Desde hace algún tiempo, el contexto cubano se ha caracterizado por cambios de diversa índole, que han impactado en varias esferas sociales. Si a ellos sumamos el último año pandémico, podemos afirmar que no solo las condiciones económicas han variado, también lo han hecho los ámbitos laborales y educacionales, la exposición a Internet, prácticas de consumo, así como la convivencia familiar. Algunas de estas modificaciones han afectado con mayor énfasis a las generaciones más jóvenes, pero… ¿cuánto y cómo? ¿Constituye esto una ruptura con legado juvenil tradicional?
Justamente, cuando en buena parte del mundo se celebra el Día Internacional de la Juventud, nos acercamos a estas temáticas, por la importancia que revisten.
¿Qué significa ser joven cubana o cubano en el siglo XXI?
Según resultados de investigaciones, las transformaciones operadas en Cuba a partir de la actualización del modelo económico han impactado la subjetividad individual y colectiva (Domínguez y Castilla, 2011; Morales, 2017, 2011; Pañellas, 2012, 2017), citadas por la investigadora Ofelia Carolina Díaz Bravo en su artículo Ser cubanas y cubanos en el siglo XXI. Un estudio de identidad nacional desde la psicología*. Esto, según la autora, se traduce en un incremento de la heterogeneidad social acompañada de vivencias de desigualdades sociales, una disminución y/o variación de la participación social, un movimiento en los valores; así como, un cambio en el contenido de los proyectos de vida. Tal escenario refuerza la necesidad de comprender los referentes motivacionales, los valores, las creencias, los prejuicios, las actitudes y las características personales de las cubanas y cubanos hoy.
En el texto, Díaz Bravo expone los resultados de estudios realizados entre mayo de 2016 y abril de 2019, de jóvenes –mujeres y hombres– con edades entre los 18 y los 30 años, con diferente color de piel y distintas ocupaciones (estudiantes, trabajadores del sector estatal y por cuenta propia, estudiantes-trabajadores); así como, desvinculados del estudio y el trabajo.
De acuerdo con los resultados, se califica a los cubanos como muy alegres, fuertes, sociables, activos, útiles e inteligentes. Al mismo tiempo, bastante agradables, internacionalistas, críticos, buenos, decididos, sensibles y, en menor medida, modernos, revolucionarios, morales y democráticos. Cualidades como reflexivos, superiores, elegantes, eficientes y profundos resultan menos favorecidas.
Otros atributos, sin llegar a ser colocados en el extremo negativo, reciben una valoración más crítica. Este es el caso de: trabajadores, educados, honestos, no drogadictos, pacifistas, organizados, fieles y corruptos.
Específicamente los tres últimos cambian el sentido de la evaluación al señalar como características de la autoimagen grupal algo de desorganización, corrupción e infidelidad. Cabe precisar que dicha infidelidad es referida —mayormente— a las relaciones de pareja.
Asimismo, se añade que el cuestionamiento del atributo “trabajadores” resulta particularmente interesante pues, al mismo tiempo, ante la posibilidad de incluir en el diferencial semántico otros adjetivos o características para describir a las cubanas y cubanos aparecen con no poca frecuencia: luchadores, incansables, persistentes, sacrificados y aguerridos. Todos ellos asociados con el reconocimiento de la capacidad para salir adelante, para afrontar las adversidades cotidianas exitosamente
La investigadora señala que de forma explícita e implícita, aparece un llamado de atención, vivenciado con displacer, sobre el deterioro de la educación formal y el auge de la vulgaridad, el maltrato al lenguaje, el irrespeto al otro y el declive de la solidaridad en la cotidianidad. Esta situación se vincula con el incremento de actitudes egoístas, apáticas y de doble moral.
Sin embargo, aclara, esto no significa que exista total homogeneidad, pues no excluye la posibilidad de no compartir y rechazar atributos distintivos del grupo nacional.
LEGADO FAMILIAR: CONTINUIDAD VS RUPTURA
Por lo compleja y diversa, es necesario reconocer a la familia –cubana– y lo que significa como espacio formativo en la vida de los individuos. Recordemos que esta los prepara para su inserción social desde edades tempranas, y las dinámicas que acontecen en ella transitan por valores, compromisos, responsabilidades, normas, límites, espacios, ideologías, hábitos de vida, derechos y deberes, que van “moldeando” a los sujetos para Interactuar en todo el sistema de relaciones que acontece en la sociedad, y que impactan en todos los ámbitos de su vida cotidiana.
