Las revoluciones se pueden ganar con las armas pero también con las ideas. Una verdad bien sabida que aplicó José Martí durante la organización de la Guerra Necesaria en la que convirtió al periódico Patria en un soldado.
Fidel también lo hizo desde la Sierra Maestra, y la verdad de la Revolución Cubana rebasó las montañas orientales para llegar al mundo entero. Famosas son varias de las entrevistas realizadas al jefe máximo del M-26-7 durante su estancia de poco más de dos años en aquellas estribaciones heroicas.
La primera de ellas tuvo lugar el domingo 17 de febrero de 1957, apenas dos meses después del desembarco del Granma, y sirvió para desmentir a la dictadura acerca de la supuesta muerte del líder revolucionario. La hizo Hebert Matthews, el corresponsal del diario de The New York Times, y, de inmediato, la noticia de que Fidel vivía recorrió el mundo.
Llevar al veterano periodista norteamericano a lugar tan intrincado resultó toda una odisea, pero el resultado valió la pena, pues mientras Batista y sus acólitos se desgañitaban diciendo que Fidel estaba muerto, el diario de mayor circulación en Estados Unidos publicaba en primera plana la que resultaría la noticia del año: Fidel estaba vivo.
El artículo inicial de Matthews apareció en la primera plana de la edición dominical del The New York Times, el 24 de febrero de ese año, y a continuación, el 25 y el 26, otros dos artículos de una evaluación general de la situación cubana, y el 28 la famosa foto del sexagenario periodista con Fidel.
“Fidel Castro, el líder rebelde de la juventud cubana, está vivo y peleando con éxito en la intrincada Sierra Maestra, en el extremo sur de la Isla. (…) El presidente Fulgencio Batista tiene la crema y nata de su ejército en la región, pero hasta ahora está en desventaja en la batalla por vencer al más peligroso enemigo que jamás haya enfrentado en su larga y azarosa carrera como regidor de los destinos cubanos.
”Raúl Castro, el hermano más joven de Fidel, se adelantó con miembros del grupo. Poco más tarde apareció Fidel. Considerándolo por su físico y su personalidad, es un hombre corpulento, de seis pies, de piel aceitunada, de cara llena, de barba dispareja. Vestía un uniforme color verde olivo y llevaba un rifle con mirilla telescópica del cual se siente orgulloso. Parece que sus hombres tienen más de cincuenta de esas carabinas que dice temen los soldados. ‘Nosotros podemos alcanzarlos a mil yardas con estas escopetas’”.
Luego vendría otra entrevista histórica en abril del propio 1957. La de Bob Taber, periodista de la cadena televisiva Columbia Broadcasting, en la cima del Pico Turquino. Un documental exhibido en Estados Unidos que también conmocionó al mundo, titulado: Rebeldes en la Sierra; uno de los fotogramas se ha convertido en todo un símbolo de la Revolución: la imagen de Fidel, Raúl, Camilo y otros revolucionarios con los fusiles en alto al lado del busto de Martí.
Una tercera entrevista a periodistas norteamericanos concedió Fidel en la Sierra Maestra. Se trató de un reportaje de Andrew St. George, publicado el 14 de abril de 1958 en la revista Life, en el que el líder revolucionario pronosticaba seis meses para la hora final de la dictadura.
Al enjuiciar la política del gobierno de Estados Unidos, Fidel afirmó: “ …estimo que desde el mismo día en que Batista tomó el poder por la fuerza, E.U. no debió enviar una sola arma más a Cuba, porque esas armas no han servido ni servirán para la defensa continental, y sí han servido para asesinar a muchos compatriotas nuestros. Desde ese ángulo, considero equivocada la política de E. U. Y tenemos sinceras esperanzas de que la rectifique”.
Hubo también otra entrevista de realce a Fidel. La hizo el periodista argentino Jorge Ricardo Massetti, posterior fundador y director de la agencia de noticias Prensa Latina. Sucedió entre los meses de abril y mayo de 1958, y los resultados de esas conversaciones fueron difundidas por la emisora argentina Radio El Mundo.
Ante la pregunta del papel desempeñado por Estados Unidos, Fidel volvió a ratificar la nociva injerencia norteamericana en los asuntos internos de Cuba:
“— Dr. Fidel Castro ¿considera usted decisiva la ayuda militar de Estados Unidos y la permanencia de instructores norteamericanos en Cuba para el sostenimiento de Batista en el poder?
— Naturalmente, estamos completamente seguros de que la ayuda de armas de Estados Unidos a la dictadura de Batista con distintos pretextos han servido para alargar mas no para evitar la caída del dictador porque el final de este régimen es cosa decretada por la voluntad de nuestro pueblo y nada ni nadie lo podrá impedir. Esa ayuda ha servido para asesinar cubanos, esa ayuda implica una franca intervención en los asuntos internos de Cuba a lo que no tienen derecho los Estados Unidos de América y no solamente son los Estados Unidos sino que también los dictadores Trujillo y Somoza han estado abasteciendo de armas a la dictadura de Batista para combatir a la revolución”.
Massetti, quien cayera en abril de 1964, en Salta, Argentina, bajo el seudónimo de Comandante Segundo, también aprovechó en ese entonces para conversar con su coterráneo Ernesto Che Guevara, quien ya había alcanzado los grados de Comandante del Ejército Rebelde y era una de las figuras de mayor renombre dentro del M-26-7.
Supo el Che defender su ideal latinoamericanista, cuando al preguntársele por qué luchaba en Cuba, respondió: “Desde hace tiempo me he convencido de que toda América es una sola y de la necesidad imperiosa que tenemos los que sentimos un afán democrático de luchar en cualquiera de estos países por la libertad de ellos”.
Al finalizar su ciclo de reportajes radiales, Massetti escribió: “Quedaba detrás mío esa Cuba nueva en que soldados casi niños celebraban a gritos la llegada de una ametralladora o una caja de balas. Ese ejército de hombres alegres y optimistas en la que la peor pena que se aplica es la de no dejar participar a un soldado en un combate.
El Che Guevara con su tipo de porteño y su acento de cubano-mexicano; Fidel Castro con su enorme figura de gladiador y su voz de niño afónico”.
Fueron entrevistas que ayudaron a difundir la verdad de Cuba. Las trincheras de ideas que desbarataron las de piedra del dictador Batista. Como en el 68 y el 95, la prensa volvió a ser ese soldado que pedía José Martí.
Dogarbe
24/12/18 15:29
Narciso el titulo me motivó y deseo expresarte lo siguiente. tengo un trabajo titulado La prensa en la Sierra Maestra 1957 -1958. no encuentro sitio para publicarlo. la obra cuenta con 134 pag incluyendo las imagenes de los mas de 30 periodistas que estuvieron en la Sierra en esa etapa. Si consideras que pueda ser publicado en forma seriada en este periodico digital, enviame un comentario a mi correo y dame tu opinion.
dogarbe
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