Nguyên That Thanh, más conocido como Ho Chi Minh (significa “el que ilumina”), nació el 19 de mayo de 1890, exactamente cinco años antes de la caída en combate de José Martí, el patriota cubano que escribió para los niños La Edad de Oro, esa hermosa revista que incluía entre sus historias el relato “Un paseo por la tierra de los anamitas”.
Allí, en esa tierra, en la que “…también y tanto como los más bravos, pelearon, y volverán a pelear los pobres anamitas, los que viven de pescado y arroz y se visten de seda, allá lejos, en Asia, por la orilla del mar, debajo de China”, vivió y murió el Tío Ho, como cariñosamente aprendió a llamarlo el pueblo.
De familia pobre, ganó el sustento de disímiles maneras, incluida la de maestro. Fue cocinero de un barco francés y trabajó como paleador de nieve, ayudante de cocina y jardinero en Gran Bretaña. En 1917 fundó en Francia la Sociedad de Patriotas Vietnamitas, y en las postrimerías de 1918 se incorporó al Partido Socialista Francés.
A inicios de 1919, con 29 años, adoptó el seudónimo de Nguyen Ai Quoc (Nguyen El Patriota), y defendió el derecho del pueblo vietnamita a la libertad, la democracia, la igualdad.
Influenciado por el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre en la URSS y por Lenin abrazó las ideas marxistas-leninistas, las que aplicó de manera creadora a las condiciones de su país, con dependencia colonial de Francia.
El propio Ho Chi Minh explicó el porqué de su filiación a las ideas comunistas: “…un camarada me dio a leer la “Tesis sobre las cuestiones nacionales y coloniales” de Lenin publicada en L´Humanité. Había en esas tesis términos políticos difíciles de entender. Pero a fuerza de leer y releer pude finalmente captarla casi en su totalidad. ¡Cuánta emoción, entusiasmo, claridad y confianza infundió en mí! ¡Lloraba de alegría! Solo, en mi cuarto, grité como si me estuviera dirigiendo a grandes masas. ‘¡Queridos mártires compatriotas! Esto es lo que necesitamos, ¡éste es el camino de nuestra liberación!’. Después de esto tuve plena confianza en Lenin y en la Tercera Internacional”.
Ganó prestigio en el seno de la Internacional Comunista y se convirtió en el principal dirigente del pueblo vietnamita por su liberación del yugo opresor de Francia y, desde 1941, del Japón militarista.
El 2 de septiembre de 1945, en la Plaza Ba Dinh, leyó el acta de Declaración de Independencia de Vietnam: “Desde hace más de ochenta años la banda de colonialistas franceses, bajo los tres colores que simbolizan la libertad, la igualdad y la fraternidad, ha ocupado nuestro territorio y oprimido nuestro pueblo (...). Los franceses no nos han dado ninguna libertad política, han instituido una legislación bárbara, han creado más prisiones que escuelas, han ahogado en sangre todas nuestras revueltas, han pisoteado la opinión y utilizado la sangre y el alcohol para embrutecer a nuestro pueblo”.
Luego vendría la lucha contra los franceses: la victoria de 1954, en Dien Bien Phu, y la posterior agresión del imperialismo yanqui, que hizo brillar el talento de Tío Ho y posibilitó la humillante derrota de las tropas norteamericanas, en abril de 1975.
Lamentablemente, el presidente vietnamita no pudo ver ese momento. El 3 de septiembre de 1969 falleció a la edad de 79 años en Hanoi, ciudad en la que se construyó un mausoleo en su honor y donde en la actualidad se halla su cuerpo embalsamado.
En su testamento dejó escrito: “Durante toda mi vida, he servido con todas mis fuerzas y con todo mi corazón a la Patria, a la Revolución y al Pueblo. Ahora, si debo partir de este mundo, no hay nada que sienta más que no poder servirlos más tiempo”.
Ho Chi Minh no pudo conocer personalmente a Fidel Castro, pero entre ambos líderes hubo mucha simpatía y admiración mutua. Fidel fue el único estadista que visitó Vietnam del Sur cuando luchaba contra el agresor norteamericano. Sucedió en septiembre de 1973. Allí el Comandante en Jefe, afirmó del querido Tío Ho: “Nosotros creemos que en la vida del compañero Ho Chi-Minh, en su pensamiento político, en su clara concepción táctica y estratégica, todos los pueblos oprimidos tienen una riquísima fuente de sabiduría y de conocimiento para poder abordar sus propios problemas”.
Fidel ondea la bandera vietnamita en las zonas liberadas del Sur (Foto: fidelcastro.cu).
Mientras Ho Chi Minh, quien admiró extraordinariamente a Fidel y a los cubanos, dijo: “Los cubanos, con el compañero Fidel al frente, han sido muy solidarios con nuestro pueblo y con nuestra lucha. Los vietnamitas jamás olvidaremos ese apoyo”.
En honor al querido y respetado líder, la ciudad de Saigón adoptó el nombre de Ciudad Ho Chi Minh y en la actualidad muestra un desarrollo acelerado.
Inspirado en el ejemplo de Ho Chi Minh, “el que ilumina”, el país asiático se ha convertido en una nación próspera y en constante desarrollo. El 2017 lo cerró con un crecimiento del 6,81 del Producto Interno Bruto (PIB), el más alto en los últimos siete años.
Recientemente, como muestra de los excelentes vínculos, Cuba y Vietnam constituyeron una nueva empresa cubana con capital totalmente extranjero en la Zona Especial de Desarrollo (ZED) Mariel, lo que permite formalizar su establecimiento como el primer concesionario de la zona.
En cada logro está la impronta dejada por Ho Chi Minh, el líder que, al decir de Fidel, “…supo adaptar genialmente a las condiciones concretas de Vietnam los principios inmortales del marxismo-leninismo, y la historia le ha dado la razón”.
Francisco Rivero
4/9/18 10:58
Desde la escuela y tal vez desde mucho antes. La Edad de Oro, nos contaba del pueblo anamita, gracias a José Marti.
Recomiendo la lectura de " Un paseo por la tierra de los anamitas ", siempre tengo muy presente un pasaje en el inicio de este texto al referirise a los cuatro ciegos y el elefante.
Cito :
"Los ciegos son santos -dijo el rajah, -los hombres que desean saber son santos; los hombres deben aprenderlo todo por sí mismos, y no creer sin preguntar, ni hablar sin entender, ni pensar como esclavos lo que les mandan pensar otros; vayan los cuatro ciegos a ver con sus manos el elefante manso".
Fin de la cita.
La amistad es una alegria que anima e ilumina, como ciudadano cubano soy agradecido a la lealtad amiga de las mujeres y hombres de Vietnam.
Un gran abrazo.
Narciso
4/9/18 17:06
Francisco, ha hecho usted un hermoso recordatorio de l relato de José Martí en La Edad de Oro. Cuántas enseñanzas no encierran esas palabras del Apóstol de nuestra indepedencia. La amistad entre Cuba y Viet-Nam está sellada con lazos indestructibles, pues estuvimos y estamos dispuestosa dar hasta nuetra propia sangra, como dijer el Comandante en Jefe Fidel Castro.
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