Las dizis se han convertido en un recurso enormemente eficaz de soft power, para exportar la marca Turquía y mejorar la imagen del país de cara al exterior. Han conseguido una visión distinta y atrayente de Turquía. Cual afirma la Politóloga Andrea Chamorro: “Las telenovelas turcas han conseguido exportar la cultura y los modos de vida turcos, mejorar la imagen del país y abrir nuevas puertas a la diplomacia turca. Según pasan los años la industria no hace más que crecer y de acuerdo con los datos de éxito de la industria parece que esta se mantendrá durante muchos años más”,.
Se graba en exóticas locaciones, en lugares reales como palacios, en el estrecho del Bósforo y en las calles de Estambul. Esto hace que cada vez más personas se hayan familiarizado con el barrio de Tarlabasi o los paseos por el estrecho capitalino; comer hojas de parra o dolmas ya no suena tan remoto. Nombres como Fazilet, Yacing o Selim, palabras como merhaba (hola) o iyi aksamlar (buenas noches), entre muchas otras, forman parte de la vida diría de grandes masas en Latinoamérica.
“(Los turcos) tienen unas costumbres tan diferentes que tú no conoces; cuando lo empiezas a ver te gusta. Es interesante ver cuando se quitan los zapatos para rezar, cuando se desean, el rito para las comidas, actos culturales, etc.”, comenta emocionada una odontóloga barranquillera, Claudia Valle. Al tiempo confirma que entre sus metas para el siguiente año está conocer Turquía.
Por ello, como señala Luis Miquel Hurtado , corresponsal en Irán de la Cadena Ser, estas series se están convirtiendo en un arma para mejorar la imagen de Turquía: "Están tocando conflictos que generan un interés para un televidente de occidente que siempre ha relacionado Turquía con conflictos armados, conoce al país por otras cosas. Lo que al final se traduce como un negocio turístico". Muchas personas a las que antes este país no les despertaba ningún interés, ahora se ha convertido en su primer destino turístico deseado”.
Desde que las series turcas entraron en América Latina, los viajes a Turquía han aumentado un 35%, principalmente de brasileños, argentinos, colombianos y mexicanos. Esto hizo que aparecieran nuevas rutas áreas con Turkish Airlines.
“Allá donde se venden series turcas se incrementa el interés por la cultura, la lengua y el modo de vida turcos. En Latinoamérica crecen los grupos de fan en los que se habla de nuestro país y se da a conocer Turquía”, aseguró a El Pais el ministro turco de Cultura y Turismo, Mehmet Nuri Ersoy.“Esto supone un gran valor añadido para nuestra economía”.
Un resultado correlacionado con una intención del gobierno turco que ha tenido un papel crucial en esta expansión, incentivándola con premios a las empresas que más exportan. Según la agencia estatal de noticias Anadolu, se espera que los ingresos por las exportaciones de series turcas alcancen los mil millones de dólares en 2023.
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Estos estímulos y las propias ganancias de las exportaciones, imponen un ecosistema caracterizado por la competencia. Cada año se graban entre 70 y 80 series y, de éstas, la mitad son canceladas antes de llegar al final de temporada. Se exportan las series que consiguen mantenerse suficiente tiempo en las pantallas de Turquía como para superar los 20 capítulos.
“O triunfas o fracasas. No hay término medio”, lamenta el actor Faruk Acar. El fracaso significa que un equipo de un centenar de personas se queda sin empleo.
El costo de cada episodio (unos 250.000 euros) y el temor a que las ficciones sean sacadas del aire, hace que no se graben con mucha antelación; lo que se graba durante una semana se emite en la siguiente. Hay poco tiempo para escribir el guion, lo que conlleva a construir personajes como estereotipos redituables. No hay excesivos matices ni profundidad psicológica. “Hay madres abnegadas, mujeres victimizadas, machos duros y heridos a los que una mujer intenta sanar... Se distingue fácilmente el bueno del malo. Los mensajes son muy directos”, cuenta la socióloga Feyza Akinerdem. No hay riesgos creativos ni formatos que se salgan de la formula.
Se graban a ritmo frenético, porque hay que tener listos para emitir entre 130 y 150 minutos, el equivalente a rodar una película a la semana. “Es como estar internado en un campamento militar. Toda una temporada con el mismo equipo durante cinco o seis días a la semana trabajando entre 12 y 15 horas por jornada”, dice un representante de actores. “No tenemos el lujo de ponernos enfermos”, afirma Neslihan Yesilyurt, directora de Fruto prohibido, quien también ha trabajado en otras grandes producciones como El sultán y Las mil y una noches: “Si alguien se encuentra mal, lo enviamos un rato a descansar y luego vuelta a rodar. Si está muy enfermo, puede quedarse en casa un día y no rodamos sus escenas. Pero no podemos fallar: cada semana hay que entregar la cinta”.
Ya nos referimos a la censura ejercida por el Consejo Supremo de Moral en la televisión que analiza cada escena, no abstente, como comentan actores y directores, a veces sus miembros abren la mano a insistencia de los fans al director: “Déjeles besarse, le pagaremos bien”. Lo criterios mercantilistas se concilian con los propósitos propagandísticos.
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Se ha visto como intención política del gobierno promover la imagen del país que les interesa dar, reforzar la reputación del presidente Recep Tayyip Erdogan y desviar la atención sobre su autoritarismo. Según un estudio del think-tank TESEV, en 2011, las telenovelas turcas contribuyeron a mejorar la percepción de Turquía y a convertirla en referente de Oriente Próximo, ayudada por el hecho de que la industria televisiva de sus competidores, Siria y Egipto, ha sufrido por la guerra y el conflicto político. Igual ha ocurrido países que tradicionalmente habían mirado con suspicacia a Turquía, donde gracias a las series el interés por lo turco se ha incrementado.
