Nací en Cuba. Soy de las generaciones que nacieron después de la Revolución. He vivido siempre en Cuba y tengo suficiente edad para narrar con conciencia de tiempo vivido, parte de los últimos 60 años. En los 80 me gradué como periodista en la Universidad de La Habana. Los 90 me tomaron en la tv, trabajando, y reportando los eventos del periodo especial. Nadie dice que ha sido fácil. Varias generaciones hemos nacido y crecido bajo la incertidumbre de quién será el próximo Presidente de Estados Unidos y su política hacia Cuba, o su mayor o menor implicación con parte de la emigración cubana de Miami y su feroz odio hacia la Isla. Hemos nacido y crecido bajo el bloqueo impuesto por Estados Unidos en 1962 (en ese año nací yo). Y el bloqueo no es consigna revolucionaria para esconder errores del gobierno cubano. Pero el bloqueo no nos puso a llorar y a lamentarnos de nuestra suerte. Este país ha hecho mucho, que nadie decente puede obviar: en la educación, en la cultura, en la ciencia, en la dignidad de la gente. No importa de qué lado estuvieras…
Cuento mi vida porque soy una más, y mi historia es la de muchos, a la manera de la vida de cada quien. Soy de una familia humilde. Me hice periodista, Doctora en Ciencias de la Comunicación Social y Máster en Bibliotecología y Ciencia de la Información. Mis hermanos son profesionales. Mi hijo es estudiante de Composición de la Universidad de las Artes. Es músico… Yo no recuerdo haber tenido muchos zapatos ni ropas caras o no caras, nunca. Sí recuerdo haber tenido muchos libros, siempre. Toda la colección de Tolstoi y Dostoievski y Víctor Hugo, y Zola y Balzac… en ediciones tan malas que las ibas leyendo y se despegaban las páginas… pero lo que importaba era lo que estabas leyendo y que eran libros muy muy baratos… Yo no me sé la mayoría de las firmas comerciales, me aturden los mercados y las súper tiendas porque no estoy acostumbrada. Crecí con lo esencial nada más. Y sobre todo yo crecí con la utopía de un mundo mejor.
Hay una frase que decimos los cubanos continuamente y que es polisémica: ¡No es fácil! La usamos en los momentos malos, en los buenos, en las risas, en los cotilleos amorosos, en las fiestas barriales; en los velorios, los casorios y los nacimientos. Ahí está resumido nuestro día a día, incorporado en un algo así como es lo que hay y hay que seguir adelante y ganar… Y no es conformismo. Es fuerza. Es esperanza…
Mi vida profesional me ha llevado por todo el mundo; Latinoamérica casi completa, Europa, algo de Asia y África. Desde universidades hasta el reporte de acontecimientos en muchos lugares. Y guardo en mí la emoción de la belleza del lago Bled en Eslovenia, el horror de la Central electronuclear de Chernóbil o la maravilla del río Pilcomayo en la frontera paraguayo argentina con la imagen de médicos cubanos ayudando a las comunidades pobres. Nunca quise quedarme en ninguna parte. La isla me hala como un imán y como buena cubana, viro cargada con cualquier cosa que pueda ayudar a mi familia, a los amigos y a los vecinos de mi barrio. ¡No es fácil! Y una ha aprendido a reírse de nuestro comportamiento de hormiguitas cargando para la cueva con un poema en la mano de Jorge Luis Borges o de Benedetti o la Venas abiertas de América de Eduardo Galeano…
¿Qué está pasando ahora? Imágenes cargadas de violencia han recorrido el mundo. Algunas son ciertas, la mayoría fabricadas o tomadas de otras partes del mundo y adosadas a la supuesta situación caótica en Cuba. Es una vergüenza semejante periodismo o semejante ciudadanía que no respeta la dignidad humana.
Sí hubo estallidos sociales, sí hubo saqueos y vandalismo. Sí hay un proceso de fractura social y desgaste económico, humano y emocional que la Revolución tiene que atender de manera urgente en medio de la pandemia de Covid, del bloqueo cada vez más brutal y del propio daño social que tiene el país. Pero –en mi opinión- Cuba no tiene de qué avergonzarse. La Revolución es fenómeno complejo y todo cuanto ha podido hacerse se ha hecho, en condiciones tan duras y tan heroicas, que vale la pena decírnoslas cada día para que a nosotros mismos no se nos olvide… aspiro a que se siga haciendo. El escenario de hoy es sin Fidel, con una nueva dirección del país, de mi generación, que también está aprendiendo a gobernar. Pero nadie dice que el Presidente es un corrupto o un inepto o un bandido. Y eso se dice mucho a lo largo de mi amada Latinoamérica, lamentablemente. ¿Qué ya todo está tranquilo y aquí no ha pasado nada? No es cierto. Aquí está pasando mucho: tenemos en juego la Revolución y la historia vivida y peleada cada minuto de estos 60 años.
Por eso hay que ponerse duros, ¡nada de lamentaciones! Mucho de hacer, de dialogar, de participar, de destrabar, de recuperar o estimular… Ningún internet ni campaña sucia puede con la realidad y la cohesión. Y es en la realidad –sin poner el tonto, porque eso es suicidio- donde está el futuro.
Hasta ahora percibo señales importantes de consenso:
1. No a la intervención militar estadounidense ni de lacayos.
2. No a la violencia.
3. No al comprometimiento de la soberanía.
4. No al bloqueo.
5. Repensarnos de nuevo y rápido.
6. Participación popular en particular de los jóvenes.
7. ¡Resultados, Resultados entre todos!
Hay que seguir observando los acontecimientos. Nadie imagine caos ni relax. Es mucho más complejo. Pero ahí está –puede ser que fatigada, pero viva- la enorme reserva moral del pueblo cubano, mi pueblo… ¡No es fácil! (y cada uno que le ponga su significado; el mío, lo extraigo de José Martí).
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.