Los latidos del Alba se desparraman, por inesperados vericuetos, tan solo se asoma la oportunidad. Y retoñan en resplandores, si la sabia es fresca. Por esa vitalidad que florece en la sinceridad, rociada de las perlas de los buenos sentimientos. Sean las notas nostálgicas desde Luisiana de un paisaje cubano, sean registros de intensidades y aromas desde la Sierra del Rosario. Escojas boleros y danzones para embazarlas, o guajiras y guarachas.
Se comprueba en los casos de la camagüeyana Ángela Álvarez y del pinareño Polo Montañez. Dos artistas autodidactas que engavetaron sus creaciones musicales, por no creerlas con los méritos que encontraban en otras, y que conquistaron la fama súbitamente. Sin perseguirla, ya mayores y con la madurez que no ha acompañado otras efímeras luminarias del éxito.
A 20 años de que un accidente automovilístico tronchara la carrera musical del “Guajiro Natural”, recorre las avenidas noticiosas la premiación en los Grammy Latinos de la nonagenaria Álvarez, nada más y nada menos, que en la categoría de mejor artista revelación, compartido con Silvana Estrada.
La premiada en la categoría de Mejor Nueva Artista se dedicó a cuidar de niños y solo llegó a cantar en un coro de iglesia. El oriundo de El Brujito fue leñador, tractorista y machetero, antes de fundar su propio grupo.
A los dos desde pequeño los cautivó la música.
De niña, “Nana” soñaba en convertirse en cantante, su madre y sus tías le enseñaron a tocar diferentes instrumentos y, a partir de 1942, comenzó a componer canciones. Pero su padre la desanimó a dedicarse a ello, y comenzó a actuar solo para su familia.
“Polo” con tan solo de 7 años se encaramaba en un se subía en un cajón y para tocar la tumbadora, un tronco de aguacate pulido con cuero de panza de vaca. Luego, comenzó a cantar y a tocar guitarra junto a su padre Julio. Compuso su primera canción en 1973, a la que tituló "Este tiempo feliz”, pero esa, como otras que el siguieron, se amarillaron en una gaveta.
La familia de Polo fue una de las agraciadas con el plan de desarrollo en la comunidad Las Terrazas. Por un tiempo, tocaba en guateques o fiestas nocturnas, tras las jornadas de trabajo en los más disímiles oficios de la tierra. Posteriormente, creó el septeto Polo y su grupo con el que actuaba en las diferentes instalaciones turísticas del lugar, entre ellas el Rancho Curujey, el Hotel Moka y el Cafetal Buenavista. Con este llegó a sonar en la emisora comunitaria Radio Vorágine.
Allí lo conoció el propietario de la disquera francesa Lusáfrica (la que apostó por otra grande, Cesaria Evora) y quien le propuso un contrato para grabar un disco. De ahí, nació el CD Guajiro Natural, que incluyó el tema "Un montón de Estrellas", del cual se vendieron en Colombia más de 40,000 copias, para obtener los Discos de Oro y Platino y ser reconocido como el artista internacional más escuchado.
Para entonces, con 44 años había compuesto más de 40 canciones; tomando como referencia los ritmos que iba conociendo, inspirado en sucesos personales o ajenos, en el hermoso paisaje en los márgenes del río San Juan. Temas impregnados de elementos campesinos: la yunta de buey, el olor del carbón, el aroma del batey. Expresiones de su cubanía y arraigo campesino.
En otra cuerda, pero igual de cubanas son las creaciones de Ángela, como “Un canto a mi Cuba” y “Añoranzas”. Aunque no falte en una de las seleccionadas por el disco el sesgo predominante en la otra orilla, la veta para una crítica al sistema cubano.
En la gala celebrada en el Mandalay Bay Resort and Casino de Las Vegas, dedicó su triunfo a Cuba: “Quiero dedicar este premio a Dios y a mi patria querida, Cuba, que nunca la podré olvidar”.
Antes, había contado a BBC Mundo que nunca ha regresado a nuestro país después de emigrar a EEUU en 1962: "Yo quiero guardar en mi corazón y en mi mente lo que yo dejé. Yo no sé cómo estará (...) le he compuesto a Cuba muchos cantos, pensando en mi isla tan linda". “Cuando sentía algo que me emocionaba, empezaba a componer. Sobre todo cuando me fui de Cuba. Yo viví en Puerto Rico, que tiene el mismo clima de Cuba, y cuando iba por las carreteras y veía las cosas que me recordaban a Cuba, ahí componía. En México también compuse. Dondequiera que yo iba y me gustaba, sentía el deseo de decir lo que yo estaba sintiendo”, añadió.
En su discurso, la cubana invitó al público a seguir sus sueños porque “aunque la vida es difícil, siempre hay una salida y con fe y amor lo pueden lograr. Les prometo que nunca es tarde”.