La investigadora cubana Ana Isabel Peñate Leiva, en el artículo Identidades juveniles cubanas: claves para un diálogo*, expone que la juventud es concebida como el punto de emergencia de una cultura que rompe, tanto con la basada en el saber y en la memoria de los abuelos, como con aquella cuyos referentes asocian los patrones de comportamientos de los jóvenes a sus padres.
Por ello, ni perdidos ni encontrados, simplemente jóvenes, portadores del cambio de una realidad condicionada por la historia y las herencias del pasado. Peñate Leiva reconoce que esta generación es en sí misma contiene la mezcla de lo tradicional y lo innovador y abre las puertas hacia transformaciones graduales de valores sociales, éticos, morales, de costumbres y creencias, culturas, posicionamientos de género y revoluciones políticas.
En este sentido, preguntamos a varios jóvenes de diversas provincias del país los puntos de encuentro entre su generación y la predecesora.
Al respecto, David Alonso, estudiante de cuarto año de la Universidad de Ciencias Informáticas de La Habana dijo que “todas las generaciones tienen las mismas ganas de triunfar, de avanzar y ser mejores. Comparten la misma esencia del ser humano como ser social, aunque no son expresadas de igual forma, porque dependen de las circunstancias en las que se desarrollan”.
Por su parte, Maviala Cinta Toranzo, estudiante de tercer año de Licenciatura en Derecho de la Universidad de Matanzas, considera que no existe diferencia entre una u otra generación de jóvenes, sino que varía el contexto histórico en el que les ha tocado vivir.
“Al igual que los anteriores, son jóvenes comprometidos con los momentos actuales, con el desarrollo del país, el crecimiento humano, y en la defensa de los principios y valores pilares de nuestra Revolución”, agregó.
En su artículo, Peñate Leiva destaca la necesidad de comprender, para actuar en consecuencia, la existencia de maneras diferentes de ser joven, incluso, dentro de un mismo contexto, que otorgan a la sociedad cubana de hoy, mayor riqueza y heterogeneidad.
GENERACIÓN COVID-19
Desde el inicio de la pandemia, crisis sanitaria supuso de un esfuerzo extra para apoyar en centros de aislamiento, laboratorios, hospitales, acciones de pesquisaje y centros farmacológicos. Ante la convocatoria, cientos de estudiantes y jóvenes alzaron su voz. Otros, simplemente, cumplían con su deber de reportar desde la llamada zona roja, expuestos al peligro que supone una enfermedad nueva.
Mario, Mallorys, Camilo, José Manuel, Karla, Ana Elena, Marielys, Helen, Mohamed Nidhar Alí Aboudou, Daniela, Leiner, y la lista con nombres pudiera crecer infinitamente, desafiaron miedos y rompieron barreras. Porque a los veinte —y tantos— años estás preparado para muchas cosas, pero no para una crisis sanitaria, o quizás sí. A los veinte —y tantos— años quieres prepararte para muchas cosas, incluso para una crisis sanitaria y ser útil, de la forma que sea. En un año, las historias se han repetido en bucle.
- Consulte además: Jóvenes y COVID-19: tiempos de desafío (+Podcast y Video)
A Rocío y a Yuliet nadie les dijo que crearan un grupo de Whatsapp para organizar la recogida de donaciones que luego se enviarían a Matanzas, Ciego de Ávila, Santiago de Cuba o Guantánamo, ante el aumento de casos de COVID-19.
Hace algunos meses, en el blog Mirar la Web, comentábamos cómo las redes sociales se han erigido como espacios de participación y construcción colectiva, fundamentalmente en el último año.
En otras ocasiones, desde Cubahora también se ha conversado sobre la construcción de identidades en espacios virtuales como los sitios de redes sociales y el impacto que tienen en la vida off line de los y las adolescentes.
- Participa aquí en nuestra encuesta ¿Qué tipo de joven prefieres ser en redes sociales?
Resulta importante tener en cuenta estos elementos para profundizar en el lugar que ocupan adolescentes y jóvenes en los ámbitos de familia y pareja, sus modos de interacción y comportamientos, puede contribuir, en cierta medida, al redimensionamiento y/o perfeccionamiento de algunas de las Políticas nacionales de juventud.
*Identidades juveniles en Cuba. Claves para un diálogo. (Centro de Estudios Sobre la Juventud, 2021. Publicaciones Acuario, Centro Félix Varela, 2021)
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