La Dirección de Comunicaciones de la Presidencia, en el libro Diplomacia Cultural y Comunicación, indica que ver series de televisión turcas en diferentes países también significa exportar un estilo de vida y una cultura. Allí se reconoce que es un baluarte de la diplomacia cultural de Turquía, de su política exterior. "La industria de series de televisión turca se ha convertido en una herramienta importante para establecer lazos interculturales con el éxito comercial y de popularidad que ha logrado en este marco. Aunque se ha tardado en participar en este aspecto de las actividades de la diplomacia cultural, la rica historia y la cultura que se encuentran en el trasfondo también allanaron el camino para un rápido progreso de Turquía".
El libro señala que ha crecido la simpatía con países con afinidad cultural y un pasado común. También destaca que se ha creado una oportunidad para promover el estilo de vida y valores del país euroasiático a otros países como Latinoamérica. Expresa, además, que "los estudios para medir el impacto de las series de televisión turcas en diferentes países y geografías generalmente revelan que tienen un efecto muy exitoso en términos de promoción de Turquía y el pueblo turco en el campo de diplomacia cultural".
El Presidente turco, a través de la corporación pública Turkish Radio Television (TRT), ha promovido su propia industria, principalmente de contenido patriótico o histórico. Se trata de la exaltación del pasado, sobre todo del Imperio Otomano, su época de gloria y orgullo.
El exotismo y el misterio; el poder y la riqueza; la pasión y la intriga en los harenes se utilizan para fascinar en occidente, poniendo de moda a un país, al margen de su realidad política y social. Como Payitaht: Abdülhamid, sobre el último gran sultán otomano, o Diriliş Ertuğrul (Resurrección Ertuğrul), sobre turcos del siglo XIII que defienden Anatolia de los pérfidos templarios y los crueles mongoles.
Las de este corte no son tan vistas en el extranjero como los dramas amorosos, pero hay una excepción: Resurrección Ertuğrul; producida por TRT y protagonisada por Engin Altan Düzyatan, como el personaje principal Ertuğrul Ghazi, junto a Esra Bilgiç, Serdar Gökhan, Hülya Darcan y Kaan Taşaner. Con escenas de sangrientas batalla, trajes opulentos, mucho romance y una banda sonora arrolladora, la serie ha sido apodada el "Juego de Tronos musulmán".
El propio Erdogan recomendó que los jóvenes ver esta teleserie: “No se olvide, venimos de una patria que creció de 18.000 kilómetros cuadrados a 780.000”. A menudo, Erdogan retrata la historia de Turquía en términos de los otomanos, estableciendo así un reclamo de ser un líder regional una vez más.
En octubre del 2020 el primer ministro pakistaní, Imran Khan, instó a la televisora estatal (PTV) a transmitir la serie doblada en urdu; porque su promoción de los valores islámicos y la representación positiva de los musulmanes podrían ser un antídoto contra la islamofobia. Desde que PTV subió la serie a YouTube el 25 de abril, coincidiendo con el primer día del Ramadán, el canal ganó 5.74 millones de suscriptores.
Esta sí que se ha vendido en todo el mundo, ocupaba el tercer puesto de una lista de Forbes, entre las series con más ganancias hasta el 2018. Desde su lanzamiento en 2014, ha sido un éxito en países musulmanes cansados de verse como los malos en las producciones de Hollywood, en Europa, Asia y África. También en Latinoamérica, especialmente en Venezuela, donde fue transmitida por Venezolana de Televisión (VTV).
Tan es así que a inicios del 2019 se hizo viral el video de la actriz mejicana, Lubella Gauna, interpretando con su violín unos de los temas que conforma la banda sonora de la teleserie.
Se dice que Resurrección Ertuğrul es la serie favorita del mandatario bolivariano Nicolás Maduro Moros, por ello durante su reciente visita a Turquía, aunque la serie estaba de vacaciones,los productores recrearon las escenas y convocaron a los actores para que el Presidente venezolano pudiera disfrutar del lugar de grabaciones. Maduro agradeció al elenco por el momento “cariñoso, bonito” que le ofrecieron, y se declaró como gran admirador de la serie «porque plantea valores humanos muy profundos”. El productor de las series, Mehmet Bozdağ publicó una serie de fotos y tuits que dieron cuenta del intercambio que hizo Maduro junto a su esposa, Cilia Flores.
Nicolás Maduro con el elenco de la serie Resurrección Ertuğrul (Orhan Akkanat/Agencia Anadolu)
Además, el presidente venezolano tuvo un afectuoso encuentro con los actores de la serie Kurulus Osman (El Fundador Osman) que narra la vida del fundador del Imperio Otomano Osman Gazi (Osman I). Esta serie es la secuela de Resurrección Ertuğrul.
“Estamos en la búsqueda de fortalecer la integración cultural de nuestros pueblos, que son hermanos”, expresó el mandatario, quien se mostró agradecido de conocer también la cultura del pueblo turco, y haber protagonizado la reunión con los artistas.
La popularidad de esta serie ha hecho que Sogut, la primera capital otomana y donde está enterrado Ertuğrul, se haya constituido en un destino turístico en aquel país, con el cambio de guardia en su Mausoleo de de Ertugrul Gazi, como uno de los atractivos. La guardia comenzó a hacerse a partir de 2017, año en que fue lanzada por Netflix la versión subtitulada en inglés de Resurrección Ertuğrul. Los 14 soldados que participan en la guardia están vestidos con el alp, la indumentaria de la época y con la que aparecen en la serie.
Series como estos dramas históricos son gigantes culturales, que capitalizan ganancias y “poder suave”.
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