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viernes, 29 de noviembre de 2024

Martí estuvo en el Moncada

Fidel Castro, simbolizó en el Moncada al José Martí del siglo XX, y junto a él, los jóvenes que le acompañaron aquella gloriosa mañana de la Santa Ana...

Narciso Amador Fernández Ramírez en Exclusivo 24/07/2017
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Marti y el Moncada
Los asaltantes a ambos cuarteles de la tiranía eran jóvenes humildes, pero profundamente martianos.

Cuando al maestro Raúl Gómez García se le encomendó escribir el Manifiesto con que los jóvenes agrupados bajo el liderazgo de Fidel Castro asaltarían, el 26 de julio de 1953, los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, supo de inmediato que en sus manos se depositaba una responsabilidad de un valor histórico incalculable.

Tendría el honor de llevar al papel los sentimientos de toda una generación que añoraba el cambio de régimen y soñaba con una Cuba nueva. De escribir para el futuro de un país esclavizado por más de cuatro siglos.

Sería José Martí y sus ideas de emancipación y mejoramiento humano la principal fuente de inspiración de quien pasaría a la posteridad como el Poeta de la Generación del Centenario, tras su heroica muerte en los muros del cuartel Moncada.

Su Ya estamos en combate, leído en la propia madrugada del 26 de julio, ya casi al salir hacia los lugares designados para la acción, fue el llamado para “arrojar a los malos del histórico templo”, inspirados “por la dulce memoria de Martí”.

Fidel Castro, quien llevaba en el corazón las doctrinas del Maestro, al arengar a sus hombres reunidos en la Granjita Siboney, les dijo: “Si vencemos mañana se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertad o Muerte!”.

También Abel Santamaría, el segundo al mando, Alma del Movimiento, como le llamaría Fidel, acudió al Apóstol de la independencia para llamar a los hombres al combate.

Y profetizando la muerte heroica en su primer combate, tal y como le sucediera en Dos Ríos a José Martí, dijo: “Es necesario que todos vayamos con fe en el triunfo, pero si el destino nos es adverso, estamos obligados a ser valientes en la derrota porque lo que pase en el Moncada se sabrá algún día (…) nuestro ejemplo merece el sacrificio y mitiga el dolor que podemos causarle a nuestros padres y demás seres queridos. ¡Morir por la Patria es vivir! “Libertad o Muerte”.

Los asaltantes a ambos cuarteles de la tiranía eran jóvenes humildes, pero profundamente martianos. La prédica de aquellos abnegados maestros de primaria había calado hondo en ellos. También los actos por el centenario del natalicio de Héroe Nacional habían dejado su huella; sobre todo, los hipócritas y carentes de patriotismo que organizó el tirano Fulgencio Batista en 1953.

Había que limpiar de tanta ignominia la memoria del Maestro. La Marcha de las Antorchas, la noche del 27 de enero de 1953, formó parte de esos actos de desagravio, y los sucesos del 26 de julio, su colofón.

“Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto”, afirmó Fidel en su alegato de autodefensa La Historia me Absolverá.

Un documento de honda raigambre martiana, donde en 22 ocasiones fue mencionado o citado el nombre de José Martí; la primera de ellas, cuando el joven abogado hace suya la idea del Apóstol de que: “Un principio justo desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército”.

Antes, Fidel, el 21 de septiembre, había sorprendido al Fiscal al preguntársele quien había sido el autor intelectual del asalto al Moncada. Al hacerla, el magistrado esperaba una respuesta convencional, y más en precisión, deseaba le dijeran que había sido el expresidente Carlos Prío. Sin embargo, Fidel, respondió convencido: “Nadie debe preocuparse de que lo acusen de ser autor intelectual de la Revolución, porque el único autor intelectual del asalto al Moncada es José Martí, Apóstol de nuestra independencia”.

Y es que en Fidel, en Abel, en Raúl Gómez García, en Ñico López, en Raúl, Almeida y en el resto de esos jóvenes valientes se simbolizó el sueño inconcluso de mármol de José Martí. El sueño de crear una República nueva, moral, basada en el decoro y el trabajo honrado de sus hijos. Una República con todos y para el bien de todos.

Por eso, cuando se conmemoraron los primeros 20 años de los sucesos del 26 de julio, Fidel, en patriótico discurso pronunciado desde los muros del cuartel Moncada, convertido desde enero de 1959 en Ciudad Escolar 26 de Julio, afirmó, con total justeza: “Martí nos enseñó su ardiente patriotismo, su amor apasionado a la libertad, la dignidad y el decoro del hombre, su repudio al despotismo y su fe ilimitada en el pueblo. En su prédica revolucionaria estaba el fundamento moral y la legitimidad histórica de nuestra acción armada. Por eso dijimos que él fue el autor intelectual del 26 de Julio”.

Quien duda entonces que nuestro José Martí estuvo en el Moncada.


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Narciso Amador Fernández Ramírez

Periodista que prefiere escribir de historia como si estuviera reportando el acontecer de hoy


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