Elle es una película inquietante. Perturbadora. No vale verla con frases hechas ni ideas preconcebidas. Decía el filósofo danés Kierkegaard que si clasificamos algo, lo negamos. Lo reducimos a lo que tenemos en mente que pueda ser y dejamos fuera lo que realmente es. Así mismo pasa con esta cinta.
En la primera escena un hombre viola -en un cuenco de violencia descarnada- a Isabelle Hupert. (Si quisiéramos ponernos específicos diría que al personaje que encarna Isabelle Hupert, pero no nos desgañitemos en detalles).
A partir de esa violación se desata una película macabra, psicológicamente muy compleja. Imaginemos lo que imaginemos, esta cinta va por un sendero demasiado único para que sepamos con exactitud por cuál rincón oscuro y traumático transitan las intenciones del director neerlandés Paul Verhoeven.
Tanto La pianista (Michael Haneke, 2001) como Elle (Paul Verhoeven, 2016) confirman a Isabelle Hupert en la categoría de leyenda. Y el binomio funciona Hupert-Verheoven tan bien como el de Isabelle Hupert con Haneke, que ya es mucho decir. Estoy hablando de un cine de una calidad tan compleja y brutal que no puede menos que deslumbrar.
Elle está muy lejos de ser un thriller con carriles predeterminados. Todo en esta cinta es auténtico. Desde la visión maquiavélica de la familia, las alianzas calculadoras, basadas en el poder, la perversión o los instintos básicos del ser humano… hasta ese humor negro que se le impregna a un tono ambiguo, a ratos desquiciado.
Aun cuando se develan las intrigas propias de la trama, se queda el espectador inquieto. Es una realidad: Verhoeven ha vuelto, después de seis años alejado de la gran pantalla, y lo ha hecho de la mano de una actriz de la talla de Meryl Streep y manteniendo su tónica de siempre: la deshumanización de sus personajes y el cuestionamiento a sus actitudes morales.
Elle ha sido escogida para representar a Francia en los próximos premios Oscar. Pero no creo que tenga una amplia acogida en Estados Unidos. No es una cinta que le guste a la mayoría. Es demasiado perturbadora, y hace muy pocas concesiones estéticas para acercarse al cine hollywoodense, como esa de cambiar que la primera escena fuera un plano secuencia visto a lo lejos por los ojos de un gato, que representarían los ojos del propio espectador, por una edición más propia del cine de consumo.
Con Elle, Verhoeven, como el mismísimo Kierkegaard, centra su atención en la subjetividad de las personas, en sus conceptos de libertad, de desesperación y de angustia. De ahí que sea Elle una película existencialista que, siguiendo la máxima que tenía Kierkegaard para que develaran la esencia de sus escritos, no explica demasiado. Ya lo decía el filósofo: “la tarea debe hacerse difícil; solo la dificultad inspira a los nobles de corazón”.
Aram Joao Mestre León
29/5/17 8:18
El personaje principal es completamente deslumbrante por su frialdad al lidiar con su violación, aunque poco a poco vamos conociendo de su pasado y el motivo por el cual ella no acude a la policía. Es una película fascinante, llena de situaciones atractivas y diálogos divertidos (principalmente los de Michéle con su madre).
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