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lunes, 25 de noviembre de 2024

La unidad de un pueblo y la voluntad de un hombre

"La unidad lograda desde la emigración, a partir del concepto martiano de unir lo diverso y lo disperso, triunfó ese día de gloria..."....

Narciso Amador Fernández Ramírez en Exclusivo 23/02/2021
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José Martí
Un 24 de febrero de 1905, quedó inaugurado el monumento al Apóstol Martí en el Parque de la Fraternidad.

El 10 de enero de 1895 fue uno de los días más tristes de la vida de José Martí. Ese día fueron incautados por las autoridades norteamericanas los tres barcos con pertrechos de guerra, armas y municiones que estaban listos para zarpar hacia Cuba. Una indiscreción dio la posibilidad al gobierno de los Estados Unidos de frustrar el esfuerzo organizativo de años y meses del Delegado del Partido Revolucionario Cubano (PRC).

Sin embargo, el fracaso del Plan de la Fernandina no amilanó al Apóstol de nuestra independencia. En carta a José Dolores Poyo escribió Martí: “No tema de mí, sé padecer y renovar. La cobardía, o más, de un hombre inepto, se nos clavó de arrancada en la hora grande. Renaceremos”. Y al Generalísimo Máximo Gómez asegura: “Yo no miro a lo deshecho, sino a lo que hay que hacer”.

Apenas habían pasado 20 días de tamaño percance, cuando el 29 de enero de 1895, José Martí, en su condición de Delegado del Partido Revolucionario Cubano, firmó junto al general Mayía Rodríguez y al comandante Enrique Collazo, en representación de Máximo Gómez, la orden de alzamiento: “Se autoriza el alzamiento simultáneo, de todos con la mayor sincronicidad, de las regiones comprometidas para la fecha en que la confrontación del exterior será ya jovial y favorable, que es entrando en la segunda quincena, y no antes del mes de Febrero.

”Se considera peligroso y de ningún modo recomendables, todo alzamiento en el Centro que no se efectúe a la vez con los de Occidente y con los mayores acuerdos posibles en Camagüey y Oriente”.

A Cuba, la esperada convocatoria llegó a manos de Juan Gualberto Gómez envuelta en un tabaco. Mientras tanto, el propio Martí zarpaba presuroso hacia República Dominicana para reunirse con el general Gómez. También Antonio Maceo, radicado en Costa Rica, recibió la orden de marchar de nuevo a la manigua insurrecta.

El 31 de enero escribió Martí a Maceo: “Llegan cartas tales de Cuba, que ―sea cualquier labor que aquí interrumpa― salgo con Mayía, lleno de brío y justa fe, para Santo Domingo. Ni un minuto tengo. Sale el vapor y salgo […] Bien ve Ud. a lo que vamos. Cuba salta, y aún aguarda un poco. Acá, soberbio espíritu, y hoy mejor. Solo falta llegar. […] Esto he hecho. ¿Qué no hará Ud.? ¿Qué no le ayudaré a hacer, afuera o adentro?”.

La fecha escogida por los patriotas cubanos resultó el 24 de febrero, domingo y día de carnaval, por lo que el movimiento de hombres a caballo podía pasar inadvertido por las autoridades españolas.

Llegado el día, Las Villas decidió no sumarse al alzamiento a la espera del arribo a Cuba del generalísimo Máximo Gómez. Tampoco lo hizo el Camagüey.

En La Habana, los colonialistas apresaron en su casa al general Julio Sanguily frustrando cualquier eventual alzamiento. Mientras tanto, Juan Gualberto Gómez, el representante del PRC en Cuba y amigo personal de Martí, se levantó en armas en Ibarra, pero rápidamente fue capturado por los españoles y deportado a España.

Solo en la indómita región oriental la chispa de la insurrección cobró fuerzas. En Baire, se levantaron en armas los hermanos Lora; en Bayate, distrito de Manzanillo, lo hizo el mayor general Bartolomé Masó; en Yara, el coronel Juan Masó Parra; en Jiguaní, el coronel Fernando Cutiño; en Holguín, José Miró Argenter.

Mientras, en Santiago de Cuba lo hizo el mayor general Guillermo Moncada, Guillermón, quien, minado por la tuberculosis, acudió al llamado de la patria. También la región de Guantánamo se sumó con Pedro Agustín Pérez, Periquito, y hubo otros levantamientos armados en San Luis, El Caney y El Cobre.

A pesar de no haberse conseguido esa mayor simultaneidad posible, el esfuerzo y la voluntad martiana de insurreccionar Cuba dio sus frutos. El 24 de febrero se reiniciaba en Cuba la Guerra Necesaria. De nuevo había cubanos en la manigua dispuestos a dar su vida por la independencia de la amada patria.

La unidad lograda desde la emigración, a partir del concepto martiano de unir lo diverso y lo disperso, triunfó ese día de gloria, convertido de entonces acá en fecha de enorme significación ciudadana.

Un 24 de febrero de 1899 entró Máximo Gómez a La Habana. Ese propio día, pero de 1905, quedó inaugurado el monumento al Apóstol Martí en el Parque de la Fraternidad. Otro 24 de febrero, pero de 1958 el Che fundó en la Sierra Maestra la emisora Radio Rebelde. También el 24 de febrero de 1976 quedaba aprobada la Constitución Socialista de la República de Cuba.

Por ello es una fecha sagrada de la patria. Un día de recordación y orgullo que no puede ser mancillado. Y este 24 de febrero de 2021 no será la excepción.


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Narciso Amador Fernández Ramírez

Periodista que prefiere escribir de historia como si estuviera reportando el acontecer de hoy


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