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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Chávez en el cielo de América

Al marcharse definitivamente al lado del Libertador, dejó tantas cosas por hacer, pero una Patria libre que continúa librando batallas...

Narciso Amador Fernández Ramírez en Exclusivo 28/07/2018
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Hugo Chávez, mural en Venezuela
Con las botas calzadas, como escribiera Martí de Bolívar, está Chávez sentado en el cielo de América.

Una de las semblanzas más bellas de José Martí se la dedicó al Libertador de América Simón Bolívar. Escribió el gran visionario cubano: “…Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hoy; ¡porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!”.

De similar manera, está Hugo Rafael Chávez Frías en ese hermoso cielo americano. El otro gran hijo de Venezuela que vino al mundo el 28 de julio de 1954 en Sabaneta de Barinas y que al marcharse definitivamente al lado del Libertador dejó tantas cosas por hacer, pero una Patria libre que continúa librando batallas a cinco años de su adiós definitivo: una Venezuela bolivariana, a la que “el mejor amigo de Cuba”, como le calificara Fidel, contempla vigilante y ceñudo, sentado en la roca de crear.

Todavía se recuerda con asombro a aquel joven delgado y desconocido descendiendo por las escalerillas del avión, el 13 de diciembre de 1994, y a ese otro gigante americano, Fidel Castro, recibiéndolo para darle el abrazo solidario del pueblo cubano al representante de una Venezuela que estaba por nacer. Un gesto propio de la clarividencia de un genio de la política ante un diamante en bruto, al que le bastarían unos pocos años más para brillar con luz propia.

El hijo mayor del matrimonio de dos humildes maestros venezolanos: Hugo y Elena, no olvidaría nunca ese histórico encuentro: “El Alba comenzó con ese abrazo”, expresaría en su discurso de clausura de la VIII Cumbre de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América.

Nuestro Comandante en Jefe tampoco olvidaría aquella primera ocasión en que ambos colosos se encontraron. En el décimo aniversario de aquel acontecimiento, en un acto efectuado en el teatro Carlos Marx, afirmó: “Prometiste volver un día con propósitos y sueños realizados. Volviste y volviste gigante, ya no solo como líder del proceso revolucionario victorioso de tu pueblo, sino también como una personalidad internacional relevante, querida, admirada y respetada por muchos millones de personas en el mundo, y de modo especial por nuestro pueblo.

”Tu capacidad organizativa, tu magisterio con los oficiales jóvenes, tu hidalguía y firmeza en la adversidad, te hacían acreedor de aquellos y otros muchos honores”.

Fidel lo vio como a un hijo y viceversa. Al hablar de Chávez, decía que había nacido en un momento oportuno de la historia americana, en cuyas palabras descollaban la capacidad, la elocuencia, la profundidad del pensamiento, su capacidad de hablar, de persuadir, de convencer, que tuvo además el arte de hacer reír, la cualidad esa tan natural de hacernos pasar momentos agradables, usar la broma adecuada, hacer anécdotas; en tanto, el hijo pródigo, afirmaba que todavía no había venido al mundo cuando ya Fidel había asaltado, un año antes de su nacimiento, el cuartel Moncada.

Resultó una amistad entrañable. De mutua admiración, cariño y respeto: “Cuando nací sabía que él existía ya. Fidel puede ser como un padre, más allá de las dimensiones humanas, y yo pudiera pensar que él me ve a mí como si fuera un hijo: un hijo profundo, un hijo comprometido, un hijo en toda la extensión de la palabra: espiritual, político, soldado. Somos soldados, somos revolucionarios, y yo creo que somos muy humanos, y eso nos une profundamente, desde los genes, hasta siempre, hasta siempre”.

Chávez vivió una vida intensa. Lamentablemente corta, pero intensa. Después de Fidel, ningún otro político ha tenido tanta ascendencia entre los pobres y desheredados del mundo, pues su prestigio sobrepasó las fronteras del continente americano. Ni ningún otro revolucionario ha influido tanto como él en el decurso de la lucha integracionista latinoamericana. El uno y el otro son los padres fundadores de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), la que diseñaron con visión de futuro.

Su homenaje al Che en el memorial que guarda sus restos en Santa Clara sacó lágrimas por lo inusual y emotivo. Ante su nicho, le cantó al Guerrillero de América un fragmento de una canción de Alí Primera: Comandante che te mataron/Pero en nosotros dejaron/Para siempre tu memoria/Plasmada en moldes de gloria/Comandante che te mataron/Pero en nosotros dejaron/Para siempre tu memoria/Plasmada en moldes de gloria.

Minutos más tarde, en aquel inolvidable 14 de octubre de 2007, Chávez le dedicaría al Comandante Guevara uno de sus más bellos Aló Presidente: “Cuando uno dice que el Che vive no estamos haciendo alarde de retórica, no, el Che está allí en los barrios de Venezuela, en esos médicos cubanos, allá (…) Vive, vive en nosotros y vive por allá en Bolivia, no sólo en el recuerdo, es en la acción revolucionaria, como ejemplo que se dispersó, semilla que se regó. ¡Viva el Che!”.

La muerte de Hugo Rafael Chávez Frías conmocionó al mundo. Se perdía a un líder de talla mundial y Venezuela al guía y padre fundador de la nueva república bolivariana y socialista.

Fidel, en su Reflexión Perdimos a nuestro mejor amigo escribió: “El 5 de marzo, en horas de la tarde, falleció el mejor amigo que tuvo el pueblo cubano a lo largo de su historia… Nos cabe el honor de haber compartido con el líder bolivariano los mismos ideales de justicia social y de apoyo a los explotados… Ni siquiera él mismo sospechaba cuán grande era. ¡Hasta la victoria siempre, inolvidable amigo!”.

Con las botas calzadas, como escribiera Martí de Bolívar, está Chávez sentado en el cielo de América, y junto a él, además del Libertador se encuentra también Fidel; los tres, vigilantes y ceñudos, pues todavía les queda mucho por hacer en nuestro continente.


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Narciso Amador Fernández Ramírez

Periodista que prefiere escribir de historia como si estuviera reportando el acontecer de hoy


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