Otra vez la Sociología de la Basura

La participación de empresas mixtas para recoger desechos sólidos es tema actual de conversación en varias ciudades de Cuba, pero sobre todo en localidades donde se acumulan durante días, semanas y hasta más de un mes.

A propósito del tema, el viernes 28 de septiembre de 2017, en Sociología de la basura adelantamos que “a lo que llamamos basura, casi nunca le damos el valor que merece como proveedor de datos sociológicos...”.

La sociología de la basura, que se está practicando en otras naciones, permite conocer las características de civilizaciones muy antiguas a partir de los desperdicios del pasado remoto, pues se han llegado a determinar los hábitos alimentarios, las costumbres y otras características de comunidades cuya única huella son los desechos que resistieron el transcurso de siglos y milenios.

Esos residuos sólidos o no, orgánicos o no, pestilentes o no, sean como sean, pueden ser tan reveladores de secretos y hasta provocar escándalos, como el que padeció Shakira cuando encontraron cartas de sus fans tiradas en la basura y que fue utilizado como argumento para sostener que no les interesaban sus admiradores.

Dicen que en la década de los 50 hubo estudios en el mundo de los desechos tirados por personas de la alta sociedad o económicamente poderosas, para conocer sus peculiaridades.

Muchos de los datos contenidos en aquella nota publicada el año pasado, fueron obtenidos en una charla con una de esas personas en Santa Clara dedicadas a hurgar en los basureros en busca de laticas, metales, cartones y otros desechos para venderlos como materia prima.

Precisamente, la capital de la central provincia de Villa Clara es una de esas donde no ha habido solución para evitar la acumulación de tales desperdicios emitidos por familias asentadas a orillas de los ríos Cubanicay y Bélico, cuyas aguas también están dañadas por la contaminación de desechos sólidos y líquidos.

Al escuchar la noticia, Hermes contó la anécdota de que unos empresarios foráneos con los cuales se negociaba una empresa mixta, pidieron ir a un vertedero para ver sus componentes, pero antes de llegar, vieron desperdicios amontonados por doquier, por lo cual les fue fácil indagar y llegar a conclusiones antes de arribar al destino final de la basura.

Verdadera o no la historia, lo cierto es que cualquier negociante de materia prima, sin necesidad de acudir a especialistas en sociología de la basura, con una simple mirada podría darse cuenta de que además de afear y crear focos contaminantes y de vectores, estamos derrochando cuantiosos recursos que, si se reciclaran, aportarían sumas millonarias incalculables.

La narración del hecho, ficticio o no, concluyó en una disertación sobre la disciplina, sin la cual sería imposible extraer riquezas de esos desechos, pues “cuando alguien venga a recoger la basura para obtener materia prima, si al botarla no la depositamos en recipientes separados para papel y cartón, vidrio o metales, nadie va a querer participar en una empresa mixta por la única misión de higienizar y no sacarle ganancias”.

En fin, que si le aplican a Cuba la sociología de la basura, los científicos pudieran llegar a la conclusión de que estamos siendo derrochadores, y ojalá no suceda que nos digan indisciplinados e indolentes por no clasificar la materia prima antes de depositarla en el contenedor correspondiente.