Suele pasar que en estos días de tránsitos, de finales y comienzos, realicemos balances de lo logrado y nos tracemos nuevos propósitos o metas. Es un ejercicio necesario, para la mejora continua de cualquier empeño. En este caso, para “promover el consumo crítico del videoclip”, para “entretejer mechas y chispas propias, con las que distinguir nuestros relatos, miradas y ritmos y entre aquellos que nos imponen”. Lo compartimos esta vez, al inaugurar el año en que cumpliremos un quinquenio de prender este Candil, de sumarnos a la familia de blogs de Cubahora, y de dar batalla por la alfabetización audiovisual de nuestros jóvenes.
Para lo cual, intentamos estar en “la última” y en la más profunda, reflexionando sobre el acontecer en el mundo de la música y del videoclip, afuera y en muestro patio. Un propósito que cumplimentamos en el 2022, pues de los 48 post publicados, una veintena tuvieron como motivaciones sucesos o personalidades de nuestro país, otro tanto se refirieron a fenómenos globales o noticias que llegaron desde el exterior y , el resto, relacionaron a músicos de aquí y de allá.
Comenzamos el año con unas notas sobre el “El Mayor", un tema ontológico que como los otros a los que nos referimos en la serie “De amores, canciones y mambises”, contribuye a la consolidación de la identidad nacional y a humanizar los paradigmas de la historia patria. También nos acercamos a la cubanía a razón del Día del Son, de la Cultura Nacional, la Fundación del Movimiento de la Nueva Trova. Por ese mismo patriotismo, no podíamos dejar de compartir nuestro sentir ante los fallecimientos de José Luis Cortes y Pupy Pedroso.
En el ánimo de ampliar el espectro de nuestras valoraciones, y de señalar que hay mucho mundo después de la tan publicitada música urbana, nos sumergimos en dos ocasiones en el océano del jazz, por las celebraciones del Jazz Plaza y por su Día Internacional.
Siempre atentos al videoclip que se hace en Cuba, realizamos varios trabajos con valoraciones generales y más particulares de los videos nominados en los Lucas 2022. También reseñamos las galas de premiaciones.
- Consulte además: Los Premios Lucas 2022: terminó la actividad
En agosto pasado año, con una entrevista que nos concediera Daya Aceituno, directora de la sui generis Banda Municipal de Boyeros, inauguramos el formato de podcast para presentar nuestros acercamientos a ecosistema de la música. Fue este el primer paso en aras de explorar nuevas posibilidades de llegar a más lectores, por las más diversas vías.
- Consulte además: Daya, su Banda y el premio de la satisfacción (I)
Como en otras ocasiones, denunciamos desde esta bitácora la guerra simbólica que se nos hace y para las que se instrumentalizan intérpretes populares, como los renegados a participar en el San Remo Music Awards o Melendi.
Prosiguiendo la intención descolonizadora con la que creamos Candil del clip, enfocamos nuestras miradas a las aristas de los acontecimientos que no se tocan en los medios faranduleros o en la red medios de la oligarquía capitalista, esa que persigue distraer a las grandes masas y reproducir la racionalidad neoliberal, para asegurar así la maximización de sus ganancias.
- Consulte además: El candil del videoclip: motivaciones para una aventura
Eso intentamos cuando comentamos sobre el supuesto arrepentimiento de Farruko, por el dañino mensaje de su “Pepa” o el anunciado retiro de Daddy Yanqui.
Como apunté entonces, no ha de ser un dato intrascendente que uno de los jóvenes enjuiciados por su participación en los disturbios del 11 de julio se confesara adorador de Farruko en una carta que le enviara. Como no lo es que el reguetonero se sumó a la campaña ·#SOSCuba y que apareciera su post en un video que circuló entre los móviles de nuestros jóvenes horas antes de aquellas acciones colectivas. Ni que fuera elogiado por Agustin Antonetti , uno de los articuladores de la campaña comunicacional que prendió la chispa de aquellos sucesos, cuando se presentó el 22 de julio en los Premios Juventud con un pulóver manchado con una frase ofensiva al presidente cubano.
- Consulte además: El Capitalismo, Farruko y la “Pepa” de los pueblos (III)
Compartimos lo que nos parecía importante valorar ante la “tiradera” entre Residente y J Balvin, antes y después de la sesión de Bizarrap. No se trataba, como apuntamos, de una simple “polémica” para capitalizar atenciones y reacciones, sino la disputa entre dos cosmovisiones, entre dos modos de asumir la música y de valorarla, entre un “artista y un “famoso”. Disputa que se manifiesta de muchos modos en el negocio del entretenimiento, entre los que defienden interesadamente el “rally musical”, con sus fórmulas de éxitos, y los que cultivan la música como arte, para el gozo estético y como un medio para socializar valores.
Asuntos que consideramos de mucha importancia para una sociedad como la nuestra urgida en socializar una cosmovisión “otra” y una racionalidad distinta a la que reproducen las capitalistas industrias culturales. En tanto, como hemos señalado, los más jóvenes adoradores de estos íconos musicales, suelen cambiar su propia apariencia y modificar su comportamiento con tal de lucir como ellos. Se enfocan en "tomar prestados" los rasgos de estos fetiches, los signos de éxitos de esto famosos para entrar en la moda, para “encajar” con la identidad grupal. Asumiendo sus ideales y su racionalidad, consumista y ostentadora.
Por lo que seguirá siendo recurrente en nuestro Candil el análisis de estos fenómenos, síntomas o proyección en este campo cultural de la siempre latente lucha de clases.
Más conscientes que cuando escribimos la primera entrada en septiembre de 2018, de que el “sensitismo” y el consumo acrítico del videoclip nos transforma en animales dóciles, dedicamos varios trabajos a temas medulares como el consumismo y el fetichismo, el marketing y la sinergia de marcas, así como de la estructura del poder en las transnacionales industrias de la música.
- Consulte además: Los mandamases de la industria de la música (III)
Motivados, desde la propia casa, abordamos un fenómeno mundial (y local) como como las series turcas, en las que la música es un “condimento” primordial.
Consideramos señalar los visos rupturista de Motomami, el último disco de Rosalía, al “poner a temblar” las fórmulas de éxitos o las reglas que establecen lo que es y lo que no es música comercial, lo que es un hit urbano, un reguetón o una bachata mainstream. Y por igual, el alumbrón de Bad Bunny al convertir su videoclip de “El apagón” en un documental de denuncia. Porque no todo lo que es “famoso” es malo.
- Consulte además: Motomami: ¿la Fountain de Rosalía? (III)
Sigue siendo nuestro anhelo una mayor interacción con nuestros lectores, generar más comentarios en la web e interacciones en las rede sociales, que sean estos los que nos propongan los temas, que sus preocupaciones tengan morada en nuestro blog y que nos ayuden para que alumbre más.
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