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jueves, 21 de noviembre de 2024

Mi película del alma

Soul, aunque al parecer desenlaza una historia sencilla, nos muestra temáticas imprescindibles que cualquier persona se ha cuestionado alguna vez...

Daryel Hernández Vázquez
en Exclusivo 20/04/2021
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Fotograma de Soul 1
Siguiendo la afable tendencia de títulos cortos, Soul nos refleja emociones y sensaciones cercanas que maravillan.

Si alguna vez me preguntaran: ¿por qué te gusta el cine que acudes tanto a él? Primeramente, cabe analizar, no en la respuesta, más bien en procesar sobre la reflexión que instantáneamente invade mi mente: “pobre alma en pena aquella que no disfrute de las ocurrencias del cine”. Para después, tomármelo algo más en serio y meditar otro poco más. Y al fin contestar.

El cine no solo muestra las experiencias de un artista sobre el poder de la imagen, no solo enseña culturas y perfora barreras: idiomáticas, raciales, etc., no solo canaliza formas de pensar mediante una manera muy específica, amena y hermosa de crear. El cine ha marcado momentos en la historia y sobre todo funge como un hilo conductor, nos deja recuerdos, sensaciones de las mismas películas que vemos, y también remembranzas de nuestra propia vida.

Además, existen películas por sobre todas, que han tenido la virtud más que la osadía de crear tesis acerca de las formas y vertientes del vivir, tomando este tema en general para nada fácil. Filmes que desarrollan teorías de la vida, o de qué es la vida, qué la compone, cómo vivimos. Un tópico tan estudiado científica y filosóficamente que es interesante, y espectacular observar cómo nos desmigan las hipótesis que nos reflejan en la imagen, fotograma a fotograma, los artesanos del cinema. Existen directores que contemplan los ciclos de la vida desde una perspectiva muy personal e intimista. Así lo sabrá Pete Docter, cuando nos invita a ver Soul, de la mano de los estudios Pixar, una vez más esta maquinaria de hacer buen cine animado para niños, y por qué no, para adultos también.

Soul, aunque al parecer desenlaza una historia sencilla, nos muestra temáticas imprescindibles que cualquier persona se ha cuestionado alguna vez. La trama no puede ser de otra forma, estamos tratando de una película diseñada, tanto por su visualidad como por su lenguaje, para niños. Sin embargo, esta desarrollada por un gran compendio de materiales interesantes (como si tuviese mucho que decirnos, un todo en uno magistral). Este filme circula alrededor de dos personajes principales que tienen dilemas diferentes pero muy allegados. El protagonista es Joe Gardner (Jamie Foxx), un profesor de música suplente de nivel elemental, quien está plenamente consciente de su propósito en la vida: tocar melodías jazzísticas con el piano y así disfrutar de la música que ama sobre los grandes escenarios del género, y de cierta manera consigue la oportunidad de su alma (que digo, de su vida). El otro, 22 (Tina Fey) simbología inmediata de la extracorporeidad, una pequeña alma en desarrollo (de esas almas autosuficientes suficientes que consideran que la escuela no aporta nada interesante) que no se siente preparada para afrontar la vida, por lo que prefiere mantenerse enajenada en su mundo etéreo (un alucinante cuarto en el mundo abstracto de las almas). ¿En qué son similares estos dilemas?, una búsqueda inminente de los principios de la vida desde el alma/cuerpo. El largometraje sutilmente nos muestra como uno (Joe) está equivocado acerca de los principios del vivir mientras lleva toda una vida terrenal de cierta forma patética, a la vez que el otro (22) se acierta con solo pasar unas horas sobre la Tierra después de huirle toda su non - existencia.

Fotograma de la película Soul (foto del autor)

La película intenta enseñarnos divertidamente que esta consecuencia de pasajes que llamamos vida está diseñada con el simple objetivo de vivirla, disfrutando cada detalle y momento, donde tiene una fuerte participación nuestra personalidad (cosa que va de mano con nuestra alma, según el concepto manejado en el largo).

Soul (siguiendo la afable tendencia de títulos cortos) fue impregnada con la habilidad de reflejarnos emociones y sensaciones tan cercanas que maravillan, muy parecida a Inside Out (otra experimentación animada sobre la fundamentación teórica de la vida desde las emociones mismas). Un claro ejemplo sería el momento en que Joe obtiene la oportunidad de “hacer realidad sus sueños”. Es ese sentimiento de invencibilidad que llega a cada ser humano cuando la felicidad es completa, cuando transitamos por el camino que tal vez nos toca, ese que llaman destino. Joe experimenta un instante de victoria tan glorioso que por más obstáculos peligroso que se le antepongan, nada logra importunarlo. Aunque después, irónicamente y a lo película de muñequito en fin, se caiga por una alcantarilla, segundos antes de presentarnos el segundo mundo que le da forma a esta obra tras el telón.

