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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Callejeros haciendo la calle

La actual situación de distanciamiento social replantea en Cuba el significado de palabras que aluden a la calle cuando se refieren a personas...

Félix Arturo Chang León
en Exclusivo 24/04/2020
2 comentarios
Acaparamiento-Coronavirus
Un minoritario grupo les conviene desorganizar las colas para comprar una y otra vez, y desabastecer los mercados de lo poco que suministran. (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

Si alguien dice “hacer la calle” o se refiere a los “niños de la calle”, por supuesto que en el primer caso puede estar usando jergas y modismos de Argentina, donde popularmente aluden a cuando una prostituta busca clientes en la vía pública; y en el segundo señala a los infantes sin atención familiar que viven en las calles.

Hasta la década de los 80 del siglo pasado en Cuba era común calificar de callejeros a los pequeños que jugaban fuera de la casa, porque no existía la doble sesión de clase y solamente iban a las aulas por la mañana o por la tarde.

Esa modalidad se ha mantenido en las circunstancias de carestías más agudas, y solo se ha suspendido como parte de las medidas aplicadas al ocurrir transmisiones autóctonas de la COVID-19 en comunidades aisladas sin poderse determinar las fuentes de contagio.

Las energías que antes los infantes gastaban en las actividades fuera de la vivienda, ahora las tienen concentradas para desplegarla en la vida hogareña, donde en los momentos actuales deben convivir con todos los integrantes del núcleo familiar.

Ya no permanecen en casa únicamente los que permanecían en ella de manera habitual, sino también los que iban a centros de trabajo que en general han tenido una paralización hasta dejar los imprescindibles.

También deben guarecerse en el ámbito doméstico los vulnerables que han sido liberados de sus faenas, como también lo son aquellos que por alguna razón interrumpen su vida laboral.

Los niños no están de vacaciones, sino que han trasladado las aulas hacia sus casas, los trabajadores no dejan de serlo por voluntad propia, sino obligados por las circunstancias para estar a salvo.

Por lo general, excepciones existen, en cada casa hay una persona a quienes todos le asignan la misión de hacer las colas para adquirir los productos que la familia consume, y también lo común es que esa tarea recaiga sobre las personas de mayor edad o sin vínculo laboral.

En tiempos de un virus tan contagioso como el SARS-CoV-2, es recomendable mantener la costumbre de que sea uno solo quien salga a buscar los abastecimientos, pero tomando en cuenta que la COVID-19 se ensaña para causar más muertes entre los ancianos, no deben ser estos los que continúen con esa misión.

Los vulnerables y los jubilados son suficientemente disciplinados como para mantenerse dentro de casa, mientras que los niños y los trabajadores también porque en sus centros escolares y laborales adquirieron hábitos de cumplir las normas de convivencia.

A ese grupo mayoritario se le puede hacer llamados, exhortaciones, invitaciones y solicitudes amables a tener percepción de riesgo y mediante explicaciones y argumentaciones es posible lograr una conducta adecuada para que protejan sus vidas y las de sus familiares.

¿Quiénes no tienen normas de conducta social fomentadas en el seno de un colectivo de trabajadores o estudiantes? Sin dudas, son los que adoptan actitudes desafiantes hacia las medidas aprobadas por el gobierno y exigidas por la mayoría de la población para evitar el crecimiento del número de contagiados y de muertos.

Esos son los integrantes de un minoritario grupo que, a pesar de no ser representativo numéricamente, ha demostrado hasta ahora su capacidad para empañar los esfuerzos de las mayorías. Son los que les conviene desorganizar las colas para comprar una y otra vez, desabastecer los mercados de lo poco que suministran, y aprovecharse de las necesidades agudizadas por escasez acrecentada malintencionadamente por el desorden.

Son los especuladores que inescrupulosamente tienen que “hacer la calle”, pues únicamente siendo callejeros es que pueden esquilmar al prójimo con facilidad. Con ellos, la frase latina Dura lex, sed lex (Dura es la ley, pero es la ley) es la solución tanto para evitar la propagación de la pandemia (mundial) de la COVID-19, como para acabar con la pandemia cubana de las ilegalidades.


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Félix Arturo Chang León

Periodista cubano de origen chino que nació y vive en Cuba. Santa Clara. Dirigió el periódico Vanguardia durante 16 años.

Se han publicado 2 comentarios


chairman
 24/4/20 12:33

Desde que se institucionalizó la frasecita de "oferta y demanda" los especuladores-vividores campean por su respeto.

Flower
 29/5/20 9:50

Muy de acuerdo con usted. Los cubanos implementamos medidas que no sabemos como asegurar. Quien de un mercado de oferta y demanda, sabe lo que es "comercio", "oferta y demanda" y "marketing". Ninguno, simplemente son en su mayoria intermediarios que se enriquecen a costilla del pueblo y prefieren que se echen a perder sus mercancias antes de rebajar los precios.

El Estado les dio esa potestad y lo mejor no lo sabe controlar.

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