Vaya alumbrón de buena música y poesía el que nos regalaron la tarde del miércoles, en la capitalina Casa del Alba. Un claroscuro de sensaciones, enarboladas por cuatro mujeres y dos bardos gentiles. Armonizados para otro lírico abrazo entre Cuba y España, “de las culturas y los sonidos de cada tierra”. De aquí y de allá, desde el más adentro, más sensible y esencial, vertido sobre el caluroso paisaje de La Habana; para descubrir, como briznas de una briza tenue, una Sevilla que parece lejana, pero con raíces que imantan.
Fue un concierto en el que reinó la viola, de la mano de dos enamoradas y defensoras del instrumento, la concertista y profesora española Esperanza Mohedo Pérez y su homóloga, la cubana Anolan González Morejón. Las que se han unido, para multiplicar ese amor por la viola, en una cofradía, pedagógica y artística.
La primera, el proyecto Esperanza, se inició hace pocos meses hemos, con talleres didácticos para viola, con el alumnado de Nivel Elemental, Medio y Superior de música de la Profesora Raiza Valdés, otra apasionada de la viola. Con el objetivo principal de motivar y guiar, a las nuevas generaciones de violistas en el conocimiento e interpretación tanto del repertorio cubano como universal, rescatando el repertorio para viola existente en Cuba y dando inicio a un trabajo de música de cámara con dúos de violas del repertorio universal.
A esta iniciativa, con la misma motivación de ayudar y hacer el bien, se sumó la profesora Mohedo Pérez, con más de 19 años de experiencia como profesora de viola y abarca, aunque además de ejercer como profesora, también dedica especial atención a la investigación e innovación educativa en su país natal. Con su participación se realizó, del 27 al 30 de Julio, un Curso de Verano en el Colegio San Gerónimo.
Para Esperanza, Raiza y Anolan, cuanto más conocimiento adquieran el alumnado con el aprendizaje interpretativo de la viola, ganará en conciencia de la labor que realizan y mejor será el comportamiento y las reacciones humanas “no solamente ante el hecho musical, sino hacia el resto del pueblo”. Los primeros resultados de este tan noble empeño se mostraron al público en el concierto “Esperanza de Verano”, realizado el pasado 30 de Julio, en el Palacio Marqués de Arcos.
Esperanza Mohedo se declara una enamorada de este país: “Tengo un enlace directo con Cuba desde niña, porque Córdoba, la ciudad que me vio nacer, también lo tiene. Crecí con Leo Brouwer en la Orquesta Sinfónica de Córdoba y participando en los proyecto que realizaba en la ciudad. Igualmente Córdoba ha estado conectada con Cuba en otros aspectos”, me comentó días antes del concierto. “Desde niña por supuesto he escuchado los clásicos de Buena Vista Social club, compay Segundo Ibrahim Ferrer, Omara Portuondo, Bebo y Chucho Valdés, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés... ¡Y, por supuesto, Antonio Machín! Mi abuela pudo conocerlo en persona en Córdoba, por más, está enterrado en Sevilla. Aparte, hay algo en mí, que me conecta con este lugar, con sus personas, su cultura, su música, a veces me digo que está el budismo y luego está Cuba! Por la filosofía que lleváis en la sangre de tanta autosuperación, a pesar de las vicisitudes diarias y por muchos años. “En fin, que para mí es una suerte y un privilegio, sobre todo, poder estar acá. Aprendo muchísimo cada día. Además, “quería conocer de primera mano el repertorio cubano escrito para viola, que tenía desconocimiento. Quería saber también, que están haciendo la juventud, las nuevas generaciones, su manera de expresarse musicalmente”.
Desde su estancia anterior se había quedado con “una espina de poder algún día hacer algo así”, como lo que ha emprendido ahora, junto a las profesoras cubanas. Su hermana Ángeles había venido días antes, para otros dos eventos, y aquel sueño ya la rebozaba. Entonces, a finales julio, previo contacto con Anolan, vino con sus propios ahorros a compartirlos, llegó con materiales para entregar en los conservatorios, con su bondad y con su experiencia, y claro, con su viola.
Con la viola se pude empoderar a las estudiantes, con el instrumento se forjan, se educan “para que a pesar de las dificultades y los recursos, puedan seguir aprendiendo, formándose y creciendo no solo como violistas, sino como las personas que este planeta tierra necesita”. “Trato, igualmente, que a través de la viola, instrumento que ha sido doblegado a otros instrumentos como el violín, se puedan compartir otros conocimientos que tengo y que sigo investigando referentes al cuerpo, la psicología, las emociones...Y con ello mostrar otras realidades y puntos de vista”.
“La viola es un instrumento que elegí desde que con 3 años tuve la oportunidad de acompañar al conservatorio a mis dos hermanas, y con suerte podía entrar en las aulas de diferentes instrumentos y observar. Fue amor a primera vista, y de hecho mi madre tuvo que hablar con la profesora para ver si me podía dar clases aunque aún no disponía de la edad necesaria para comenzar los estudios”, me compartió vía Whatsapp.
“Es un instrumento cargado de posibilidades sonoras y a la vez bastante complejo acústicamente y técnicamente, ya que a pesar de recorrer el registro de la voz humana, el tamaño hace que se dificulte la ejecución en algunas partes más virtuosas que se acercarían a pasajes más "violinísticos", y que en otras no llega a tener la profundidad de un violonchelo. La viola llega directamente al corazón de quien la escucha ya que puede simular todas las emociones humanas a través de su timbre, su registro y de su sonido noble”.