El filme constantemente nos bombardea con tendencias culturales y referencias de todo tipo, pero este segundo mundo (al que decidí llamar “mundo abstracto” tomándome una licencia poética) es el más completo e increíble. El mundo abstracto es el lugar determinado por la imaginación de Docter, donde se le da forma a la personalidad como parte intrínseca del alma. Este mundo tiene una construcción especial que levanto las alertas desde el justo momento en que apareció en pantalla. No solo prepondera entre las figuraciones animadas dos estilos diferentes soterradas en una especie de arte minimalista a tonalidades azules, blancas y rosadas; sino que uno de esos estilos esta remarcado para congraciarse con el saber adulto y artístico (Disney haciendo a nuestros niños inteligentes otra vez) mientras el otro mantiene las maneras habituales del metraje. Los funcionarios (quienes son: - La combinación de todos los campos cuánticos del universo -) de este mundo abstracto están dibujados al estilo de las artes plástica: cubismo, el fin de la perspectiva científica. Algo tan interesante, no por lo que desea representar solamente en el rol de funcionario, de estructura líder del lugar, sino como una expresión libre del objeto, alejado de todo modelo, de una vida interior determinada, guiada por el intelecto. Esto se ve reflejado directamente en la pantalla, y más cuando uno de esos histriónicos personajes, Jerry (el primero), comenta: - (…) en la forma que tú débil cerebro humano comprenda – (hilarante y egocéntrico eh). El argumento se ve recargado en dichos personajes observando su reacción alejada de toda naturaleza, humana o terrenal, en definitiva. Son guías del aprendizaje y control sobre el mundo abstracto, “The Great Beyond & The Great Before”, y los espacios oscuros que existen de por medio, una especie de limbo decisivo y atenuante (figurismo, paralelismo y desvirtuaciones).

Fotograma de la película Soul (foto del autor)

En uno de estos espacios transcurre una de las representaciones mejor lograda de la película. No es menos cierto que en el animado cabe todo. La representación de las obcecaciones humanas, las complejas obsesiones y enajenaciones se ven tan nítidas y simuladas en imágenes que casi se pueden palpar. Se nos eriza la piel si nos vemos reflejados en ella. Un mundo tan tenebroso que es poderosamente cuestionable cómo pueden convivir en el mismo espacio: las obsesiones y la suprema concentración (estar en la zona, según el argumento fílmico). Teniendo en cuanta que es una realidad la delgada línea que separa a estas dos manifestaciones, la enajenación y el pleno disfrute laborioso y creativo. Hemos estado allí.

Entonces, en esta atmósfera de autodescubrimiento y decisiones necesarias, erradas o no, egoístas o no; mientras Joe trata de volver a su cuerpo forzándose a la vida y mejorar su existencia como ser humano logrando comprender, comprender sobre todo, los principios de la vida, y 22 vislumbra lo que es la magia del vivir en la Tierra por encima de sus miedos y (auto)restricciones (clásico patrimonio disneyniano); el filme acude a miles de referencias y etimologías culturales para concebirnos una experiencia más placentera delante de la pantalla. No tanto para los niños por su desconocimiento, más bien para los adultos que aún disfrutamos percatarnos de ciertas “cosas” en este tipo de cine. La salida de grandes personalidades en la pantalla siendo mentores de 22, los carteles de pasajes históricos o conmemorativos, etc., produce un toque de calidad abrumador y entretenido.

Fotograma de la película Soul (foto del autor)

No es necesario mencionar cuan arraigada está la cultura afroamericana en el guion y en la música. Música que posee un papel primordial en la trama por la capacidad de adentrarnos en el escenario que nos recrean. Tonos que van ligados con lo que acontece y matices que abren el diapasón de las emociones.

Además, tintes sutiles de la cultura pop y kischt se notan por la barriada animada de New York, influyendo hasta directamente en los colores de las situaciones y escenas, como un reflejo instantáneo al captar la realidad viviente de la ciudad, como la prisa de la sociedad, la falta de tiempo, los carros de comida, el transporte, la locura y cosas de ese tipo que solo se ven en la llamada capital del mundo. En esa agitación citadina es donde se justifica un pequeño misterio que la película se reusó a develar, “el por qué Joe no quiso llamar a Lisa”. Dejándolo en el vestigio cognitivo de una relación pasada del protagonista, una relación, no menos importante, que remanece en los portarretratos del apartamento.

La visión del director queda plasmada de una forma tan grandilocuente y divertida que ningún ruido puede ser tan inmenso como para arruinarnos la película, ni la persecución, el tema de la muerte tan discretamente tratado, ni las angustias de la obsesión. Nada podría arruinarnos el final feliz que nos deja Soul con su partida, un filme de oportunidades y reencuentros con uno mismo, con el Otro. Uno se mantiene tan pegado a la imagen observando lo que sucede, que pasa por alto los “Huevos de pascuas” que habitualmente nos deja Pixar en sus metrajes. Con esto no encontraría otra forma de venderles mi Soul.

Es importante recordar que, si obviásemos la moraleja inductiva del largometraje, hablaríamos de tres creaciones diferentes que tal vez no tengan tan alto impacto: Un afroamericano con muy mala suerte, Un obeso gato parlanchín y El mundo sideral de los buenos fantasmas; y no tratásemos de esta grandiosa obra. Eso es lo que me encanta de la magia del cine, de una buena película: el poder que tiene de fascinarme y dejarme a su vez con una sincera sonrisa.


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Daryel Hernández Vázquez

Licenciado en Ciencias de la Información en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Cinéfilo y editor. Aspirante prematuro a director de cine. Novelista, poeta y loco.


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