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martes, 5 de noviembre de 2024

Soldado del silencio

Ni el peligro real que representaba su permanencia en el Escambray pudo persuadir al Hombre de Masinicú de ofrendar su vida en defensa de la Patria...

Aileen Infante Vigil-Escalera en Exclusivo 29/04/2017
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Monumento - tributo a Alberto Delgado Delgado
Monumento que rinde tributo a Alberto Delgado Delgado, justo en el lugar donde fuera encontrado su cuerpo sin vida el 29 de abril de 1964. (Aileen Infante Vigil-Escalera / Cubahora)

Cuando se está convencido del bien mayor que se obtiene, a cambio incluso de la propia vida, no hay alarmas que amedrenten el espíritu ni bandidos que quebranten las convicciones. Bien lo sabía Alberto Delgado Delgado cuando, a pesar de las advertencias de quienes procuraban su integridad física, decidió abonar sus últimos días a la causa revolucionaria.

Casi 85 años tendría hoy quien naciera el 10 de diciembre de 1932, en la finca Ramblazo, en San Pedro, Trinidad. Pero apenas cumplió los 31 antes de que manos asesinas financiadas por los Estados Unidos le quitaran vilmente la vida el 28 de abril de 1964.

Tuvo una niñez muy dura marcada por la muerte temprana del padre. No pudo estudiar más que seis meses el nivel primario debido a las difíciles condiciones económicas de su familia. Antes de los diez años ya había cambiado sus sueños infantiles por las labores agrícolas, primero como carbonero, y luego como cortador de caña en Chambas, Ciego de Ávila.

Fue estando lejos del hogar que comienza a participar en algunas actividades clandestinas del movimiento insurreccional cubano, que lo llevaron a integrar la Columna 11 Cándido González, a finales de 1958.

Luego del triunfo del 1.o de enero de 1959, designado a una unidad del propio Chambas, consigue al fin aprender a leer y escribir, gracias a la campaña de alfabetización y a su esposa Tomasa del Pino. En este lugar prestó sus servicios a la Revolución hasta que sus condiciones de salud se lo impidieron y lo obligaron a viajar a La Habana para su licenciamiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

Inmerso en este propósito conoce a elementos desafectos del proceso revolucionario en la casa donde se quedaba y decide informarlo a las autoridades. Es así como de manera voluntaria establece contacto con el Ministerio del Interior y comienza a adoptar una fachada de enemigo del proceso revolucionario.

EL ENANO

Dice José Martí que a los hombres se les mide de la cabeza al cielo, y bien lo saben los de la talla de Alberto Delgado Delgado, identificado como El Enano para la Seguridad, y como un gigante para la Revolución, a la que entregó hasta el último de sus días.

Fue a mediados de octubre de 1961 cuando comenzó sus acciones encubiertas desde la finca Masinicú, a unos tres kilómetros de Trinidad, donde se desempeñó como administrador y obtuvo el sobrenombre con el que aún se identifica en la actualidad: el Hombre de Masinicú.

Allí comenzó a relacionarse con varios colaboradores de bandidos y a actuar como un resentido miembro del Ejército Rebelde que, una vez licenciado, esperaba otra recompensa y tuvo que conformarse con lo que consideraba tan modesto empleo. Su fachada de contrarrevolucionario estuvo tan bien plantada que no tardó mucho en ganarse la confianza de varios cabecillas opuestos a la Revolución, quienes lo designaron como el contacto entre La Habana y Las Villas.

Una de las principales misiones desarrolladas por El Enano en el Escambray, considerada una de las acciones más brillantes contra el bandidismo en la zona, fue la Operación Trasbordo. Con esta, además de impedir la salida ilegal del país de varios alzados, propició la captura de los connotados asesinos Maro Borges y Julio Emilio Carretero, este último considerado la máxima autoridad del autotitulado Ejército de Liberación Nacional del Escambray, y asesino del alfabetizador Manuel Ascunce Domenech, el campesino Pedro Lantigua, la familia Romero y otros vecinos de la zona.

Fue precisamente durante la preparación de la “salida” de otro de los cabecillas que operaban en la zona que los bandidos comienzan a sospechar de Alberto. Pero ni aun ante las advertencias del peligro real que representaba su permanencia en la finca, ni el pequeño hijo casi a punto de nacer en La Habana pudieron persuadirlo de no continuar trabajando.

A LA ORILLA DEL GUARABO

Se estremeció todo el Escambray la noche del 28 de abril de 1964, pero no las manos cegadas por el odio que pusieron fin a la vida de tan valeroso soldado.

Tras descubrir su identidad, los bandidos al mando de Cheíto León y Rubén Cordobés enfrentaron a Alberto en horas de la noche en las márgenes del Río Guaurabo, frente a la finca Masinicú, pero no pudieron arrancarle ningún tipo de información sobre su actividad como agente de la Seguridad del Estado. Sus armas, las únicas, las impulsadas por las convicciones revolucionarias que lo habían llevado a penetrar en las entrañas de un enemigo que cometía actos de terror contra su pueblo, fueron más fuertes.

Pero no pudieron impedir todo el odio acumulado contra la Revolución de quienes, tras darle un culatazo en la cabeza que lo derribó y dejó inconsciente, aprovecharon para golpearlo sin cesar hasta que quedó exánime. Colgarlo por el cuello de una guásima e hincar a bayonetazos su cuerpo ya sin vida fueron las últimas y viles acciones de los bandidos.

EN SILENCIO

En silencio actuó el joven combatiente y en silencio tuvo que trascurrir su sepelio y permanecer su legado durante tres años. La difícil situación que aún vivía el país imposibilitó, por cuestiones de Seguridad, develar la verdadera identidad del combatiente, que permaneció sepultado como contrarrevolucionario hasta el 28 de abril de 1967.

En esta fecha, justo en el tercer aniversario de su cruento asesinato, sus restos fueron exhumados y se le rindieron los honores correspondientes a un militar caído en el cumplimiento del deber. En esa ocasión, además, fue ascendido póstumamente al grado de teniente del Ministerio del Interior e inhumado en el Panteón de las FAR, en el Cementerio de Colón.


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Aileen Infante Vigil-Escalera

Se han publicado 1 comentarios


ALBERTO DELGADO DEL PINO
 10/5/17 11:26

Con todo el fervor , estoicismo y valentia de nuestro padre rendimos homenaje con su escrito al valeroso Hombre de Masinicu, ALBERTO DELGADO DELGADO, de quien vivimos orgulloso y respetaremos su legado que perdurara como memoria historica y ejemplo para nuestros jovenes .

gracias, aprecio la vivencia y sentir de nuestro noble pueblo

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