Cuando Armando Hart despidió el duelo de Celia Sánchez Manduley, la calificó con toda justeza como la flor más autóctona de la Revolución.
Ahora, cuando a sus 87 años este destacado revolucionario e intelectual dijo adiós a la vida, le cabe perfectamente la denominación de roble de la Revolución, por su notable contribución al proceso liberador cubano en su última etapa y por su labor en el campo de las ideas como intelectual martiano y marxista-leninista de alto vuelo.
Hart es uno de esos hombres imprescindibles para entender el proceso revolucionario en Cuba desde la década de los 50 del pasado siglo hasta la actualidad. Muy pronto el joven abogado se sumó a las labores conspirativas contra el dictador Fulgencio Batista, primero como integrante del Movimiento Nacional Revolucionario encabezado por el profesor universitario Rafael García Bárcena y, con posterioridad, como hombre clave dentro del M-26-7 dirigido por Fidel Castro, de cuya organización llegaría a ser Coordinador Nacional.
Amigo entrañable de Frank País, estuvo entre los participantes principales de las acciones del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, día en que por vez primera se usara el uniforme verde olivo. Por esa fecha utilizaba el nombre de Jacinto en la clandestinidad.
Varias veces subió a la Sierra Maestra para entrevistarse con Fidel y recibir orientaciones precisas de cómo debía funcionar el Movimiento 26 de Julio en el llano, las que cumplió siempre a cabalidad, aún a riesgo, como ocurrió en varias ocasiones, de sufrir prisión y vejaciones.
El propio Hart en su libro Aldabonazo escribió: “Para mí todo estaba enlazado o formaba parte integral de la gran tarea revolucionaria e histórica que teníamos por delante. Sentía que en mi vida personal no había nada ajeno a ella”.
Realmente fue consecuente hasta su último aliento con esta profunda convicción patriótica, que tuvo en José Martí a su inspirador principal, conjugado con las ideas del marxismo-leninismo y el pensamiento creador de Fidel Castro.
Una anécdota de esos primeros meses de la Revolución, cuando Hart se desempeñaba como Ministro de Educación del Gobierno Revolucionario, da cabal idea de su fidelidad incondicional a Fidel. Sucedió en noviembre de 1959, durante una compleja discusión en el Consejo de Ministros, y la cuenta el propio revolucionario en el referido libro Aldabonazo:
“Para entender a Fidel hay que tener muy presente que está promoviendo la Revolución Socialista a partir de la historia de Cuba, América latina y el pensamiento antiimperialista y universal de José Martí”
Con Fidel como maestro mayor, y en su condición de Ministro del ramo, Hart dedicó todas sus fuerzas e inteligencia a la Campaña de Alfabetización que arrancó del analfabetismo a más de un millón de cubano, suceso inédito en la historia de cualquier país y en cualquier época.
Luego ocuparía posiciones claves dentro de la vida política del país, al integrar la dirección nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI); luego del Partido Unido de la Revolución Socialista de CUBA (PURSC) y tras constituirse el actual Partido Comunista de Cuba, en octubre de 1965, formar parte de su Comité Central y durante varios años de su Buró Político.
Hart fue Secretario de Organización del Partido, a cargo, en buena medida, de la labor ideológica y también fungió como primer secretario del PCC en la antigua provincia de Oriente. Sus debates ideológicos con el Che en aquellos años marcados con una fuerte influencia del socialismo soviético, son bien interesantes y despiertan aún el interés de los estudiosos del marxismo-leninismo.
En 1976 fue nombrado Ministro de Cultura, cargo que desempeñó durante 21 años de manera ininterrumpida. Responsabilidad clave en momentos en que el país estaba inmerso en el proceso de institucionalización aprobado en el Primer Congreso del PCC, en diciembre de 1975.
Con posterioridad estuvo al frente de la Oficina del Programa Martiano y del Centro de Estudios Martianos, del que sería su Presidente de Honor. Fue investido como Doctor Honoris Causa en varias universidades.
Si el pensamiento martiano tiene una amplia difusión en Cuba, en buena medida, se debió al interés siempre presente de Armando Hart Dávalos de profundizar en la vida y obra del Héroe Nacional de Cuba.
Entre sus tantos llamados al estudio de esa cumbre del pensamiento cubano y latinoamericano, está el siguiente, publicado el 28 de enero de 2015: “No olvidemos, asimismo, que es indispensable un Diálogo de generaciones que se oriente desde la tradición martiana, desde lo más autóctono de las raíces latinoamericanas y caribeñas. Hoy es preciso que se fortalezca la lucha que libran los pueblos de la América nuestra y se establezca un diálogo civilizacional a partir de la idea martiana: “Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”.
Hart fue un humanista en toda la extensión de la palabra. Sus creaciones intelectuales tienen una gran importancia para entender la Revolución Cubana en el campo de la praxis revolucionaria y las ideas. Su fallecimiento representa una sensible pérdida para la Revolución Cubana y para la intelectualidad latinoamericana, donde gozaba de gran prestigio.
Dijo adiós un martiano de marca mayor, fiel discípulo de Fidel y Raúl. Se fue exactamente al año y un día de la muerte de su paradigma e inspirador: Fidel Castro.
Por ello, también vale recordar lo que escribiera sobre el Comandante en Jefe, el 26 de noviembre de 2016: “Desde lo más profundo de mi corazón le rindo mi homenaje más puro a ese gigante de la historia y le digo Gracias Fidel, por tu vida de sacrificio pleno dedicada a nuestro pueblo, por habernos regalado tu cubanía plena y tu ejemplar hoja de servicio a nuestra patria y a la humanidad, porque la Revolución Cubana, es y será, ya para siempre, una referencia universal, al igual que el paradigma y la leyenda que tu vida y tus ideas representan, las que no serán enterradas jamás”.
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