El cielo está nublado. Pronto rodarán las gotas de lluvia por el tejado de la casona situada en la Calle Obrapía # 157 entre Mercaderes y San Ignacio, uno de los tantos atractivos para quienes visitan el Centro Histórico de la Habana Vieja. Menos mal, llegué a tiempo para mi entrevista y de paso, franquearé el aguacero bajo techo.
En el recibidor, una señora con el rostro extremadamente maquillado viste traje de custodio. Las sombras y los creyones son solo un complemento más, su real belleza figura en esa sonrisa y la dulzura con que dice: “Sí, me acuerdo de ti, la muchacha periodista del otro día. Viene a ver al director, él llegará pronto. Siéntate allí en el patio y cuando venga te aviso”.
¿Qué diría alguno de mis ancestros si supiera que ahora mis pies rozan el piso del Museo Casa de África? Por eso hago poco caso a la recomendación sentarme, busco el gran mapa verde que ocupa casi toda una pared y lleva señalizado cada país del continente negro. Según el letrero de abajo, fue donado por el General de Ejército Raúl Castro en su antigua función de Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Sospecho pertenece a las estrategias trazadas durante las misiones militares emprendidas por nuestro pueblo en ese rincón del planeta.
Es imposible desligar a Cuba de su herencia africana, lo corrobora un apasionado por la investigación geográfica y antropología, Alberto Granado Duque: “Ya el sabio cubano don Fernando Ortiz lo afirmaba que no seríamos nada sin el negro, pues fue uno de los componentes étnicos importantes en la conformación de nuestra nación. No podemos reducirlo a la música, la danza, el tambor, sino también a nuestra forma de ser, rebeldía e inteligencia”.
Tras la notificación de la señora del lobby, llegué con este hombre blanco, de estatura media y complexión robusta hasta un saloncito apartado en el segundo piso. Abajo la gente lo llamaba, le hacían preguntas… imagino será difícil dirigir una institución cultural, que como el mismo define es “la casa de la solidaridad”. Afuera llueve a cántaros.
El 6 de enero de 1986, abrió sus puertas al público para dar a conocer, desde la ciencia y la cultura los valores africanos presentes en la sociedad nuestra: “Es un continente complejo y diverso, no solo por la población sino por su geografía, vegetación, fauna… Tales joyas lamentablemente aún son desconocidas para muchos. A veces se minimiza su historia porque fue frenada brutalmente por el proceso de la colonización, la trata negrera y la esclavitud, lo cual retrasó en el desarrollo interno.
“Cientos de miles de hombres fueron trasladados a otras tierras en contra de su voluntad, es admirable como mantuvieron viva su cultura y sobrevivió la religión por ejemplo. No se dejaron aplastar por civilizaciones que se suponían superiores; supieron tomar elementos de ellas y mantener la suya, universalizarla. Actuaron sabiamente, incluso al permanecer durante siglos fuera de su territorio. En el caso cubano, nuestra rebeldía viene precisamente de esa mezcla de lo africano con lo aborigen e hispánico”, asegura.
En el primer piso vi carteles enormes, un recuento de la llegada de los negros a la Isla, aquellos barcos que trajeron niños arrebatados a sus madres, reyes tristes por haber sido separados de la tribu. Está también la saga de los ingenios, trapiches, cañaverales donde laboraron curtidos por el sol. Granado considera preciso “crear conciencia sobre esta parte de nuestra historia en las presentes y futuras generaciones para que no se repita pues constituyó un retroceso para la humanidad”.
“A pesar de las persecuciones, ellos hicieron valer sus costumbres, al inicio de forma clandestina. Mostramos esa influencia a partir de la religiosidad popular que ya no es solo para descendientes africanos sino para cubanos blancos, negros, mestizos, tratamos de alejar este tema del prejuicio que existió durante mucho tiempo. Hoy la santería cubana, por ejemplo se conoce en todo el mundo, hasta en Japón hay practicantes”.
También en el recinto hay medallas y fotos de grandes líderes como Fidel Castro, el sudafricano Nelson Mandela, el angolano Agostinho Neto…pues la Revolución Cubana también tuvo su “vuelta al corazón de África”: “Acompañamos sus luchas, en agradecimiento a tanto hombres y mujeres que conformaron nuestra nación, pues antes del 10 de octubre de 1868, ya hubo sublevaciones de esclavos, conspiraciones e intentos de rebeldía que no lograron cristalizar, luego con el grito de Céspedes se sumaron muchos esclavos y descendientes a derramar su sangre por esta tierra.
“Disfrutamos una relación muy estrecha con el cuerpo diplomático, los estudiantes africanos, e instituciones que de alguna manera practican la solidaridad, también organismos y asociaciones que formaron parte de ese gran grupo de. Todos nuestros objetos museables se deben a esta cooperación, lo cual nos distingue de cualquier otro museo semejante en el orbe”, declara.
Cada una de las salas expositivas exhibe trajes típicos, instrumentos musicales, artículos religiosos esculturas talladas en madera, marfil y otros materiales, herencia de “aquella tierra rica, donde con el calor del sol crecen las plantas de esencia y alimento, y otras que dan fibras para hacer telas y hay oro y diamantes…” , como relatara José Martí en sus Cuentos de Elefantes a los niños de “La Edad de Oro”.
Explica Alberto Granado que “las colecciones tienen un gran número de piezas y se dividen fundamente según manifestaciones culturales, no por países, pues las fronteras artificiales que surgieron en África separaron pueblos, familias”.
Así de integradora es además la labor de la Casa: “Sobrepasamos la función de ser un centro exclusivamente para exponer y divulgar, nos vinculamos también a la educación insertados en los proyectos de la oficina del historiador. Tratamos de darle una particularidad, por ejemplo al aula museo donde vienen los niños de primaria a estudiar, les enseñamos sobre cultura y geografía del continente. También realizan las prácticas de alumnos de la Universidad de La Habana y el Colegio San Gerónimo. En el plano de la investigación y promoción organizamos eventos con carácter socio antropológico, educativo y de corte histórico.
“Salimos de las paredes del museo .Casi todos los meses celebramos la independencia de alguno de estos países. Igualmente, festejamos en el Pabellón Cuba el día de África, hacemos exposiciones en la Escuela Internacional de Medicina, entre otros centros. Uno de las citas más esperadas es el Taller Científico de Antropología Social y Cultural Afroamericana Entre Cubanos que cada año atrae más participantes”, concluye.
Ha sido un diálogo breve, abajo aguardan los invitados para una actividad que no tardará en comenzar, Alberto debe chequear los detalles. Desciendo por las escaleras y repaso las breves palabras de Jane, una morena de New York, que conocí al llegar, mientras anduve de polizón, recorriendo el sitio. Ella quedó asombrada con todo. Ante su dificultad con el español, me pidió le ayudara a entender los letreros: “Nunca había visto un museo tan bonito como este, son las huellas de nuestros antepasados”, comentó.
Y sí, creo que alguna magia tiene: Al salir, ha parado de llover, (para mi felicidad pues no traigo sombrilla).
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