Ángela Álvarez llegó a los Grammys gracias a su álbum publicado en 2021, Ángela Alvarez, el cual contiene 15 canciones de su autoría, producidas por su nieto y grabadas por músicos de primera línea que, a su vez, han sido en el pasado ganadores o candidatos a los Grammy.
El nieto de Ángela, Carlos José Álvarez, quien compone canciones para cine y televisión, contó a EFE que creció viendo a su abuela cantar pero pensó que eso era lo típico de las familias cubanas porque su padre también es músico y no se percató que "Nana", como la llaman, era una "cantante frustrada". En 2016, preocupado de que esos temas se perdieran en el olvido, Carlos José le propuso a su abuela lanzar un disco con algunas de sus canciones. Ella, dubitativa, no quería aceptar al principio, pero aceptó porque no perdía intentando cumplir el sueño de su vida. Finalmente, en 2021 fue publicado Angela Álvarez, su primer disco. Con este fonograma conquistó al público y su música llegó al famosos actor, y amigo de Carlos, Andy García, quien le pidió hacer un documental de su vida, Miss Ángela.
La veterana cantautora también apareció con un pequeño papel en la nueva versión de la película The Father of the Briden, protagonizada por Andy García y Gloria Estefan, cantando el clásico bolero “Quiéreme mucho”. Otro “impulsito” de marca, en la carrera por el gramófono de los latinos que algunos llaman de los estefan.
Polo, aunque ganó en notoriedad a la mitad de edad de Ángela, no tuvo la suerte de que un “pez gordo” como este, de la cofradía de los Estefan, lo apadrinara en la puja de los Grammy Latinos. Súmese a esto, el hándicap de residir en la isla, de estar en la lista de “los que se quedaron” , o de los que regresaron pudiendo triunfar en otras tierras, más el de no ser crítico al “castrismo”, que ya sabemos lo mucho que “impulsa” por alla.
En 2003, poco después de su muerte se supo de la nominación para los Grammy Latinos de su disco Guitarra Mía. Emuló en la categoría de Mejor álbum tropical tradicional con: Buenos hermanos, de Ibrahim Ferrer; 50 years of mambo, de The Mambo All Stars Orchestra; Estoy como nunca, de Eliades Ochoa y Mi ritmo, de Plena Libre. Aunque, ni eso pudo disfrutar
El álbum Guitarra Mía (Bis Music, 2002) incluyó, entre otras joyas, “Flor Pálida”, versionada posteriormente por el boricua Marc Anthony, quien no dio mucho crédito público a la autoría del cubano. El influyente salsero y empresario lo incluyó en su disco 3.0, que recibió un Grammy en 2015. Con los “impulsos” que el faltaron a Polo, y que sí tuvo la emigrada veterana.
- Consulte además: La Aragón y el Grammy Latino: ¿quién premia a quién?
En aquella ocasión, primera vez en que se realizara estas galas en Miami, el reconocido pianista Chucho Valdés, ganador este 2022 de la categoría de Mejor Álbum de Jazz Latino, no pudo asistir a la gala. A él, ni a Los Van Van, la Charanga Habanera, Los muñequitos de Matanzas, Ibrahim Ferrer y Elíades Ochoa, Zenaida Romeu y los del grupo Orishas, la Academia latina de Artes y Ciencias de la Grabación (LARAS) no le envió la carta de invitación oficial y la Sección de Intereses de los Estados Unidos no le otorgó la visa.
Aunque, vale decir que el de Candelaria fue mención recurrente, desde que se anunciaran las nominaciones de esta 23ª edición. Por el disco Canten, de Leoni Torres, nominado Mejor Álbum Tropical Tradicional en la que finalmente fue galardonado el disco Live in Marciac, de Gonzalo Ruvalcaba y Aymée Nuviola, y en la que había sido nominados, además, el Septeto Nacional Ignacio Piñeiro, por Gran Combo pa' rato, tributo al Gran Combo de Puerto Rico, y Renesito Avich, por Café con cariño. En su anterior producción discográfica, Alma Cubana, también nominada los Grammy Latinos, el ahora alineado a lo hegemónico en Miami, había incluido otro tema del pinareño, “Si fuera mía”.
Polo Montañez murió en su tierra, sin recibir un Grammy, pero con el mayor de los premios, el Amor de su pueblo. En Cuba, su popularidad creció como la espuma; las cifras de espectadores a sus conciertos rompieron todas las expectativas. Conquistó corazones de todas las edades.
La más clara expresión de ese cariño se puso de manifiesto en cuanto se supo de aquel fatídico accidente, en el viaje de regreso de ciudad de La Habana hacia San Cristóbal. Y más, durante las horas que siguieron hasta su deceso, el 26 de noviembre de 2002.
El siempre humilde y campechano artista era un ídolo para su gente; esa que sentía que aún le quedaba “un montón de estrellas” que prodigar; de las genuinas, naturales; no de las fugaces que produce la industria del entretenimiento y del storytelling.
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