra cuadros de deshidratación, se vuelva muy reactivo a los agentes irritantes, y más proclive a padecer de infecciones. En una piel permanentemente deshidratada se acentúan las arrugas y la flacidez. Es decir, el estrés mantenido acelera el envejecimiento.
Amiga y amigo, deshacer ese círculo vicioso de estrés y mal estado de la piel es esencial para comenzar a recuperar nuestra belleza natural por dentro y por fuera. Según el doctor Fried, de la Academia Americana de Dermatología, controlar el estrés puede ayudar a las personas a mejorar el estado de la piel. Según él, si combinamos los tratamientos dermatológicos tradicionales con psicoterapia, relajación, meditación, tai chi, musicoterapia, bailoterapia o yoga, la mejoría suele ser sustancial.
De esa manera, cuando la persona comienza a notar que hay una mejoría externa entonces comenzará a estar más segura de sí misma y se encontrará más motivada para continuar de camino hacia la recuperación de su belleza y bienestar.
Pero el estrés también afecta a los anexos de la piel. En el cabello, por ejemplo, puede provocar su caída o la aparición de canas. Según un estudio de la universidad de Kanasawa en Japón, el estrés es capaz de volver el cabello blanco a través de los daños que causa en las células madres de los folículos pilosos.
Otro de los resultados de los estudios realizados por dicha universidad en relación al estrés y sus consecuencias sobre nuestro organismo es que el estrés mantenido puede llegar a favorecer la aparición de várices en nuestras piernas.
Nada amigo y amiga, cuando de belleza y bienestar se trata, al parecer, no hay mejor truco que el estar relajados. Medite en el asunto y después decida pero, mientras lo hace, recuerde que hay un sitio donde el estrés no tiene cabida y donde usted puede encontrar, cada semana, un montón de gente buena que ama la vida, la belleza y el bienestar. Pero sobre todo aman el compartir y el amar. El sitio se llama Parada con Estilo y tú siempre estás invitado. Hasta pronto y suerte.
Amiga y amigo, el mes de mayo en su bondad ha decidido retirarse para ceder el paso a un junio que recién comienza y quién sabe las sorpresas que nos trae. De cualquier manera no está en nuestras manos determinar cuáles serán dichas sorpresas pero, sin embargo, si está en nuestras manos el elegir cómo vamos a reaccionar frente a ellas.
¿Estás estresad@?, es una pregunta que nos suelen hacer cuando tenemos mala cara, mal genio, prisa o cualquier otro indicador de que algo no anda bien. Si en ese instante echamos un rápido vistazo a nuestro reflejo en el espejo descubriremos que, en verdad, nuestro rostro confirmará el hecho: estamos estresados.
El estrés de nivel patológico es uno de los trastornos más comunes en el mundo de hoy y al parecer la tendencia es estar cada vez más presente en la vida de la mayoría de las personas. Pero así como un lago revuelto y turbulento es poco bello, de igual manera, el estrés patológico mantenido en nuestras vidas va opacando nuestra belleza natural.
Las consecuencias de dicho estado se hacen presentes en nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro medio social. Por ejemplo, la piel y la mente están en estrecha relación por eso muchos padecimientos de la piel son de naturaleza subjetiva o psicológica.
Algunos padecimientos asociados a la piel como el acné, la rosácea, la dermatitis seborreica, la psoriasis, las uñas quebradizas o la sudoración excesiva pueden empeorar e incluso aparecer en periodos de estrés mantenido. Aunque dicho fenómeno puede presentarse una vez superada la situación estresante.
Las consecuencias del estrés sobre la piel, sin duda, la afectan notablemente y tienden a afectar la autoestima dado su efecto estético. Pero además, esas lesiones cutáneas son en sí mismas pueden llegar a ser una fuente de estrés. Por ejemplo, el vitíligo o una alopecia pueden disminuir la calidad de vida de una persona y hacer que se estrese aún más.
Cuando nos quedamos atrapados en el círculo vicioso del estrés, quien lo padece, pierde la motivación (o carece de tiempo) para desarrollar las rutinas necesarias para solucionar sus problemas cutáneos. Incluso, en algunos casos, los empeoran. Así es el caso, por ejemplo, de quien padeciendo acné se manipulan en su ansiedad las lesiones causando daños añadidos que suelen dejar marcas permanentes.
Una piel estresada también implica que se ha desordenado su manto natural protector. De ahí que sea común que el cutis se vuelva frágil, sufra cuadros de deshidratación, se vuelva muy reactivo a los agentes irritantes y más proclive a padecer de infecciones. En una piel permanentemente deshidratada se acentúan las arrugas y la flacidez. Es decir, el estrés mantenido acelera el envejecimiento.
Amiga y amigo, deshace ese círculo vicioso de estrés y mal estado de la piel es esencial para comenzar a recuperar nuestra belleza natural por dentro y por fuera. Según el doctor Fried, de la Academia Americana de Dermatología, controlar el estrés puede ayudar a las personas a mejorar el estado de la piel. Según él, si combinamos los tratamientos dermatológicos tradicionales con psicoterapia, relajación, meditación, tai chi, musicoterapia, bailoterapia o yoga, la mejora suele ser sustancial.
De esa manera, cuando la persona comienza a notar que hay una mejoría externa entonces comenzará a estar más segura de sí misma y se encontrará más motivada para continuar de camino hacia la recuperación de su belleza y bienestar.
Pero el estrés también afecta a los anexos de la piel. En el cabello, por ejemplo, puede provocar su caída o la aparición de canas. Según un estudio de la universidad de Kanasawa en Japón, el estrés es capaz de volver el cabello blanco a través de los daños que causa en las células madres de los folículos pilosos.
Otro de los resultados de los estudios realizados por dicha universidad en relación al estrés y sus consecuencias sobre nuestro organismo es que el estrés mantenido puede llegar a favorecer la aparición de várices en nuestras piernas.
Nada amigo y amiga, cuando de belleza y bienestar se trata, al parecer, no hay mejor truco que el estar relajados. Medite en el asunto y después decida pero, mientras lo hace, recuerde que hay un sitio donde el estrés no tiene cabida y donde usted puede encontrar, cada semana, un montón de gente buena que ama la vida, la belleza y el bienestar. Pero sobre todo aman el compartir y el amar. El sitio se llama Parada con Estilo y tú siempre estás invitado. Hasta pronto y suerte.
Lilith
25/6/19 12:10
lui ma me encantan tus articulos tropece con esta pag hace poco y me encanta todo lo q leo tienes muy buenos articulos muy interesantes sigue asi n me pierdo ninguno
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