Eso lo pudimos comprobar en el concierto de Casa del Alba. La viola se mostró en todas sus potenciales, para dibujar dos atmósferas distintas, una digamos que más clásica, romántica, y otra más contemporánea, expresionista.
Mucho hay que agradecer la concepción del programa, estructurado en tres partes, y el repertorio presentado, con temas y autores apenas conocidos por el público asistente. Resultó la grata confluencia entre dos modos de componer e interpretar la música, entre la música española, “más de pecho” y la cubana, “más horizontal y de cadera”, al decir de Mohedo. Un encuentro de dos violistas, con sus inherentes distingos personales y culturales.
El primer momento lírico, con música y poesía española, se inició con la “Romanza para viola y piano”, de Conrado Campo, compositor del siglo XX español que “sin renunciar a la música nacionalista, siente como compositor una inclinación especial por las tendencias de las modernas técnicas francesas y alemanas visibles en su música sinfónica y de cámara”, según las notas de Anolan.
Además, disfrutamos del “Movimiento primero”, de Lluís Benejam, otro exponente que ahondan en la música de estilo nacionalista, y de “Danza española No.1”, de Manuel de Falla, compuesta para piano y versionada por Mohedo para viola y piano, un tema que eleva y abraza, con sus trazos andaluces. Todos los temas interpretados por Esperanza, quien se contoneaba al vaivén de la música, y cerraba los ojos, como para sentir la vibración más tenue de cada nota. La acompañó al piano la cubana Lianne Vega.
La segunda parte del programa, protagonizado por Anolan González, premio en un Cubadisco con el álbum La viola en Cuba. Este momento cubano, no solo resultó un salto a esta orilla, sino a otro tiempos, son composiciones más recientes, con rupturas y empastes de contrastes, las cuerda no solo frotada, también percutida.
Se inició con las composiciones: “Preludios I y V”, para viola y piano, de Alfredo Diez Nieto. Genial contrapunteo de pasajes melódicos y golpes sonoros, la viola gime, grita, se escuchan golpes en el piano, suenan campanas, todo cruje y nos lleva una atmosfera lúgubre, a tiempos de esclavitud y dolor. Reflejos de la intensa vida interior y del legado de este gran compositor y pedagogo cubano. Seguidamente, Anolan defendió dos piezas del ciclo de “Nanas Extrañas”, de Juan Piñera, presente esta tarde. Otras muestras de las grandes posibilidades tímbricas y melódicas de la viola, y del prodigo mundo imaginario del compositor. Para cerrar este momento, se escogió otro homenaje a la intérprete cubana, La Insistencia de mi memoria para viola y piano, creado por el joven compositor. Otra obra exigente y donde se manifiesta otra manera de engarzar el legado universal y lo más auténtico de nuestra música.
El programa musical de la tarde cerró con broche de oro; con dos obras ibéricas que ponen de manifiesto esos nexos raigales entre las dos naciones, la mutua admiración entre los compositores, arreglistas e intérpretes que protagonizarán la velada. La primera “Cubana”, compuesta por el gran amigo del poeta Federico García Lorca, el ya mencionado Manuel de Falla; quien nunca vino a nuestro país, pero que sí nos soñó, con los referentes que tuvo , con las imágenes y los “sones” del propio Lorca, o con otros de allegados del mundo cubano como Eduardo Sánchez de Fuentes y José M. Chacón y Calvo. Este último contó años después que la primera vez que visitó al músico español en la colina de la Alhambra, este comenzó a hablarle de Cuba, “de su ilusión de La Habana, de algo que se confundía con sus propios recuerdos de niñez”, que después se dirigió al piano y que “pobló el aire de aromas cubanos y también gaditanos”. En palabras de Chacón: “Lo que le oía a De Falla era música de mi isla lejana. Era la habanera de Sánchez de Fuentes, la habanera ‘Tú’ de que me había hablado muchas veces”.
Sobre la obra del músico gaditano nos compartió la arreglista española: “La Cubana, en la Mayor, es una bella página que tiene como referente los sones procedentes de hispanoamérica que se fundieron con los andaluces en las denominadas "formas (o palos) de ida y vuelta". Así, una de ellas, la guajira, con su alternancia rítmica de seis por ocho y tres por cuatro (o hemiolia), viene a ser sublimada en esta pieza que finaliza con un efecto de alejamiento gradual o perdendosi, muy utilizado por Manuel de Falla”.
Por último, Esperanza, Anolan y Lianne interpretaron A “Sevilla”, de la Suite española Op.4, creada por Isaac Albéniz, también escrita originalmente para piano y versionadas por Mohedo para dos violas y piano.
La poesía, por igual, se esparció desde las dos orillas, entre pieza y pieza musical. Con la voz grabada de la española Ángeles Mohedo, junto a los cubanos Karel Leiva y Julio Cesar Sánchez, quienes compartieron sus versos, los de otros poetas y presentaron las piezas del concierto.
Al concluirla la presentación, el público que manifestó su agradecimiento todo el tiempo con aplausos, se quedó sentado, con ganas de escuchar otras piezas, defendidas con violas y esperanzas de un mundo más luminoso, lleno de poesía y de personas más sensibles.
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