Son prácticamente innumerables los beneficios sociales, psicológicos y de salud que pueden aportar al desarrollo del ser humano en general, especialmente a los niños, la práctica de cualquier tipo de juego.
No importa si son populares, tradicionales, de mesa, de rol, de conocimientos o videojuegos; lo cierto es que mediante estos pasatiempos se aprende a respetar y adquirir autoestima; se estimula la creatividad y la imaginación, así como la satisfacción emocional; mejora el manejo de la agresividad, la concentración, las relaciones interpersonales y la colectividad. Además, se aprenden los conocimientos acerca de las consecuencias de las trampas, el aislamiento y la pérdida de amistades; se fortalece el sentido de la honradez, el aprendizaje de perder con ecuanimidad y dignidad; mientras que los ejercicios al aire libre mejoran la salud y la fortaleza física.
Aunque puede que para algunos adultos, por la dinámica y las responsabilidades de la vida propias de la edad, le resten alguna importancia al juego y les parezca un momento “improductivo”, resulta aconsejable darle el espacio que merece. El entretenimiento en familia fortalece la unidad y los sentimientos de confianza y protección en la personalidad de los más pequeños de casa.
El esparcimiento es una actividad inherente al ser humano, y por ende un derecho; por tal motivo y muchos más este 28 de mayo se celebra en muchos países el Día Internacional del Juego; una iniciativa de la Asociación Internacional de Ludotecas (ITLA-International Toy Library Association).
Aunque esta fecha constituye un día de referencia, el juego debe ocupar un espacio importante en la vida de cualquier persona ya sea en el hogar, el barrio, el centro educacional o laboral; para que en cada jornada prime la alegría, la sociabilidad y el buen sentido del humor.
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