Mientras conversaba con un joven colega y pasábamos revista a situaciones acontecidas durante días previos, reíamos por las diferencias de importancia que a un mismo fenómeno se suele dar desde dos puntos distantes de la geografía.
Las enfermedades infecciosas resultan un buen ejemplo. La tuberculosis, por mencionar una de las más frecuentes, genera importantes programas dentro de cualquier sistema de salud, pero resulta una afección tan habitual en la práctica médica de esta nación africana que el tabú social que existe sobre ella, para cualquier médico cubano en el contexto de su país, aquí sencillamente se desvanece.
Es fácil hallar individuos que hablan sin reservas de haber padecido la enfermedad en determinado momento e incluso afirma tener algún grado de fibrosis pulmonar, dándole la importancia que pudiera tener, para nosotros, una de esas gripes de estación si estuviésemos, por supuesto, fuera de este periodo de pandemia.
El paludismo o el VIH Sida, con importantes grados de infestación, son fenómenos a los cuales no está habituado ningún colega de nuestros hospitales en la Mayor de las Antillas, por lo menos no aquellos que jamás han cumplido colaboración médica en un continente como el africano.
Un buen amigo que hace unos años me insertaba en mi primera misión médica en el África, el Dr. Carlos Conde Forcada, internista e intensivista camagüeyano, comentaba que las enfermedades en el total de sus expresiones solo se encontraban en estas tierras y añadía que los libros clásicos de la medicina fueron escritos después de ver lo que ocurría por acá.
Esta semana, recibíamos en la sala de cuidados intensivos a una mujer de 33 años procedente del bloque operatorio. La habían remitido desde un centro hospitalario distrital con el diagnóstico de eclampsia –grado de hipertensión de la gestante que provoca convulsiones o estado de coma– con feto fallecido; pero reevaluado su estado, se le efectuó cesárea urgente, dado que aún existía latido fetal.
Para sorpresa del ginecobstetra, el embarazo a término se encontraba en la cavidad abdominal. Extrajo el feto vivo y así continua… La madre, nuestra paciente, se bate aún entre la vida y la muerte.
Uno de los obstetras del hospital me decía que en cinco años ha visto cuatro casos con iguales características. Estas pacientes muchas veces cursan su embarazo sin recurrir a ningún área de salud, por lo que no se efectúan ningún estudio que las alerten y les hagan prevenir estos efectos adversos.
En Cuba, el programa materno infantil reviste gran peso y, junto a la cultura médica alcanzada por la población, hace que estas situaciones resulten una rareza.
El día a día por aquí es un aprendizaje continuo; las experiencias resultan únicas. En estos momentos, la pandemia se complejiza. La Covid-19, como epifenómeno acompañante de todas las demás afecciones médicas, entorpece el accionar sanitario y la eficacia de la terapéutica convencional.
La variante Delta del coronavirus parece dispuesta a colapsar nuevamente los sistemas de salud con su alto nivel de transmisibilidad. En una semana, los números diarios se han disparado desde menos de diez hasta cientos.
La aparente calma era premonitoria de la tormenta que regresa y cuyos primeros vientos ya se sienten. Todos los colaboradores estamos expuestos y, por ello, en la brigada médica se intensifican las medidas para evitar al mínimo los posibles contagios.
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Hace unos días, al acto efectuado en la embajada cubana en Mozambique contra el bloqueo acudían los embajadores de Rusia y Venezuela, el representante de la República Árabe Saharaui, el director de Europa y América del Ministerio de Relaciones y Negocios Extranjeros mozambiqueño, así como ciudadanos de este país que cursaron estudios en Cuba.
No faltaron los cubanos residentes ni los integrantes de la cooperación cubana en las diferentes esferas. La solidaridad alcanzaba su cima en la ONU al día siguiente. Con 184 votos a favor, 2 en contra y tres abstenciones, se volvía a aprobar la resolución contra el inhumano bloqueo.
Cuba, acá lo vemos en el día a día, no está sola.
La semana resultó intensa. La ciencia cubana se cubría de gloria con los resultados preliminares de las vacunas. Tmbián la cultura; la diva del Buena Vista Social Club recibía en España la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Honor bien merecido; felicidades, Omara...
Para todos, reconocimiento e infinitas gracias.
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