Hace apenas unas semanas, en esta columna, les hablé de Selma, filme que se acerca a uno de los momentos más importantes de la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos, desde el punto de vista de Martin Luther King. Con todo lo que está ocurriendo en estos momentos en el país norteño, es innegable la vigencia de su mensaje, por eso quiero hablarles hoy de otro filme que se acerque al tema. Hay muchos que describen la experiencia afroamericana que tal vez fueran más acertados para hoy, pero decidí hablar de uno que se enfoca en la enfermedad, y no en sus víctimas, uno que no se acerca a los George Floyd de este mundo, sino al policía que le puso la rodilla en el cuello hasta matarlo. Porque hechos como ese no ocurren en el vacío, son parte de problemas sistémicos y erróneas ideas heredadas.
La primera escena de American History X es uno de esos inicios que te obligan a seguir mirando. Tres hombres negros se acercan a una casa e intentan robar un auto. Dentro, un niño lo nota y avisa a su hermano, quien tiene sexo con su novia. Una gran esvástica cuelga en la pared de su cuarto, pero la que nos choca es la que lleva tatuada en el pecho. Toma una pistola, sale, le dispara a dos de los hombres, persigue el carro en qu e escapa el tercero, y regresa a rematar al que ha quedado vivo en el suelo. En su cara, ni una emoción... tal vez complacencia. Desde la puerta, el niño mira incrédulo, aterrado.
American History X, dirigida en 1998 por Tony Kaye, cuenta la historia de Derek Vinyard (Edward Norton), ese joven neonazi, quien va a prisión por los asesinatos. Tres años después, al ser puesto en libertad, parece haber cambiado. Sin embargo, Danny (Edward Furlong), el niño del inicio, ha crecido. Ahora sigue los pasos e ideas de su hermano. Acaba de entregar un trabajo en la escuela elogiando a Adolfo Hitler y su libro Mi lucha. Y es a través de sus ojos y recuerdos que iremos descifrando los hechos que los han llevado allí.
La película utiliza constantemente el flash back en blanco y negro para tratar de explicar dos procesos: el que lleva a Derek a convertirse en el neonazi líder de un grupo que saquea tiendas y golpea inmigrantes, y el que lo ha hecho cambiar y tratar de rehacer su vida y la de su familia. Al mismo tiempo, explora las consecuencias de sus actos para su hermano menor, quien revela sus impresiones sobre Derek en un ensayo que le hecho escribir el director de la escuela, un profesor negro de gran peso en las vidas de los hermanos Vinyard.
Edward Norton realiza una de las mejores actuación es de su carrera como Derek. Ganó musculatura para logar un físico perfecto y amenazante, pero su principal acierto está en la complejidad de su personaje, atormentado por lo que cree que está mal en su país mientras se convierte en el mal, marcado por la pérdida de su padre más de lo que se admite a sí mismo, consumido por la ira.
Esta es una película muy arriesgada que se ha con vertido en un clásico de culto. Pone en pantalla un anti héroe como este, en busca de redención, merecida o no. La violencia de muchas de sus escenas no la hace fácil de ver, pero se vale de una hipnótica forma de contar. Sus constantes saltos temporales, el tono triste y melancólico, la psiquis de sus protagonistas expuesta. Es como una terapia de choque. La violencia es cruda, las palabras son directas y ofensivas. El dolor, es real, la humillación, compartida, y la crueldad, inesquivable. El filme opta por no tener miramientos sobre la realidad que cuenta, aunque sea incómodo para el espectador.
La cinta se adentra en temas esenciales para el entorno en que se mueve: desigualdad social e histórica, violencia racial, migración, abuso policial, pobreza heredada. Muestra la forma en que un joven influenciable puede dejarse llevar por ideas que, tristemente, aún existen a su alrededor. American... elige criticar la ideología neonazi y el racismo, pero desde el punto de vista de uno de sus perpetradores y no de sus víctimas, como es más común.
Se agradece que no trate de ridiculizar las ideas de sus protagonistas. De hecho, el discurso de Derek es articulado. Es un joven que ha encontrado en el extremismo y la ideología nacionalista y supremacista la respuesta a los problemas que le aquejan: los males de la sociedad que le rodea y la muerte de su padre, un bombero asesinado por traficantes de droga.
Tampoco quiero decir que el filme sea indulgente. Solo que prefiere dejar la censura al Derek ya cambiado y a la lógica del consumidor. Porque en todo momento nos queda claro que está equivocado, escenas no faltan para validar lo erróneo de su comportamiento, pero le da la oportunidad de explicarse. No porque valga la pena escuchar los argumentos de un extremista, sino porque Dereks, lamentablemente, hay muchos; y porque debe existir la posibilidad de salvarlos.
La violencia recorre el largometraje de punta a cabo. Violencia verbal y física explícita. Tal vez porque el odio no puede conducir a otro lugar. Y es al odio a quien más critica esta obra. El odio como representación de ignorancia y miedo, de emociones mal manejadas, de culpas mal enfocadas. El odio en general, como forma suprema de intolerancia e incapacidad de comunicación y colaboración. El odio que se manifiesta en cualquier sociedad hacia los
Tony Kaye también ejerce como director de fotografía y su trabajo es encomiable. La visualidad del filme es de un preciosismo grotesco, simple pero hipnótico, particularmente en las escenas en blanco y negro que componen casi la mitad del filme.
Cabe destacar que el director no estuvo satisfecho con el corte final. Se dice que la mano de Norton llegó hasta el cuarto de edición más de lo que Kaye hubiera querido. Sostuvo una batalla legal contra la productora y por años e incluso llegó a exigir que se quitara su nombre de los créditos, pero esto queda para la anécdota, nunca sabremos que hubiera preferido él.
Ciertamente, American History X peca de ser demasiado aleccionadora e incluso obvia por momentos. Es como una especie de fábula violenta sobre la intolerancia. La moraleja es declarada frontalmente, pero eso no quiere decir que no sea válida. Sin embargo, creo que es un buen filme, que pone de relevancia temas de mucha vigencia, y lo hace de una forma creativa y con una historia interesante. Si tuviera que resumir el mensaje de la película, prefiero citar a Mandela: “Nadie nace odiando a otro por el color de su piel, su origen o su religión. El odio se aprende. Y si se puede aprender a odiar, también se puede enseñar a amar, porque el amor es más natural al corazón humano que su opuesto”.
Aram Joao Mestre León
2/6/20 14:32
Ese filme lo vi hace varios años y me gustó. Gracias por esta reseña tan apropiada para estos tiempos.
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