El pasado 27 de octubre una noticia recorrió los principales medios de prensa internacionales. Ante los congregados en la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró emergencia nacional sanitaria en su país ante la crisis existente por el abuso de analgésicos opiáceos, que provoca la muerte de más de 91 ciudadanos americanos por día.
El Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias de la nación anunció entonces que más de 64 000 estadounidenses fallecieron en 2016 por sobredosis de opiáceos. De ellos, 15 400 por el consumo de heroína, 14 400 por prescripción de analgésicos y el resto por opiáceos sintéticos.
Asimismo, el Centro para el Control de las Enfermedades explicó que dos tercios de esas muertes estuvieron relacionadas con el consumo de opioides sintéticos y semisintéticos, representando en total más defunciones que las causadas por armas de fuego (unas 33 000 en el mismo período) y por accidentes de tránsito (unas 40 000).
Ante esta realidad, aunque el mandatario estadounidense diga lo contrario, Cuba mantiene una política de Tolerancia Cero a las Drogas, reforzada en la ejecución de leyes relacionadas con este tipo de delito nacidas desde los primeros días de 1959 cuando la Revolución puso fin al capitalismo y desechó todos los fenómenos asociados al libre mercado, incluido el tráfico de drogas.
Desde entonces, según aseguró el periodista, escritor y bloguero mexicano L. Alberto Rodríguez, reseñado por Telesur, esta política se inserta en un modelo donde lo humano es primero y donde lo que tiene que ver con su combate se toma muy en serio.
“En la mayor de las Antillas no hay narcotráfico porque no existen condiciones para que prolifere. Más del 90 por ciento de la droga requisada en la Isla ha sido dejada de paso debido a que el país se encuentra en medio de las rutas entre el sur productor y el norte consumidor del continente Americano.
”En 59 años, nunca un cartel se ha basado en territorio cubano, básicamente, porque hubo una Revolución que construyó la estructura de un modelo económico, social, cultural y político tal que han hecho de Cuba uno de los países más seguros del mundo, según la Organización de Naciones Unidas (ONU)”, dijo.
MIRADA A LO INTERNO
Meses antes del pronunciamiento del mandatario estadounidense, durante la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el de las drogas y los problemas que trae asociados (la prostitución, el proxenetismo y la acumulación de riquezas) fue uno de los temas más debatidos en la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos.
Ante la peliaguda situación del contexto internacional, con una creciente tendencia a la legalización del consumo, la expansión de las rutas del narcotráfico y la mayor producción de drogas tradicionales y de nuevas sustancias sicoactivas, los diputados debatieron por esos días sobre la necesidad de fortalecer las estrategias de prevención y enfrentamiento a la entrada y consumo de estas sustancias en territorio nacional.
Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, reseñada recientemente por el diario Juventud Rebelde, el número de sustancias sicoactivas en el mundo aumentó casi el doble en los últimos tres años, sumando alrededor de 30 millones las personas que son hoy dependientes de las drogas, por lo que la nación antillana trabaja arduamente en erradicar el mal e impedir su entrada, ya fuera por vía marítima —la más frecuente— o aérea.
Fruto de este empeño son las más de cuatro toneladas y media de droga incautadas en el país entre enero y octubre del presente año, la mayoría marihuana, asociada a recalos de alijos de esas sustancias que no tenían como destino Cuba, y los 244 hechos de recalo con 4 571 kilogramos de drogas aseguradas (4 462 de marihuana y 109 de cocaína), según publicó esta semana el periódico Granma.
De acuerdo con el rotativo e informes oficiales sobre el tema, los 4 787 kilogramos ocupados en los primeros meses del año resultan superiores al total de lo incautado en 2015 y 2016, y están relacionados con el impacto en nuestro entorno geográfico del desfavorable comportamiento del tráfico y consumo ilícito de estupefacientes a nivel global, derivado del aumento de la producción, oferta y consumo.
Sobre estas rutas de tráfico en la región explica el Informe Mundial 2017 de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, que continúan variando y diversificándose a un ritmo alarmante. Tanto así que se estima que alrededor del 97 por ciento del traslado de droga en nuestra región se realiza por vía marítima, básicamente en lanchas rápidas que navegan por rutas cercanas a las aguas jurisdiccionales cubanas por el oriente y occidente del país.
Entre las provincias de mayor incidencia, donde se enfrentaron varios arribos masivos de estas sustancias, el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, mencionó a Granma, Guantánamo. Igualmente a los territorios ubicados en la costa sur desde Pinar del Río hasta Camagüey, incluido el Municipio Especial Isla de la Juventud.
Como resultado de las medidas adoptadas, hasta octubre se habían esclarecido 18 hechos de escamoteos de droga recalada, en los que resultaron detenidos 46 ciudadanos cubanos y se ocuparon 41,28 kilogramos de droga.
Entretanto, en la frontera aérea, donde también se refuerzas las medidas de control para impedir el ingreso de estas sustancias al país, la fuente refiere que fueron frustradas 43 operaciones de narcotráfico internacionales, que resultaron en 54 extranjeros detenidos y 55 kilogramos de droga incautados. Asimismo fueron detectados 46 casos de extranjeros con pequeñas cantidades de drogas para consumo personal, a quienes se les ocupó la sustancia y multó por violar las regulaciones internas del país.
Allende estos hechos, comparada con otras naciones, entre ellas Estados Unidos, Cuba no tiene problemas significativos en relación con la producción y el tráfico de drogas. Sin embargo, evitar que este tipo de acontecimientos prolifere, y la instauración de un Código Penal que sancione severamente estas acciones es una prioridad del Estado y su política de Tolerancia Cero a las drogas.
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