Miro a esta muchacha mozambiqueña que ahora ocupa una de las camas bajo mi tutela. Llegó con otro diagnóstico, propio de residentes a los que aún les resta por descubrir la neurología más profunda, esa que muchas veces también resulta más frustrante.
Sospeché, al observarla y escuchar su voz, que estaba frente a una posible miastenia que, bajo tratamiento medicamentoso, podría resolverse.
Luego, al avanzar el interrogatorio y conocer que su madre y hermano habían fallecido por la situación clínica que ahora entre lágrimas reconoce en sí, supe que tendría que emplear al máximo esas otras herramientas psicológicas, con las cuales se cataliza el acto de acompañar, dar apoyo.
Cuido de la iatrogenia que pudiesen ocasionar mis residentes, quienes a pie de cama discuten diagnósticos que suelen ser poco frecuentes por estos lados del mundo.
Ella, atenta, busca cuál de esas extrañas enfermedades se le “otorgará”.
Hoy quiero hablar solo español y no esta mezcla rara entendible desde el portugués. No quiero que imagine siquiera que una enfermedad heredodegenerativa está en nuestra lista de posibilidades.
Quiero que sueñe con mañanas luminosos y esperanzas.
Mientras guardo mis palabras y dejo para después del fin de semana estos pensamientos neurológicos, ella sonríe desconfiada. Solo se hace una pregunta: “¿Tiene solución lo que tengo?”.
Estudio mi respuesta.
***
Martica es enfermera y, de sus 61 años, lleva dos en Maputo. Trabaja en la sala de pediatría intensiva del hospital central de la capital mozambiqueña como parte de la colaboración médica cubana en esta nación. A todos enamora su jovialidad.
La conocí hace algún tiempo. Recién habíamos llegado a estas latitudes y me llevaron a la casa de unos colaboradores, colegas médicos, que se encontraban enfermos de Covid-19. Al entrar, una personita, cumpliendo todo el protocolo necesario para la atención de estos pacientes, nos recibía con la sonrisa que sus ojos, negros y pequeños, descubrían.
Todo estaba limpio, organizado. Las historias clínicas con las evoluciones y cumplimientos. Cooperadora en todo instante y emisora de criterios harto atinados sobre la evolución de los pacientes. Ello me llevó a comentar al entonces jefe de la brigada sobre la profesionalidad que emanaba de este ser que apenas conocía.
Hace unos días, temprano en la mañana, me comunicaron que una enfermera de la brigada había sido valorada por el cirujano Osiel Hernández y se dirigía a nuestro servicio para la realización de complementarios, pues debía ser intervenida quirúrgicamente.
La guardia era una de aquellas en la que el cuerpo y el espíritu se separan. Andas con el espíritu... porque el cuerpo quedó entre los pacientes y las situaciones acaecidas durante la noche. Estaba cansado, mis compañeros se harían cargo de todo y me dispuse a partir cuando por la puerta entraba ella. Aun conociendo de su situación, Martica me volvía a regalar la sonrisa de siempre.
En unas horas, fue llevada al bloque operatorio donde un colectivo mozambiqueño-cubano la intervino. Le confirmaron el diagnóstico y el equipo encabezado por los doctores Osiel, Marín, Bessa, Daniel y el licenciado Raidel conjugaron sapiencia y esfuerzo para llevar a feliz término el proceder.
Hasta hoy, se encontraba recuperándose en un cuarto de la sala de terapia bajo el cuidado y la observación de todos. He llegado esta mañana a verla y he descubierto que de sus ojos recordaba la calidez pero no el color; no son negros, sino claros y están saliendo por esa puerta rumbo a la casa.
Martica se graduó en el año 1977. Esta es su segunda experiencia fuera del terruño; la primera transcurrió en Venezuela. A su esposo e hija llegue el abrazo solidario de toda una brigada que, como familia funcional y unida, seguirá cuidándola para y por ustedes. Dentro de unas semanas todo será mera experiencia y, al finalizar su labor en estas tierras, ella regresará a su Ciego de Ávila con una cicatriz que habrá de recordarle otra batalla ganada.
Esta es la segunda experiencia de Martica fuera del terruño; la primera transcurrió en Venezuela.
Mario hector almeida
31/8/21 0:26
Muchas gracias a todos por sus comentarios y a cubahora por la oportunidad de plasmar nuestras vivencias.
Hope
30/8/21 7:13
Agradecido por gustar desta bellisima tierra " LA CIUDAD DE LAS ACACIAS(BIENVESTIDO)" en "LA PERLA DEL INDICO" VIVA LA VIDA
Regla
29/8/21 13:48
Muchas felicidades para lazarita y su esposos los cuales estan entregando sus sabiduria y sacrificio para todos los mosambicanos y los cubanoss
Cary
29/8/21 13:27
Gracias, en nombre de todos los colaboradores para ese gran colectivo de médicos y cirujanos que participó de la cirugía, y Felicidades y Mucha salud para Martica. Le deseamos todos pronta recuperación.
Susana L Terry Gonzàlez
29/8/21 12:04
Felicidades colegas donde hay voluntad tecnica unida al humanismo y la Solidaridad siempre salvarà Vida. ESA ES LA GRAN DIFERENCIA DE LOS QUE AMAMOS ESTA PROFESIÒN Y APRENDIMOS DEL SALUBRISTA MAYOR. CUBA SALVA , CUBA ES HUMANISMO Y SOLIDARIDAD. VAMOS POR MÀS
Victoria
29/8/21 11:19
Excelente historia de dos grandes profesionales. Es el día día de los colegas médicos que representan la misión médica cubana en países hermanos. Felicidades
Aylin
29/8/21 10:48
Excelente reflejo del extraordinario trabajo de nuestros colaboradores en el exterior. Somos uno solo dónde quiera que estemos. Felicidades Martica por tu fortaleza y a todo el equipo que la atendió. Gracias a estos maravillosos escritores por regalarnos cada una de sus crónicas.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.