En la noche del jueves 9 de junio de 1955, mientras uno de los adulones de la tiranía batistiana ponderaba por televisión el supuesto respeto a los derechos humanos del régimen, elementos de la policía dejaban un cuerpo sin vida en un centro de atención médica del Vedado.
Al conocerse la identidad del occiso, un gran revuelo se armó en el país: era Jorge Agostini, multicampeón centroamericano de florete, medallista panamericano y participante de los Juegos Olímpicos de Londres en 1948.
Los forenses certificaron que había fallecido “por hemorragia interna a causa de 21 perforaciones de arma de fuego”, recibidas “a una distancia de 75 centímetros (menos de un metro) de sus agresores, muchas de las heridas las tenía en la espalda”. Sus manos no presentaban evidencias de haber disparado.
Según la versión del propio gobierno, una gran operación policial había sido montada para aprehender a Agostini. Y eso era lo que la opinión pública no entendía, porque al ex atleta no lo requería autoridad judicial o policíaca alguna y estaba comprendido, junto a los moncadistas, en la amnistía del 15 de mayo último.
Cierta versión, atribuida a los vecinos de la calle del Vedado donde acaecieron los hechos, aseguraba que el teniente Julio Laurent, de triste recordación en el Servicio de Inteligencia Naval, lo había detenido personalmente. “Dése preso. No puede escapar”, dicen que dijo.
Dos individuos lo sujetaron y comenzó la golpiza. Hubo, dicen, hasta culatazos sobre la nuca. Entre malas palabras a toda voz se oyeron disparos, luego algunos aislados, como tiros de gracia. Después, el silencio, roto por el ronroneo de autos al encenderse y alejarse del lugar.
A la hija de Agostini, cuyas amigas la agasajaban pues contraía matrimonio el sábado siguiente, fueron a avisarle en medio de la fiesta. Acompañada de ellas y de su futuro esposo se presentó a reclamar el cadáver. Los policías entraron en pánico y solo la dejaron pasar con dos personas más.
Un oficial sudoroso se les acercó: “Tan pronto el juez lo disponga podrán recogerlo”. Los periodistas se le acercaron a la muchacha. Un reportero de un diario que apoyaba a la tiranía le lanzó una pregunta. “Ustedes saben bien lo que ha pasado”, replicó la muchacha.
ANTECEDENTES
Ya Fidel, en el diario La Calle, había alertado de esta ofensiva criminal de la tiranía, después que Batista amenazara a la oposición revolucionaria, sobre todo al líder de los moncadistas, quien había denunciado públicamente los crímenes cometidos por el régimen en el cuartel santiaguero en 1953.
En la inauguración oficial de la remodelación y prolongación de una avenida en Marianao, el 4 de junio de 1955, el sátrapa afirmó: “Que no se diga después que las fuerzas se nos fueron de las manos, ya que los hombres y las mujeres de los partidos que gobiernan tienen cerebro y corazón, y tienen manos también”.
No eran solo veladas amenazas. Al día siguiente de pronunciado este discurso, al filo de las ocho de la noche, tres sicarios arrestaron al dirigente oposicionista Juan Manuel Márquez en la esquina de la avenida 49 y calle 124, en Marianao. Conducido a la 17ª estación de policía, allí le propinaron una brutal golpiza.
Una vez más Fidel, en el diario La Calle, denunciaba los desmanes de la tiranía. Calificaba al hecho de “nueva, brutal, injustificada agresión”. Informaba que Juan Manuel “atropellado y golpeado a tal extremo”, había tenido “que ser recluido en una clínica para ser atendido de las lesiones que presenta”.
Los alabarderos del régimen, como Rafael Díaz Balart, trataron de minimizar este suceso. Pero, después del asesinato del 9 de junio, perdieron toda credibilidad.
AGOSTINI
Jorge Agostini nació en Mayarí el 5 de febrero de 1910. Ingresó a los dieciséis años de edad en la Escuela Naval del Mariel. Allí se graduó de alférez de fragata en 1931. Participó en conspiraciones contra la tiranía machadista y en 1933 tuvo que marchar al exilio.
Regresó a la caída del régimen y se vinculó con Antonio Guiteras y sus seguidores. Durante la tiranía Batista-Caffery-Mendieta tuvo que salir nuevamente del país. Desde Estados Unidos marchó hacia España (1937), a luchar contra el fascismo. Intervino con el grado de comandante en diversos combates navales.
Retornó a Cuba en 1940. Se reincorporó a la Marina de Guerra de Cuba, fue profesor de artillería en la Escuela Naval del Mariel y durante la Segunda Guerra Mundial recibió un curso de táctica antisubmarina en los Estados Unidos.
También tuvo tiempo para practicar deportes. Campeón de florete (individual) y de esa arma y de espada por equipos en los Juegos Centroamericanos de Barranquilla (1946); cuatro años después, en la cita de Guatemala, fue subcampeón (individual) en florete y oro por equipos.
Participó en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 sin llegar al podio. En 1951, durante los primeros Juegos Panamericanos, logró plata en florete por equipos.
Desde el mismo 10 de marzo de 1952 se opuso a la tiranía batistiana. Por sus actividades revolucionarias tuvo que exiliarse de nuevo. Retornó con la amnistía en 1955.
Otra vez en el diario La Calle se alzó la voz de Fidel: “Fue asesinado, no cabe la menor duda… No se les dan tantos balazos a un hombre para que no escape, tales rasgos en el cuerpo de la víctima solo se presentan cuando hay ensañamiento, cuando se le dispara incluso en el suelo”.
Entonces se preguntaba Fidel: “¿Quedará sin castigo la salvajada? ¿Tiene acaso un grupo de hombres el derecho de arrancar la vida a sus semejantes con más impunidad que la que tuvieron nunca los peores gansters?”. Solo después del Primero de Enero de 1959 se logró al fin hacer justicia.
Ramon
9/6/15 17:04
Excelente trabajo, de niño, estudie en una escuela primaria de la barriada de Lawton, que aun lleva el nombre de este martir de la Revolucion, y pienso que este es uno de los martires poco divulgados, y que sin embargo, fue de los militares cubanos que nunca se plegaron al oprobio y la ignominia de los Machado y los Batista, un combatiente internacionalista cubano contra el fascismo en la 2da guerra mundial, y una gloria del deporte cubano. Quizas deberia divulgarse la vida y obra de este martir un poco mas como ejemplo para las nuevas generaciones. Hoy, muy pocos saben de el.
Jorge Miguel Hernández Bermúdez
9/6/15 10:56
Me gusta mucho que la historia del porque de nuestra revolución sea constantemente publicada pués nuestra juventud encargada de mantener los logros alcanzados deben conocer las causas de la misma y del terror que pueden desarrollar los hombres que el poder corrompe al extremo de convertirlos en asesinos de su propio pueblo, ejemplos de este tipo de democracia han existido en toda nuestra américa y en el Mundo.
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