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miércoles, 27 de noviembre de 2024

El tapabocas

Ahora se está arraigando cada vez más el nombre de nasobuco para lo que antes era comúnmente llamado tapaboca...

Félix Arturo Chang León
en Exclusivo 17/04/2020
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Nasobuco-caricatura
Los tiempos cambian. Hoy se exige que en las fotos todos tengan el ahora más llamado nasobuco, y encima de eso, se pide que las personas estén separadas a Distancia Social (de uno a 1,5 metros) (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

¡Tremendo tapabocas te dieron! Me dijo burlonamente un colega cuando entregué uno de mis primeros pretendidos reportajes al comenzar a trabajar en agosto de 1972 en el periódico Vanguardia, que entonces circulaba en blanco y negro por la antigua provincia de Las Villas, integrada por seis regiones, una de las cuales era la montañosa del Escambray.

Los que estábamos ubicados en las regiones siempre tratamos de ser lo más independientes posible y disponer, por lo menos, de una cámara fotográfica propia, lo cual evitaba las coordinaciones para que desde la redacción central nos enviaran un fotorreportero, y, por supuesto, eso requería además transporte.

Entonces en el mundo había cámaras fotográficas que usaban los profesionales del lente, pero ni por asomo las nuestras se acercaban siquiera a aquellos costosos equipos, y tampoco era a la que podía aspirar como recién graduado, que solo tenía que dedicarme a redactar.

Con muchas peripecias logré el préstamo de una Smena, cuyos recursos eran tan limitados que solo podía fotografiar objetivos estáticos y con suficiente iluminación porque, además, los rollos fotográficos que tenía eran poco sensibles a la luz.

Al fin logré, tras muchas coordinaciones, un reportaje en un centro de trabajo donde fue todo un acontecimiento la visita de un periodista, pero a última hora, por una dificultad familiar, el fotorreportero no pudo ir y ya todo estaba coordinado. Me presenté armado de la humilde Smena. Después de obtener los datos de la producción y otras características del centro, solicité pasar a la fase de las fotografías, lo cual fue una verdadera calamidad porque la iluminación interior era escasa en casi todos los locales, excepto en uno.

Nadie entendía, y yo no lo expliqué, las razones por las que no podía hacer las fotos en casi ningún lugar, hasta que finalmente se restableció la calma rota por un ir y venir de los jefes de un lugar a otro cuando pedí fotografiar uno de los salones y no otro.

Cuando entregué las cuatro fotos, realizadas en el mismo escenario, todas fueron rechazadas: “Mira, ahí no se sabe quién es quién, pues todos tienen un tapaboca, y además, esa no es la actividad más representativa de lo que dices en el texto. Y además: ¿por qué hay tanta gente en ese lugar?”.

Protesté, por supuesto, expliqué y argumenté, pero el tapaboca no hubo quien me lo quitara: “Si tú no eres fotorreportero para qué te pones a tirar fotos, que ni sabes, ni la cámara esa tampoco sirve para eso…”.

Pasaron los años y una de las trabajadoras fotografiadas me dijo: “Mira que los jefes pasaron trabajo buscando los tapabocas porque allí había que entrar con eso puesto, y no es que no hubiera para todos los que entramos a fotografiarnos, es que casi no alcanzaban ni para los que trabajaban allí. Hubo que ir a pedirlos prestado”.

Los tiempos cambian. Hoy se exige que en las fotos todos tengan el ahora llamado nasobuco, y encima de eso, se pide que las personas estén separadas a “distancia social” (de uno a 1,5 metros), algo contrario a lo que antes se buscaba en las fotos, que estuvieran bien pegados unos de otro para no dar imagen de indisciplina o falta de masividad.

Sin dudas, no se trata solo de un asunto de nombres ni de simples cambios, son tiempos de coronavirus, en los cuales hay que reducir a la obediencia a quienes solo se lo colocan cuando hay un policía cerca o porque se lo exigen para recibir un servicio. A estos que se niegan a usarlos, si protestan, hay que darles un tapabocas.


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Félix Arturo Chang León

Periodista cubano de origen chino que nació y vive en Cuba. Santa Clara. Dirigió el periódico Vanguardia durante 16 años.


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